Curro el hipnotizador
Mucha gente cree que Curro Romero empapa su muletiya grasiosa con un narc¨®tico y duerme a los toros. Pero no hay tal cosa. Es ¨¦l, quien los hipnotiza. As¨ª como Rafael el Gano ten¨ªa el pase del celeste imperio de su exclusiva creaci¨®n, y el Papa Negro el pase de la muerte, Curro Romero tiene el pase del ir¨¢s-pero-no-volver¨¢s, que es pase m¨¢gico, y va, y hace as¨ª con la muletiya grasiosa -un aleve toquecillo en la carita fosca del toro-, dice "Abracadabra tus cuernos de cabra", y lo deja de una pieza, viendo visiones.Unas veces se apresura Curro Romero a emplear su pase m¨¢gico y otras no. se apresura. Depende de la catadura del propio toro. Si observa que admite la posibilidad remota de darle un derechazo, se apresura menos, y as¨ª fue en el primero de su turno, al que macheteaba con fruici¨®n desde el tercio a los medios, desde los medios al tercio, por si en una de esas lo sorprend¨ªa mirando a Utrera y pod¨ªa meterle la muletiya grasiosa embarc¨¢ndole en el derechazo, como quien no quiere la cosa. No se present¨® semejante oportunidad y desisti¨®. Si, en cambio, observa que el toro tiene los pitones astifinos -y el cuarto los ten¨ªa igual que alfileres-, se apresura a darle el pase m¨¢gico y eso fue lo que ocurri¨®. Primero le dio uno de pecho. Luego, el pase m¨¢gico. Y el pobre astifino se qued¨® turulato para su mal, aculado a la barrera y convertido en un toro de Guisando.
Rojas / Romero, Ponce, Mej¨ªas
Toros de Gabriel Rojas (4?, sobrero, en sustituci¨®n del titular, anovillado e inv¨¢lido), bien presentados y armados, inv¨¢lidos, de escasa embestida.Curro Romero: pinchazo hondo y dos descabellos (silencio); pinchazo, otro hondo y siete descabellos (bronca). Enrique Ponce: estocada baja y rueda insistente de peones (gran ovaci¨®n y salida al tercio); tres pinchazos, otro hondo trasero, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Marcos S¨¢nchez Mej¨ªas, que tom¨® la alternativa: pinchazo hondo trasero tendido, rueda de peones, pinchazo y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio). El Rey presenci¨® la corrida desde el palco real, acompa?ado de su madre, la Condesa de Barcelona. Los espadas le brindaron sus primeros toros. Plaza de la Maestranza, 25 de septiembre. Segunda corrida de feria. Cerca del lleno.
El p¨²blico se enfad¨® much¨ªsimo con Curro por sacar tan apresuradamente sus dotes de hipnotizador. Es lo que sucede cuando los p¨²blicos son nuevos. La afici¨®n veterana lleva 40 a?os (los de la quinta de Primo de Rivera, m¨¢s) viendo a Curro dar el pase de ir¨¢s-perono-volver¨¢s, y no les sorprendi¨® en absoluto. Les habr¨ªa sorprendido justo lo contrario. A estas alturas de la historia de la fiesta y de Curro Romero Fara¨®n de Camas, nadie en su sano juicio podr¨ªa esperar que Curro se descarara con el toro, le gritara "?j¨¦!", lo recibiera dej¨¢ndose ver... Eso se queda ya para las j¨®venes promociones, si son capaces de hacerlo. Y, sin embargo -los contrasentidos de la vida- al primero de su lote le enjaret¨® dos ver¨®nicas, y media tan majestuosa como una puesta de sol. M¨¢s o menos...
Eso y el vestido de Curro -un lujoso terno nazareno y azabache con sutil esperanza centelleando apenas por entre los bordados, a juego con la faja y la pa?oleta verdes compensaron al currismo militante de todas sus carencias y frustraciones. Por la media ver¨®nica y por el vestido de torear aseguraban que Curro es ¨²nico. Y nadie pudo oponer ning¨²n argumento en contrario pues las j¨®venes promociones no estuvieron tampoco brillantes, que digamos.
Cada uno de los representantes de las j¨®venes promociones, ayer presentes, dio una muestra de lo que podr¨ªan hacer si quisieran (y los toros les dejaran), y el p¨²blico se sinti¨® muy complacido por ello. Se incluyen los banderilleros Mariano de la Vi?a y Antonio Tejeron, que ofrecieron un tercio espl¨¦ndido, por el que la bandales toc¨® la m¨²sica y el p¨²blico les ovacion¨® puesto en pie. En rique Ponce, jefe de esa cuadrilla, la dio al recibir al tercer toro, que era un t¨ªmido enfermizo y no quer¨ªa salir de la parcela de chiqueros por nada del mundo. Azuzado por los peones, sali¨® el toro t¨ªmido al fin, con malhumorado talante, y Enrique Ponce se lo llev¨® a los medios humillando su violencia mediante valerosas ver¨®nicas.
Marcos S¨¢nchez Mej¨ªas embarc¨® en dos tandas de redondos torer¨ªsimos al toro de su alternativa. Buen toreo, fino toreo, toreo puro fue aquel, que le llevaba camino del ¨¦xito. Pero el toro se vino abajo. Todos los toros se vinieron abajo y se dir¨ªa que los hab¨ªa hipnotizado Curro. Ponce a los dos suyos, S¨¢nchez Mej¨ªas al sexto, los porfiaron voluntariosos, sin poder dar un pase completo. Toro que se queda parado en el centro de la suerte, como si se hubiese vuelto lila de repente, es imposible de torear. Mejor matarlo. Y eso acaeci¨®.
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