Rojiblanco oscuro

LA DENUNCIA presentada ayer por la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid contra el Atl¨¦tico de Madrid, al que acusa de haber coartado la libertad de informaci¨®n, otorga dimensi¨®n jur¨ªdica al conflicto planteado entre ese club y los medios de comunicaci¨®n. La pretensi¨®n de cobrar una cuota para poder informar de los partidos es discutible. Es cierto que, con la nueva legislaci¨®n, los clubes se han transformado en sociedades an¨®nimas deportivas, pero conservan caracter¨ªsticas que impiden su equiparaci¨®n a una sociedad mercantil normal. Tampoco es v¨¢lido el argumento de que las televisiones pagan por transmitir los encuentros. Al hacerlo est¨¢n reproduciendo un espect¨¢culo, mientras que el informador radiof¨®nico y period¨ªstico est¨¢ traduciendo ese espect¨¢culo a palabras: recre¨¢ndolo con su mediaci¨®n. Ese trabajo cuenta con la protecci¨®n espec¨ªfica del art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n sobre el derecho a la informaci¨®n. Que los clubes otorguen a los informadores facilidades t¨¦cnicas para realizar su labor es una pr¨¢ctica universal: ambas partes se necesitan. Los clubes no tienen obligaci¨®n de proporcionar esas facilidades, pero tampoco derecho a impedir o dificultar la tarea informativa de los periodistas que presencien los partidos provistos de su correspondiente localidad, adquirida en taquilla. El espect¨¢culo del domingo, con los guardias de una empresa de seguridad cacheando a los periodistas en el estadio y arrebat¨¢ndoles tel¨¦fonos y otros instrumentos necesarios para su trabajo, no fue un espect¨¢culo gracioso, aunque sirviera para hacer gracias una vez m¨¢s sobre las ocurrencias del presidente de ese club.