Peter Handke y Otar Iosseliani aportan verdadero cine de autor
La expresi¨®n cine de autor es moneda de uso corriente. Si hemos de creer al pie de la letra los t¨ªtulos de cr¨¦dito de la mayor¨ªa de las pel¨ªculas, todas son un filme de... y luego el nombre de su supuesto autor, que es, obviamente, el nombre de quien la dirige. Pero es ¨¦ste un espejismo, una descarada simulaci¨®n, que hace estragos en el cine de hoy y le llena de oquedades. Ayer llegaron a la Mostra dos escas¨ªsimas obras de verdadera autor¨ªa individual: La ausencia, del ap¨¢trida austriaco Peter Handke, y La caza de las mariposas, del ap¨¢trida georgiano Otar Iosseliani. Discutibles, apasionantes y tambi¨¦n ap¨¢tridas obras: de ninguna parte y de todas.
Mientras tanto, en un sal¨®n del muy cinematogr¨¢fico Hotel des Bains, all¨ª donde Gustav Mahler, Thomas Mann y luego Luchino V¨ªsconti compusieron los acordes de Muerte en Venecia, el director de la Mostra, Gillo Pontecorvo, convoc¨® una maratoniana sesi¨®n te¨®rica de y sobre autores de cine, a la que se colaron de rond¨®n algunos pol¨ªticos, como Jack Lang, que nadie sabe que demonios tiene que decir acerca de esta cuesti¨®n. Lo mismo cabe decir de Margherita Boniver, la se?ora ministra italiana del espect¨¢culo, y de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, al que puede considerarse coautor de cine, pero de cine rematadamente malo y de autor¨ªa difusa. Y m¨¢s: Paolo Portoghesi, jefe de la Biennalle, y otros bur¨®cratas. Nada, salvo callar la boca, pueden hacer estas ilustres personas en una procesi¨®n de autobombos ajenos.Luego, los autores: el propio Pontecorvo, Costa Gavras, John Turturro, Alexander Kluge, Bruce Beresford, Vielker Scholondorf, Luis Puenzo, Dan Pita, Gast¨®n Kabore, Jurai Jakubisko, Dusan Makaveyek, Wim Weriders, Ricky Togr¨ªazzi, Franco Brusati, Marco Ferreri, Francesco Rosi, Marco Bellochio, Carlo Lizzani, Lina Werthinuller, Francesco Maselli, Jiri Menzel, Fernando Solanas, Sean Penn y una decena m¨¢s por el estilo. ?Autores? ?De qu¨¦? Wenders lo fue en un par de pel¨ªculas de juventud y se acab¨®: el resto de su obra no pasa de un refinado ejercicio de parasitismo. ?Es broma lo de incluir a la Werthmuller y a otros mediocres colegas? Por suerte estaban all¨ª, adem¨¢s de esta lista de intrusos, gente como Ettore Scola, que se acerca; Zbang Yimou, que lo es; Bertrand Tavernier, que no lo pretende; Mario Monicelli, que tampoco; y Otar losseliani y Peter Handke, que se merecen la condecoraci¨®n de autores.
Por suerte, las pantallas del Lido se encargaron de desmentir ayer el palabrer¨ªo de los autores impostores que organizaron su gallinero en el Hotel des Bains. A primera hora, Otar Losseliani, que sigue haciendo cine en Francia despu¨¦s de su largo exilio en la ex URSS, nos ofreci¨® una nueva delicia: La caza de las mariposas, otra obra indefinible, plet¨®rica de magia y de encanto, inimaginable fuera de la mirada de este cineasta de especie ¨²nica. Naturalmente, Losseliani es en Espa?a un desconocido, pese a ser un cl¨¢sico viviente del cine europeo, gracias al copo que las pel¨ªculas de Hollywood, incluido su 80% de la basura audiovisual que contienen, ejercen en nuestras pantallas comerciales. Una verg¨¹enza nacional.
Y luego Peter Handke. Discutible, incatalogable, raro, pero aut¨¦ntico autor: s¨®lo de su mirada y de los ritmos misteriosos de su palabra puede proceder La ausencia, que es una pel¨ªcula que muchos odiar¨¢n, pero que otros tantos amar¨¢n, porque hay una intrincad¨ªsima hermosura en su secuencia poem¨¢tica herida por la melancol¨ªa. La mitad del p¨²blico se march¨® de la sala durante su proyecci¨®n, pero los que quedaron hasta el final se hicieron ampollas en las manos, mientras en los tambi¨¦n melanc¨®licos pasillos del Hotel des Bains los intrusos festejaban sus respectivos genios creadores, sus respectivas autor¨ªas de pacotilla, sus confortables y rentables nadas personales. Muchos de ellos son gente de buen oficio: Handke, todav¨ªa no lo es, pero no le hace falta. Incluso la endeblez artesanal de su Ausencias tiene algo de inimitable, de candor fr¨¢gil, de suyo.
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