Respuesta cómica a Bergman
La publicidad que ha aportado la ruidosa ruptura entre Woody Allen y Mia Farrow ha permitido que Maridos y esposas se estrene simultáneamente en 800 salas norteamericanas, triplicando el número de cines en los que estaba previsto inicialmente. Pero esta misma publicidad adicional, que puede contribuir a recaudar hasta 50 millones de dólares, está oscureciendo las críticas a la obra que elogian la creación de Allen por encima de cualquier connotación personal. Para el crítico Vicent Canby, de The New York Times, Maridos y esposas es "la respuesta cómica" de Allen a la obra de su admirado director Ingmar Bergman. Para Mike Clark, de USA Today, "es una comedia agridulce que envejecerá bien". El crítico Jack Mathews, del diario Newsday, alaba la película por encima de los cotilleos, aunque, según su opinión, el último trabajo de Allen no supera a Hannah y sus hermanas, su último gran éxito, estrenado en 1986.
La película está narrada utilizando las técnicas del vídeo doméstico, con movimientos de cámara que pretenden dar sensación de falta de foco o saltos de imagen para dar una sensación de amateurismo. Como en Sexo, mentiras y cintas de video y Cuando Harry conoce a Sally, los personajes se colocan directamente frente a una cámara para contestar a las potenciales preguntas de la audiencia. En el caso de Maridos y esposas, el entrevistador invisible que da coherencia al guión facilita las escenas retrospectivas y condensa los momentos menos dramáticos. Según un aficionado, Maridos y esposas es una nueva versión de Manhattan, pero las grandes obras de Woody Allen no son más que variaciones repetidas sobre las mismas obsesiones.
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