El 'Guernica' al desnudo
?C¨®mo queda el Guernica en su nuevo emplazamiento? Como este es el se?uelo, no me cabe la menor duda que gran parte de los visitantes que acudan a partir de ahora al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa (MNCARS) estar¨¢n atra¨ªdos por ¨¦l y se entretendr¨¢n discutiendo lo que les parece. A m¨ª me gustar¨ªa participar en esta excitaci¨®n pol¨¦mica, pero, como me tem¨ªa, mi sorpresa ha sido muy escasa o casi nula. En primer lugar, porque, como toda obra maestra, el Guernica es el Guernica, y, salvo que se tape o enrolle, es dif¨ªcil que deje de impresionar; en segundo, porque si se conoce bien de antemano el edificio donde el cuadro ser¨¢ ubicado no cuesta demasiado imaginarse el resultado, m¨¢xime cuando se trata de una tela de tan descomunales proporciones y afectada por tan especiales circunstancias, lo que reduce las posibilidades de su correspondiente instalaci¨®n.En este sentido, ha sido colocado en el ¨²nico lugar donde pod¨ªa caber aislado, ganando en luminosidad y transparencia, pero perdiendo en sacralidad y espaciosidad visual. Por otra parte, ahora el espectador se lo topa inesperadamente como una aparici¨®n que irrumpe en un imprevisto hueco lateral, pero tambi¨¦n basta que en el cuello de botella por el que se accede se aglomeren una decena de visitantes para que se pase de largo y se deba preguntar al vigilante d¨®nde est¨¢. Ese problema de visi¨®n y circulaci¨®n va a ser, sin duda, el que m¨¢s quebraderos de cabeza dar¨¢ a los responsables del museo, y ?ojal¨¢ que sea el ¨²nico!.
En cualquier caso, lo que s¨ª est¨¢ claro es que el Guernica ha dejado de ser el cuadro emblem¨¢tico que era y se ha convertido en una pieza m¨¢s de un engranaje, y, como tal, depende el futuro del museo, aplastado por ¨¦l o apoyado en ¨¦l. ?Qu¨¦ responsabilidad!.
Babelia
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