El agua, ejercicio para la concordancia
Espa?a es un pa¨ªs peri¨®dicamente sometido al conflicto hidr¨¢ulico de la sequ¨ªa, y tambi¨¦n al de su opuesto la inundaci¨®n, afirma el autor de este art¨ªculo. Es necesario, agrega, afrontar el problema de nuestro orden territorial -el uso arm¨®nico que hacemos del territorio y de sus recursos- para paliar sus efectos.
El agua es un recurso bastante escaso en nuestro pa¨ªs, escasez acentuada en los ¨²ltimos a?os, no tanto como consecuencia de un cambio clim¨¢tico, pese a los varios periodos secos sucedidos durante los ¨²ltimos 12 a?os, cuanto por el incesante incremento de la demanda, bien para usos dom¨¦sticos, derivados del mejor nivel de vida, bien para nuevos usos de car¨¢cter econ¨®mico.Junto a la anterior circunstancia se da la de la percepci¨®n social de este recurso como un don natural, pese a ser un bien econ¨®mico, puesto que en torno al 80% del mismo se destina a usos de este car¨¢cter. Claro es que al tratarse de un recurso renovable, admite reutilizaciones, por lo que en definitiva se trata de un bien del cual s¨®lo somos usufructuarios.
Todo lo anterior hace que las cuestiones h¨ªdricas las tratemos muchas veces con poca racionalidad y demasiado apasionamiento, dificult¨¢ndose unas veces e impidi¨¦ndose otras un uso razonable de este recurso, imprescindible para la vida humana y para numerosas actividades econ¨®micas.
La vigente Ley de Aguas hace especial ¨¦nfasis en la Planificaci¨®n Hidrol¨®gica para alcanzar la satisfacci¨®n de la demanda h¨ªdrica en el marco de un orden territorial equilibrado y de una armon¨ªa medioambiental. Esta acci¨®n planificadora es hoy d¨ªa absolutamente necesaria, m¨¢xime si se tiene en cuenta que la ¨²ltima planificaci¨®n h¨ªdrica global data de la Segunda Rep¨²blica.
En estos d¨ªas, est¨¢n dispuestos para la informaci¨®n de la sociedad los proyectos de directrices de los planes hidrol¨®gicos de las cuencas hidrogr¨¢ficas, aprovechemos pues la situaci¨®n para producir el debate sosegado y razonable que nuestros problemas h¨ªdricos requieren. Si lo hacemos de esta forma encontraremos soluciones, puesto que el recurso natural que la pluviometr¨ªa nos proporciona permite atender todas las demandas; en caso contrario, seguiremos con numerosas demandas insatisfechas en unos lugares, mientras en otros los recursos h¨ªdricos permanecen ociosos o se despilfarran.
Hablar hoy de planificaci¨®n hidrol¨®gica es hablar de pol¨ªtica hidr¨¢ulica, que debe adaptarse a las circunstancias actuales, superando los preceptos de Joaqu¨ªn Costa y los regeneracionistas, en cuya ¨¦poca los recursos h¨ªdricos ociosos eran abundantes.
Tradicionalmente, nuestra pol¨ªtica hidr¨¢ulica ha sido de oferta, es decir se generaban recursos regulados que eran ofrecidos a nuevos demandantes, dejando muchas veces al margen las demandas insatisfechas. Esto ha seguido ocurriendo hasta estos ¨²ltimos a?os, en los que disposiciones preparadas para resolver las citadas demandas (decretos leyes de sequ¨ªa de los a?os ochenta) han visto tergiversados sus objetivos de partida por la presi¨®n social y el peso de nuestra tradici¨®n.
Precipitaciones irregulares
En este aspecto, teniendo en cuenta nuestras condiciones clim¨¢ticas y el volumen de nuestra demanda actual, hemos de hacer una pol¨ªtica hidr¨¢ulica cuyo objetivo sea la de satisfacer las demandas existentes o expectantes.
Los principales problemas h¨ªdricos que tenemos planteados derivan de la irregular distribuci¨®n de nuestras precipitaciones. tanto temporal como espacialmente, caracter¨ªstica com¨²n a toda Espa?a salvo la cornisa cant¨¢brica. La irregularidad temporal se da de unos a?os a otros y tambi¨¦n dentro del mismo a?o, con un largo periodo seco, entre junio y octubre normalmente, que coincide con la ¨¦poca de mayor demanda, especialmente en los usos agr¨ªcolas.
Pero junto a la irregularidad temporal se da tambi¨¦n la espacial; hay una gran diferencia de precipitaciones entre unas zonas y otras, si bien la Espa?a seca es bastante m¨¢s extensa que la Espa?a h¨²medad. Valga como ejemplo el caso de Andaluc¨ªa que alberga en su territorio la comarca m¨¢s h¨²meda de la Pen¨ªnsula, Grazalema, y tambi¨¦n la m¨¢s seca, Cabo de Gata.
La correcci¨®n del desequilibrio temporal se viene llevando a cabo mediante la utilizaci¨®n de elementos reguladores, tanto artificiales, los embalses, como naturales, los acu¨ªferos; aunque una optimizaci¨®n del uso conjunto de ambos sistemas es imprescindible. La construcci¨®n de embalses ha tenido una buena aceptaci¨®n social en nuestro pa¨ªs, si bien se hace necesario hoy en d¨ªa, adaptar esta actividad a las nuevas exigencias medioambientales.
La correcci¨®n del desequilibrio espacial puede lograrse mediante la transferencia de recursos de unas cuencas hidrogr¨¢ficas a otras, operaci¨®n que realizaban en el siglo XIV nuestros antepasados. Actualmente, estas operaciones tienen dificultad para ejecutarse, pero como creemos que son muy necesarias, conviene reflexionar sobre el origen de los escollos que surgen y tratar de salvarlos con respeto absoluto a la naturaleza y a los leg¨ªtimos derechos y aspiraciones de todas las partes implicadas.
Transferir recursos h¨ªdricos es una acci¨®n de fuerte incidencia territorial, de ah¨ª la necesidad de considerarla no como una acci¨®n de car¨¢cter meramente hidr¨¢ulico, sino que debe englobarse en una tarea de ordenaci¨®n territorial, cuyo objetivo final sea el de lograr una equiparaci¨®n del bienestar entre los habitantes de las cuencas afectadas, la que cede recursos y la que los recibe.
Es bastante com¨²n que el territorio o cuenca demandante de recursos h¨ªdricos haya alcanzado un grado de desarrollo superior al territorio o cuenca que los cede, de ah¨ª las necesidades de esos recursos ajenos, una vez agotados los propios y, de ah¨ª tambi¨¦n, la obligaci¨®n de hacer frente a los dos problemas a la vez, la satisfacci¨®n de la demanda h¨ªdrica en un caso y el incremento del desarrollo econ¨®mico en el otro, para lograr un aut¨¦ntico orden territorial.
El aspecto hidr¨¢ulico de la cuesti¨®n es bastante sencillo de abordar, m¨¢xime si se tiene en cuenta la gran experiencia de nuestro pa¨ªs en este tipo de construcciones; aunque es muy conveniente enfatizar la incidencia medioambiental, puesto que se trata de obras de gran envergadura en la mayor parte de los casos, cuyo impacto debe ser corregido.
Mejor utilizaci¨®n
La operaci¨®n de desarrollo econ¨®mico en la cuenca cedente de recursos es desde luego m¨¢s compleja, por lo que requiere un an¨¢lisis profundo para elegir las opciones adecuadas, a veces menos inmediata que la simple distribuci¨®n equitativa de los recursos h¨ªdricos.
Hay que abordar necesariamente las distintas transferencias de recursos h¨ªdricos estudiadas en la geograf¨ªa espa?ola, de car¨¢cter intercomunitario unas, intracomunitarias otras; ahora bien, para que socialmente sean aceptadas estas acciones han de tenerse muy en cuenta, no s¨®lo los derechos existentes sobre los recursos h¨ªdricos en las cuencas cedentes, sino sus leg¨ªtimas aspiraciones de desarrollo econ¨®mico de sus gentes, ligado o no ¨¦ste al recurso h¨ªdrico.
La correcta satisfacci¨®n de la demanda de agua requiere, adem¨¢s de la disposici¨®n de nuevos recursos regulados, una mejor utilizaci¨®n de la que ya poseemos, para lo cual es necesario adecuar nuestros h¨¢bitos de consumo a nuestras condiciones clim¨¢ticas, valga como ejemplo la gran difusi¨®n que est¨¢ adquiriendo entre nosotros el jard¨ªn con grandes superficies cubiertas de c¨¦sped, m¨¢s propio de pa¨ªses h¨²medos. Es preciso asimismo acondicionar nuestros sistemas de distribuci¨®n de agua, para evitar las grandes p¨¦rdidas tanto en los sistemas urbanos como en los regad¨ªos, requiriendo estos ¨²ltimos tambi¨¦n un doble objetivo, mejorar las condiciones de trabajo de nuestros agricultores y ahorrar grandes vol¨²menes de agua; ahorro tan importante, que en algunas cuencas hoy d¨ªa el mejor embalse que se puede construir en ellas es el acondicionamiento de sus viejas zonas regables. Todo ello sin olvidar la buena gesti¨®n diaria del recurso a trav¨¦s de entes especializados. Todav¨ªa un tema crucial en el buen uso de los recursos, la devoluci¨®n del agua ya utilizada al medio natural, que debe hacerse de modo que no agote la capacidad autodepuradora de nuestros r¨ªos, que no contamine el medio hidr¨¢ulico, tanto en. su fase superficial como en su fase subterr¨¢nea.
Con la depuraci¨®n de nuestras aguas usadas, atendemos una exigencia social. La conservaci¨®n de nuestros recursos h¨ªdricos, pero al mismo tiempo al posibilitar su reutilizaci¨®n estamos aumentando de hecho el volumen disponible de los mismos. Es tambi¨¦n un problema serio la contaminaci¨®n qu¨ªmica que producen los regad¨ªos, con un efecto a?adido al de la contaminaci¨®n en s¨ª, el incremento de los costes de explotaci¨®n por una dosificaci¨®n excesiva de abonos y otros productos qu¨ªmicos.
Hay una cuesti¨®n m¨¢s, finalmente, que debe abordar nuestra planificaci¨®n hidrol¨®gica, el tratamiento econ¨®mico del agua adecuado a su car¨¢cter de bien no de don. La satisfacci¨®n de la demanda de agua en las condiciones exigidas de cantidad, calidad y oportunidad, requiere costosas infraestructuras e instalaciones de cuidadoso mantenimiento, que no deben afrontarse s¨®lo con los presupuestos generales, pues el agua permite un uso privativo, pese a ser un recurso p¨²blico. Un precio del agua adaptado a su coste real tendr¨ªa, sin duda, efectos beneficiosos al retraer la demanda a sus justos l¨ªmites.
Somos un pa¨ªs peri¨®dicamente sometido al conflicto hidr¨¢ulico de la sequ¨ªa, tambi¨¦n al de su opuesto la inundaci¨®n, ambos no pueden aceptarse como plagas b¨ªblicas que debamos sufrir resignadamente, ambos tienen su origen en nuestras condiciones clim¨¢ticas, pero tambi¨¦n es nuestro ?orden territorial?; de ah¨ª la posibilidad y la necesidad de afrontarlos decididamente para paliar sus efectos.
El orden territorial no es ni m¨¢s ni menos que el uso arm¨®nico que hacemos del territorio y sus recursos, discutamos, pues, racionalmente la cuesti¨®n, busquemos los caminos de la concordia y, en el caso que nos ocupa, aprovechemos el agua no s¨®lo para aplacar nuestra sed, sino tambi¨¦n para apagar la pasi¨®n encendida con que se discuten los temas hidr¨¢ulicos. Llevemos la contraria a la letra del mirabr¨¢s que canta: el conocimiento la pasi¨®n no quita.
es consejero de Obras P¨²blicas de la Junta de Andaluc¨ªa.
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