Problemas del socialismo espa?ol
En entrevista publicada en este mismo peri¨®dico el 31 de agosto pasado, Santiago Rold¨¢n afirmaba, de manera bastante rotunda, al principio de la misma, que "nuestro- socialismo debe enterrar definitivamente todas las batallas ideol¨®gicas y ocuparse de que las cosas funcionen", y hacia el final reiteraba esa misma idea en t¨¦rminos todav¨ªa m¨¢s enf¨¢ticos: "El gran problema (sic) del socialismo espa?ol son los gestores".Les confesar¨¦ de entrada que me qued¨¦ literalmente at¨®nito cuando le¨ª estas palabras. Que tras 10 a?os ininterrumpidos de Gobierno socialista y despu¨¦s de todas las cosas que han ocurrido en Espa?a y en el mundo en esta ¨²ltima d¨¦cada ¨¦ste sea el diagn¨®stico de un acad¨¦mico y pol¨ªtico como Santiago Rold¨¢n era lo ¨²ltimo que me esperaba. Por eso, y porque el diagn¨®stico no puede, en mi opini¨®n, ser m¨¢s desacertado, es por lo que no he podido resistir la tentaci¨®n de tomarlo como punto de partida para la reflexi¨®n que sigue sobre el gran o, mejor dicho, los grandes problemas del socialismo en Espa?a.
Sin duda, la gesti¨®n es una suerte de prueba del nueve para toda acci¨®n de gobierno. Si no es capaz de gestionar adecuadamente los recursos p¨²blicos, cualquier partido pol¨ªtico que alcance el poder est¨¢ irremediablemente condenado a perderlo, y a perderlo a corto plazo. No hay sociedad democr¨¢tica moderna con el peso que en todas ellas alcanza el sector p¨²blico que tolere la presencia al frente del mismo de malos gestores. Simplemente no podr¨ªa funcionar.
Espa?a no es una excepci¨®n. Diez a?os de ocupaci¨®n del poder, m¨¢s a¨²n con la intensidad con que el PSOE lo ha ocupado, no pueden haber sido 10 a?os de mala gesti¨®n. Al contrario. Yo creo que el punto fuerte del PSOE en estos a?os ha sido la gesti¨®n. Lo que el PSOE ha demostrado en su primera experiencia hist¨®rica seria y prolongada de direcci¨®n del Estado es que ha sabido gestionarlo de manera m¨¢s que razonablemente satifactoria.
Obviamente, no puedo extenderme con muchos ejemplos. Creo que con uno bastar¨¢. Espa?a organiz¨® un Campeonato Mundial de f¨²tbol en 1982 y ha organizado -entre otras cosas- unos Juegos Ol¨ªmpicos en 1992. Que compare quien quiera el estado de las distintas administraciones p¨²blicas que intervinieron en la organizaci¨®n del primero y el de las que han organizado los segundos. La Espa?a de 1982 transmiti¨® la imagen de un pa¨ªs inseguro, acomplejado, incapaz de gestionar con un m¨ªnimo de solvencia (?se acuerdan de Naranjito?) un acontecimiento deportivo importante, pero de alcance limitado. La Espa?a de 1992 ha demostrado ser un pa¨ªs moderno europeo, sin complejos de inferioridad, con capacidad de gesti¨®n en todos los ¨®rdenes no s¨®lo de un evento deportivo infinitamente m¨¢s complejo y m¨¢s dificil de afrontar, sino de muchas cosas m¨¢s. Y ese cambio se ha producido con los socialistas al frente de la gesti¨®n del pa¨ªs. La asignatura de la gesti¨®n la ha aprobado el PSOE, y la ha aprobado adem¨¢s con nota, como todos los observadores internacionales han reconocido de forma generalizada.
Si por la gesti¨®n fuera, no existir¨ªa en el pa¨ªs esa sensaci¨®n de des¨¢nimo, de desasosiego, que, sin embargo, existe, y que est¨¢ empezando a extenderse a las filas socialistas y empezando a hacer mella en la confianza en su propio proyecto de direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. La gesti¨®n ha sido buena, y a pesar de ello el futuro no se presenta despejado. ?Por qu¨¦? Porque el problema est¨¢ en otra parte. Porque el problema no es de gesti¨®n, sino ideol¨®gico y pol¨ªtico.
Por supuesto que el socialismo necesita gestores. ?ste es un terreno en el que siempre se puede mejorar y en el que nunca se puede bajar la guardia. Pero el gran problema del socialismo espa?ol. no es ¨¦se. El gran problema es que tiene que decidir qu¨¦ significa un partido socialista en estos pr¨®ximos decenios y c¨®mo hace frente, coherentemente con su historia pasada, que no se puede tirar por la borda, a problemas distintos de aquellos en relaci¨®n con los cuales crecieron y se consolidaron los partidos socialistas europeos. Aqu¨ª es donde el PSOE -y todos los partidos de la misma familia europeos- se la va a jugar en los pr¨®ximos a?os.
No puedo, por razones obvias, extenderme demasiado, pero s¨ª quiero identificar al menos los tres problemas centrales a los que ha de hacer frente el socialismo espa?ol y de cuya respuesta va a depender su mayor o menor presencia en la vida pol¨ªtica del pa¨ªs.
1. El m¨¢s inmediato es la erosi¨®n del Estado democr¨¢tico que se viene produciendo de manera lenta desde hace dos d¨¦cadas aproximadamente y que si ha sido relativamente imperceptible o poco perceptible hasta estos ¨²ltimos a?os, s¨ª lo empieza a ser de manera muy clara en los momentos actuales.
Por erosi¨®n del Estado democr¨¢tico no entiendo una limitaci¨®n en el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades p¨²blicas, sino algo distinto. Me refiero a la p¨¦rdida relativa de poder por parte de los ¨®rganos del Estado para incidir en el proceso econ¨®mico. Como consecuencia de una movilidad creciente de los elementos a trav¨¦s de los cuales se articula el proceso productivo, los propietarios de medios de producci¨®n tienen cada vez m¨¢s posibilidades de obviar el control por parte de los Gobiernos democr¨¢ticamente elegidos.
Cuando los propietarios del capital industrial o financiero pueden trasladar con relativa facilidad la producci¨®n a cualquier parte del mundo, alterando o pudiendo alterar de hecho los elementos centrales de los que depend¨ªa la constituci¨®n econ¨®mica y social de los llamados pa¨ªses industrializados, es evidente que a los Gobiernos les resulta cada vez m¨¢s dificil, por no decir imposible, incidir con su l¨®gica pol¨ªtica en la l¨®gica del mercado. Tal l¨®gica pol¨ªtica, que se hab¨ªa ido traduciendo a lo largo de decenios en normas reguladoras de las relaciones laborales, de seguridad e higiene en el trabajo, de la construcci¨®n, en definitiva, de una red de protecci¨®n social, y que se hab¨ªa convertido en un elemento de primer orden en las transacciones entre las diferentes clases sociales, en las que descansaba lo que se ha venido entendiendo por paz social, va perdiendo poco a poco relevancia como consecuencia del proceso al que acabo de aludir.
"En la pr¨¢ctica", ha escrito recientemente E. J. Dionne Jr. en The Washington Post, "estamos asistiendo a una transferencia de poder real de los Gobiernos democr¨¢ticamente elegidos a los propietarios de capital y a los ejecutivos de las grandes corporaciones. Esto constituye -y va a constituir cada
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