Major presta m¨¢s atenci¨®n a la crisis de su Gobierno que a la europea
John Major atraviesa el momento m¨¢s arriesgado de su mandato. La rebeli¨®n euroesc¨¦ptica ha llegado al seno del Gobierno brit¨¢nico, donde al menos cuatro de sus integrantes se muestran partidarios de dar un portazo a Maastricht.
Las tensiones dom¨¦sticas absorben al primer ministro, que debe controlar las divergencias en el Gabinete y preparar su comparecencia, ma?ana, en una C¨¢mara de los Comunes crecientemente hostil hacia la uni¨®n europea.
En el dificil equilibrio entre sus dos cargos, primer ministro brit¨¢nico y presidente semestral de la Comunidad, Major concede absoluta prioridad al primero de ellos. Y parece estar cediendo a las exigencias anticomunitarias de las bases conservadoras, lo cual no es un buen augurio para la pr¨®xima cumbre de la CE.
El descenso de los tipos de inter¨¦s, anunciado ayer, supone una nueva victoria para los euroesc¨¦pticos, que tras el refer¨¦ndum franc¨¦s prefieren llamarse a s¨ª mismos eurorealistas. La desvinculaci¨®n del Sistema Monetario Europeo (SME) ya es definitiva, y consolida las teor¨ªas del que, parad¨®jicamente, se ha erigido en l¨ªder de los curoesc¨¦pticos en el Gobierno, el casi destituido canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Norman Lamont.
Junto a Lamont se alinean el ministro de Seguridad Social, Peter Lilley (el m¨¢s notable vestigio del thatcherismo en el Gabinete); el ministro de Empleo, Michael Howard; y el influyente secretario del Tesoro, Michael Portillo.
Postura frustrante
John Major es, personalmente, europe¨ªsta. Pero el instinto de su pervivencia le aconseja adoptar una actitud muy ambigua. No ha cancelado el proceso de ratifica ci¨®n parlamentaria del tratado de Maastricht, pero lo ha congelado casi indefinidamente; dice que el tratado "contiene elementos muy positivos para el Reino Unido", pero sugiere su revisi¨®n; considera que la pertenencia de la libra al Sistema Monetario Europeo ha sido beneficiosa para la econom¨ªa brit¨¢nica, pero no piensa por ¨¦l momento en reintegrarla al mecanismo de cambios. Se trata de una postura muy frustrante para sus ministros y diputados procomunitarios, que temen. un fracaso hist¨®rico de la crucial presidencia brit¨¢nica. "Nos estamos ganando el resentimiento de nuestros socios europeos", dijo ayer un parlamentario conservador.
La reuni¨®n de los Comunes de ma?ana servir¨¢ como ensayo de la convenci¨®n del Partido Conservador, prevista para mediados de octubre. Los euroesc¨¦pticos,(o eurorrealistas) intentar¨¢n demostrar la fuerza de que alardean. Norman Tebbit, ex presidente conservador y thatcherista ferviente, fue rotundo ayer al advertir a Major que "si no rompe con Maastricht de una vez, saldr¨¢ de la convenci¨®n con la nariz hinchada".
Probables sucesores de Major
La situaci¨®n de Major ser¨ªa cr¨ªtica si existiera un l¨ªder capaz de galvanizar la rebeli¨®n anticomunitaria. Por el momento, no lo hay. S¨®lo la ex primera ministra Margaret Thatcher tiene el carisma necesario, pero est¨¢ a buen recaudo en la C¨¢mara de los Lores y, adem¨¢s, supondr¨ªa un casi incre¨ªble paso atr¨¢s, completamente inaceptable para los conservadores moderados.
Los dos sucesores probables de John Major, en el caso de que la crisis europea -que ya derrib¨® a Thatcher- acabara con ¨¦l, son europe¨ªstas convencidos Kenneth Clarke, el vigoroso ministro del Interior, y Michael Heseltine, ministro de Industria y eterna alternativa.
La confusi¨®n imperante en la pol¨ªtica brit¨¢nica desde el hundimiento de la libra hac¨ªa imposibles las predicciones. Major se ha quedado sin estrategia a largo plazo, y se limita a ganar d¨ªas y a cabalgar sobre la crisis. Las tensiones en el gobierno podr¨ªan estallar en cualquier momento, y no es descartable un cambio en la composici¨®n del gabinete. La posible dimisi¨®n del ministro del Patrimonio, David Mellor, por el esc¨¢ndalo de sus relaciones extramatrimoniales, podr¨ªa ofrecer a Major la ocasi¨®n para hacer cambios.
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