Gasto p¨²blico y productividad
ROBERTO CENTENOEl no poder acceder a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria en 1997 ser¨ªa un desastre para todos los espa?oles, y para que esto no ocurra resulta imprescindible, entre otras cosas, reducir el tama?o del Estado e incrementar sustancialmente la productividad de la econom¨ªa. A Juicio del articulista, en el segundo y ¨²ltimo texto sobre el tema, de momento, no parece ser ¨¦sa la senda por la que caminamos.
El problema n¨²mero uno a resolver en nuestro proceso de convergencia con los pa¨ªses centrales de la Comunidad Europea es, probablemente, la reducci¨®n del tama?o del Estado, es decir, reducir primero el crecimiento y despu¨¦s el tama?o de un gasto p¨²blico, hoy pr¨¢cticamente incontrolado. Esto se ha dicho hasta la saciedad, pero lo que no suele decirse expresamente y con claridad son las causas principales que han llevado a esta situaci¨®n.La primera causa de este crecimiento desproporcionado del gasto es el coste de financiaci¨®n del sistema auton¨®mico. Simplemente, el Estado de las autonom¨ªas es algo que el pa¨ªs no es lo suficientemente rico para mantener, y ello con independencia de cualquier consideraci¨®n pol¨ªtica. El pa¨ªs no puede financiar 17 Gobiernos (aparte del central); cientos de ministros (consejeros), con sus coches, sus secretarias y sus gabinetes; cientos de miles de funcionarios, amiguetes y correligionarios pol¨ªticos; ocho canales de televisi¨®n en pura p¨¦rdida, y el largo n¨²mero de etc¨¦teras que este sistema conlleva (que Arzalluz declare p¨²blicamente que la culpa del incremento del gasto la tiene el Gobierno es una broma siniestra).
Gasto desenfrenado
?ste es el problema n¨²mero uno. El n¨²mero dos es el gasto desenfrenado de los ayuntamientos, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas. La mayor¨ªa de ¨¦stos, para satisfacer a sus electores o a su propia vanidad, han emprendido obras necesarias o innecesarias, que eso no hace al caso, pero que simplemente exced¨ªan la capacidad econ¨®mica de los mismos.
Lo primero era gastar, lo de pagar ya se ver¨ªa despu¨¦s. Desde un punto de vista keynesiano, este crecimiento del gasto (sea el que sea, incluyendo una mariscada de los ediles de un Ayuntamiento) tiene efectos beneficiosos sobre el crecimiento y el empleo; ¨¦ste es un mecanismo econ¨®mico muy estudiado y de sobra conocido, y en este sentido este gasto desmesurado, aparte de la especulaci¨®n ya mencionada, es causa de la mayor parte, del crecimiento de los ¨²ltimos a?os.
El problema es que el crecimiento que genera resulta ser ef¨ªmero la mayor¨ªa de los casos, a no ser que el gasto sea de inversi¨®n, lo que producir¨¢ riqueza en un futuro pr¨®ximo, el gasto meramente consuntivo no tiene efectos permanentes y al final s¨®lo genera inflaci¨®n y d¨¦ficit, tanto p¨²blico como de pagos exteriores.
La gran fiesta del 92
Despu¨¦s de los gastos mencionados vienen las del propio Gobierno central. No voy a incidir sobre las causas principales del mismo, porque ¨¦stas son sobradamente conocidas y se han escritorios de tinta sobre las mismas. S¨®lo incidir en dos o tres puntos.
La gran fiesta del 92 ha sido la gota que ha colmado el vaso, pero no quien lo hab¨ªa llenado hasta el borde, y con todo, ha tenido aspectos muy positivos para la imagen internacional de Espa?a, aunque se hayan cometido errores econ¨®micos significativos, como, por ejemplo, el AVE, no porque est¨¦ mal en si, sino porque Espa?a no es suficientemente rica para permit¨ªrselo.
Despu¨¦s, que en la reducci¨®n del gasto el Gobierno ha actuado en forma poco selectiva, es decir, recortar.sin matizar, con independencia de las consecuencias econ¨®micas, aunque tal vez s¨ª se hayan tenido muy en cuenta las consecuencias pol¨ªticas. Dos ejemplos: suprime las oposiciones a los cuerpos de ¨¦lite del Estado, que son los ¨²nicos que dan calidad a la gesti¨®n p¨²blica, y hace de plantilla a 20.000 funcionarios interinos, que, con toda seguridad, aportan infinitamente menos a la productividad del Estado, aunque, desde luego, aportar¨¢n m¨¢s votos. Recorta dr¨¢sticamente los presupuestos de in fraestructura y Defensa, y da?a seriamente varios segmentos importantes de la industria espa?ola. Recortar gastos s¨ª, pero con criterio econ¨®mico, calculando las consecuencias; un recorte de "todos caf¨¦" es muy sencillo, pero impropio de un Estado moderno.
?ste es el diagn¨®stico, pero ?c¨®mo se arregla?, ?c¨®mo se puede dar marcha atr¨¢s a las autonom¨ªas o poner firmes a los ayuntamientos? Yo personalmente no lo s¨¦, creo que la ¨²nica posibilidad ser¨ªa un acuerdo de Estado entre los principales partidos y administraciones, incluyendo a catalanes y vascos, cuyas autonom¨ªas pueden ser las ¨²nicas o casi las ¨²nicas a mantener, y que cada formaci¨®n pol¨ªtica pusiera firmes a sus respectivos alcaldes en cuanto al volumen de gasto. Esto es dificil¨ªsimo, y adem¨¢s todo parece indicar que caminamos justo en sentido inverso.
Las encuestas conocidas apuntan a una situaci¨®n a la italiana, donde nadie tiene mayor¨ªa y habr¨¢ que gobernar con coaliciones, y eso desde un punto de vista econ¨®mico es pura y simplemente un desastre.
Como en Italia, los diferentes partidos pol¨ªticos en el poder est¨¢n garantiz¨¢ndose la fidelidad de sus votantes (o de una parte de ellos) a base de concederles determinadas contraprestaciones, o pura y simplemente de colocarles en los Gobiernos aut¨®nomos, ayuntamientos o en cualquier otro sitio donde ¨¦stos manden. Esto en Italia ha durado muchos a?os y hoy tiene a este pa¨ªs al borde de la quiebra. En Italia, hoy, el problema no es que se congela el sueldo de los funcionarios, el problema es si podr¨¢n pagar las n¨®minas dentro de cuatro meses.
En Espa?a no se ha llegado todav¨ªa a esta situaci¨®n l¨ªmite, pero vamos r¨¢pidamente camino de ello, y la disgregaci¨®n de poder pol¨ªtico que prometen las pr¨®ximas elecciones, donde ya nadie tendr¨¢ una mayor¨ªa suficiente, contribuir¨¢ a acelerar el proceso antes que a frenarlo. El problema es que Italia es un pa¨ªs que ha aguantado muchos a?os porque su potencia econ¨®mica real es notablemente superior a la de Espa?a.
Italia posee una industria poderosa, grandes capitanes de empresa, una capacidad exportadora notable, y, en definitiva, un tejido innovador e industrial al que no nos acercamos ni de lejos. Y, a pesar de ello, un sistema pol¨ªtico disparatado y corrupto que ha llevado a un gasto p¨²blico enloquecido est¨¢ a punto de hundir el pa¨ªs. Si Espa?a contin¨²a en esa v¨ªa (y nadie parece poder impedirlo), ' no podr¨¢ aguantar decenios, como ha aguantado Italia; aguantar¨ªa, si acaso, a?os, y, desde luego, no muchos.
Deshacer la madeja
El problema despu¨¦s es gigantesco. ?Qu¨¦ hace Italia con los cientos y cientos de miles de funcionarios o empleados de empresas p¨²blicas que el pa¨ªs no necesita para nada, y que s¨®lo est¨¢n ah¨ª porque los diferentes partidos los han colocado para garantizarse su voto? ?C¨®mo se deshace esa madeja? Realmente, nadie lo sabe; lo ¨²nico seguro es que ya no pueden seguir as¨ª porque ya no hay dinero para pagar.
Con toda su enorme gravedad y sus negras perspectivas, el gasto p¨²blico no es nuestro ¨²nico problema; ?qu¨¦ pasa con la productividad? Todo el mundo habla de ello y de su importancia decisiva en la econom¨ªa, pero muy poco se hace seriamente por incrementarla.
En este sentido, los ministerios sectoriales parece que juegan a veces a la contra del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, como si su misi¨®n fuera la defensa de la cuenta de resultados de empresas concretas y no la defensa de la cuenta de resultados de Espa?a.
En este sentido un ejemplo podr¨ªa ser la compa?¨ªa Telef¨®nica: Espa?a tiene uno de los servicios telef¨®nicos m¨¢s caros del mundo desarrollado, y una calidad que en muchos segmentos (los tel¨¦fonos celulares, por ejemplo) es claramente tercermundista. ?En nombre de qu¨¦ principios se mantiene el monopolio de Telef¨®nica y no se liberalizan de una vez por todas los sistemas de telecomunicaciones y se permite competir abiertamente a todas las multinacionales que quieran hacerlo? Si esto sucediera, las facturas del tel¨¦fono bajar¨ªan no menos de un 30% y a la mitad los servicios internacionales. Entonces, ?por qu¨¦ no se hace, si hoy ya es t¨¦cnicamente posible?
Si queremos tener un pa¨ªs eficiente y moderno, la competencia es la ¨²nica arma que tiene un Gobierno para conseguirlo. Hist¨®ricamente es lo ¨²nico que realmente ha funcionado en la econom¨ªa, lo ¨²nico que rebaja los precios, fomenta la innovaci¨®n y la calidad y mejora el servicio al p¨²blico. Todo lo dem¨¢s es pura demagogia.
En un pa¨ªs tan fuertemente regulado como es el nuestro y tan lleno de privilegios, castas y peque?os y grandes monopolios, el incrementar la productividad a los niveles necesarios es casi una misi¨®n imposible, pero es el ¨²nico camino si es que de verdad se quiere llegar a la uni¨®n econ¨®mica y monetaria con Europa en 1997.
O alguien termina de ra¨ªz con esta situaci¨®n, reduciendo el tama?o del Estado e instaurando un sistema de competencia sin paliativos, que persiga de verdad los acuerdos restrictivos de la libertad de mercado y que acabe con privilegios y barreras innecesarias, o Espa?a no saldr¨¢ nunca adelante con la velocidad que el gran reto del 97 requiere.
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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