El control de los medicamentos
El proyecto de decreto sobre regulaci¨®n de la selecci¨®n de medicamentos a efectos de su financiaci¨®n por el Sistema Nacional de Salud era imprescindible, seg¨²n el autor, si bien considera que precisar¨ªa de matizaciones y de medidas complementarias para asegurar una mayor racionalizaci¨®n del gasto farmac¨¦utico.
El gasto farmac¨¦utico en nuestro pa¨ªs era excesivo (alrededor del 20% del gasto sanitario, frente al 15% en los dem¨¢s pa¨ªses de la CE), y, por ello, es preciso una disminuci¨®n y racionalizaci¨®n del mismo. El problema se plantea en c¨®mo hacerlo para que asegure la calidad asistencial, se mejore la equidad y se disminuya el gasto ineficaz.La llamada comisi¨®n Abril dirigi¨® en este sentido sus recomendaciones sobre los usuarios: aumento del porcentaje pagado por ¨¦stos, desaparici¨®n de la gratuidad de los pensionistas. Sin embargo, se ignoraban las otras alternativas posibles. La FADSP ya propuso entonces el que se dejasen de financiar a cargo del Sistema Nacional de Salud aquellos medicamentos que carec¨ªan de eficacia terap¨¦utica probada, al amparo de la Ley General de Sanidad y la Ley del Medicamento. El que se haya tardado tanto en avanzar en este sentido muestra la capacidad de presi¨®n de la industria.
En el mismo sentido van las referencias del art¨ªculo tercero respecto a la no inclusi¨®n de medicamentos con precios superiores a los existentes, que en el vadem¨¦cum actual alcanzan bandas de tres a cinco veces superior para productos que tienen la misma composici¨®n y cuya ¨²nica diferencia (asumiendo un adecuado control de calidad) es el nombre comercial, la etiqueta y la capacidad de marketing de la impresa fabricante, que en muchos casos se limita a envasar un producto que compra en el extranjero. Con todo, siguiendo la proverbial tibiza de la Administraci¨®n, se pierde una buena oportunidad para implantar los gen¨¦ricos.
Sin embargo, en lo referente a la actualizaci¨®n que se hace de los precios de medicamentos "de aportaci¨®n reducida", se producen algunas distorsiones. En primer lugar,, el incremento del coste de los mismos es excesivo y, desde luego, superior al que deber¨ªa realizarse por el aumento del. IPC (la aplicaci¨®n de la actualizaci¨®n seg¨²n el IPC desde 1966 se situar¨ªa en tomo a las 200 pesetas). Parecer¨ªa l¨®gico que algunos f¨¢rmacos que son vitales (por ejemplo, las insulinas) fueran gratuitos para todos los beneficiarios del SNS. Y en otros casos la financiaci¨®n reducida que se mantiene facilita su inadecuada utilizaci¨®n, con tendencia al uso de los preparados m¨¢s caros, m¨¢s nuevos en el mercado (de nuevo, el marketing de las casas comerciales), olvidando las recomendaciones del tratamiento escalonado, y en muchos casos con indicaciones que son m¨¢s que dudosas, es el caso, por ejemplo, de los 12 grupos de los hipotensores, cuya definici¨®n como de aportaci¨®n reducida y/o gratuita deber¨ªa de estar condicionada a su protocolizada prescripci¨®n. Mientras ello no se realiza podr¨ªan mantenerse en el grupo de "financiaci¨®n reducida". La existencia de tres listas de medicamentos financiados p¨²blicamente existe ya en Portugal, donde los medicamentos del grupo A son gratuitos para todos, el B tiene aportaci¨®n reducida, y el C, m¨¢s elevada.
Pagan los consumidores
Por fin llama la atenci¨®n que el decreto dirige las medidas s¨®lo hacia los consumidores, olvid¨¢ndose precisamente de los prescriptores (los m¨¦dicos), que al fin y al cabo son quienes toman la decisi¨®n de recetar tal o cual medicamento. Parece dif¨ªcil que una medida de racionalizaci¨®n. del uso de los medicamentos, que pretenda mantener la calidad de la- asistencia, se pueda conseguir s¨®lo actuando, con medidas econ¨®micas (ya que se obvian las de informaci¨®n y educaci¨®n para la salud), sobre los consumidores. Por ello deber¨ªan de complementarse con otras dirigidas a los profesionales, con efectos a m¨¢s largo plazo, pero, sin duda m¨¢s sustanciales. Podr¨ªan plantearse en este orden las cosas:
-Asegurar por parte del Ministerio de Sanidad y las comunidades aut¨®nomas una informaci¨®n actualizada e independiente de los profesionales.
-Crear servicios farmacoterap¨¦uticos de ¨¢rea que establecieran gu¨ªas farmacol¨®gicas, especialmente en atenci¨®n primaria, y protocolizaci¨®n del uso racional de los medicamentos.
-Desarrollar sistemas de incentivaci¨®n hacia los profesionales que utilizaran m¨¢s racionalmente los medicamentos.
Unido a un esfuerzo en educaci¨®n para la salud de la poblaci¨®n, seguramente conseguir¨ªa no s¨®lo reducir el gasto farmac¨¦utico, sino mejorar la presta ci¨®n farmac¨¦utica que recibe.
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