Humareda y explosiones

Al parecer, nada estimula tanto a los periodistas brit¨¢nicos como la guerra y las expectativas de guerra. Esto se ha hecho evidente de nuevo la semana pasada. "Las dambusters [bombas utilizadas en la II Guerra Mundial] regresan para bajar los humos a Sadam", bramaba la portada del Evening Standard londinense. ( ... ) Cazas en la pista de aterrizaje, pilotos levantando los pulgares, cargas de misiles: ¨¦stas son las im¨¢genes que le gustan a la televisi¨®n, con un somero comentario de acompa?amiento.Esto sucede, en parte, porque los nuevos periodistas, y quienes los dirigen, tienden a ser hombres m¨¢s que mujeres, y los hombres, o los ni?os que llevan dentro, suelen tener un oculto entusiasmo por las m¨¢quinas, por la humareda y las explosiones, que, como los ni?os, han disociado de alguna manera de la muerte y de la destrucci¨®n para las que han sido hechas. Pero en el Reino Unido sucede algo m¨¢s. No hace falta un estado de ¨¢nimo muy esc¨¦ptico para concluir que lo que estaba pasando, o despegando, la semana pasada era la peque?a contribuci¨®n brit¨¢nica a la campa?a de reelecci¨®n del presidente Bush: seis aviones. ( ... )

Deber¨ªamos hacernos m¨¢s preguntas cuando los hombres se suben a los aviones con intenciones serias o cuando los pol¨ªticos alborotan a cuenta de las guerras de otros. ( ... ) El grado de fingimiento e hipocres¨ªa, llamado a veces pragmatismo, puede ser verdaderamente enorme.

30 de agosto