El patricio Bush contra el plebeyo Clinton
Los electores deber¨¢n optar entre un bur¨®crata honrado y sin carisma y un joven pragm¨¢tico e inexperto
La campa?a presidencial de 1992 ha querido situar cara a cara a dos ejemplares pol¨ªticos diametralmente opuestos. Uno, George Bush, es un profesional brillante de la Administraci¨®n que ha pasado por sus mejores puestos, incluidos los de vicepresidente y presidente. Clinton es un pol¨ªtico autoprogramado para llegar a la Casa Blanca. Cuando Bush era embajador ante la ONU, el joven Clinton luchaba contra la presencia de su pa¨ªs en Vietnam. Ahora, con los a?os, ambos se han encontrado en la misma arena. Pese a la masiva presencia de televisiones, radios y peri¨®dicos en la campa?a electoral, tanto Bush como Clinton son unos grandes desconocidos para la mayor¨ªa de los ciudadanos. Uno parece como el bur¨®crata honrado, fr¨ªo y sin carisma. El otro es un joven con telegenia y ganas de triunfar, pero sin pasado pol¨ªtico; s¨®lo ha sido gobernador de Arkansas.
Cuando George Bush inici¨® su carrera pol¨ªtica, en 1966, como miembro de la C¨¢mara de Representantes, Lyndon B. Johnson era presidente de Estados Unidos, los disturbios raciales se cobraban varias vidas en Los ?ngeles, se implantaba el primer coraz¨®n artificial en un hospital de Houston y llegaban rumores de guerra en Oriente Pr¨®ximo. En ese a?o, un brillante estudiante de la Universidad de Georgetown llamado William Jefferson Clinton hac¨ªa campa?a para el puesto de presidente del consejo de estudiantes. George Herbert Walker Bush era entonces, a los 42 a?os, un republicano conservador, pero moderado, que iniciaba en Washington lo q ue ser¨ªa una brillante trayectoria como servidor p¨²blico. Bill Clinton, con 20 a?os en aquel momento, era un muchacho de ideas progresistas y claras ambiciones pol¨ªticas que apuntaba ya un instinto pragm¨¢tico en su juvenil discurso de candidatura estudiantil: "La viabilidad de cada punto de mi programa ha sido cuidadosamente examinada".A la edad con la que Bush entr¨® en la pol¨ªtica, 42 a?os, Clinton hab¨ªa ya rechazado una oportunidad de ser candidato presidencial y hac¨ªa planes precisos para sumarse a la campana de 1992. Como otros muchos j¨®venes estadounidenses crecidos en el entusiasmo del sue?o americano, Clinton se educ¨® siempre, en realidad, con la vista puesta en la Casa Blanca. A los 26 a?os form¨® parte del equipo del candidato presidencial dem¨®crata George McGovern; a los 27 hizo su primera campana para un puesto en el Congreso por un distrito de Arkansas; a los 30 ya hab¨ªa ganado unas elecciones para fiscal general de su Estado, y a los 33 era, en su misma tierra natal, el gobernador m¨¢s joven de Estados Unidos.
A esos mismos 33 a?os, George Bush se hac¨ªa millonario como socio de la Zapata Off-Shore Company, una empresa de Odessa (Texas) dedicada a la perforaci¨®n de pozos de petr¨®leo en las costas del golfo de M¨¦xico. "En esos a?os, m¨¢s que saber lo que quer¨ªa, sab¨ªa lo que no quer¨ªa", dice Bush en su libro de memorias, Looking forward. "No quer¨ªa nada convencional donde f¨¢cilmente se predice lo que va a pasar. Hab¨ªa llegado a la mayor¨ªa de edad en ¨¦poca de guerra, hab¨ªa conocido pueblos y culturas diferentes, hab¨ªa conocido el peligro y hab¨ªa perdido amigos ¨ªntimos. Como muchos otros veteranos de la II Guerra Mundial que regresaron a su patria, ten¨ªa pocos a?os, pero madurez y criterio. No me, interesaba el mundo que conoc¨ª durante la guerra. Buscaba una vida diferente, retadora, fuera de los moldes establecidos".
Altos cargos pol¨ªticos
Bush no encontr¨® nada m¨¢s retador que, despu¨¦s de haber pasado 18 a?os en Texas, trasladarse a Washington para ejercer su labor en la C¨¢mara de Representantes. Nunca m¨¢s abandonar¨ªa los cargos pol¨ªticos. En 1970, cuando perdi¨® la reelecci¨®n como diputado, fue elegido por Richard Nixon para el puesto de embajador en las Naciones Unidas; despu¨¦s fue presidente del Partido Republicano, jefe de la Oficina de Enlace de Estados Unidos en China, director de la CIA, candidato a la presidencia, vicepresidente y presidente.Lo mejor que Bush tiene para ofrecer en estos momentos al electorado norteamericano es su experiencia, la probada honestidad y sacrificio con que se ha dedicado a cada carg¨® en el que ha estado. Pero, curiosamente, lo mejor que tiene para ofrecer Clinton es su falta de experiencia, es decir, el hecho de que no es una persona contaminada por su paso por Washington; que es un gobernante de buen expediente por su labor en Arkansas, pero que est¨¢ alejado de la imagen del pol¨ªtico tradicional.
Pese a la diferencia de ambas trayectorias, George Bush y Bill Clinton presentan algunos rasgos pol¨ªticos similares. Ambos son dos hombres que conocen lo que es bregar en el terreno m¨¢s dif¨ªcil de su oficio y parecen disfrutar en ¨¦l; ambos saben lo que es perder elecciones y ambos han aprendido a recuperarse para volver a ganarlas. "Realmente me gusta mi trabajo", confes¨® Bush en uno de los momentos dif¨ªciles de su presidencia. Tanto Bush como Clinton han desarrollado un gran sentido pr¨¢ctico de la pol¨ªtica, casi un don excepcional para la adaptaci¨®n, y, si de esto se puede extraer alguna consecuencia, ambos son zurdos. Bush supo estar a favor del aborto en 1980 y en contra en 1988; a lo largo de su mandato cambi¨® dos veces de opini¨®n sobre los impuestos y otras tantas sobre los derechos civiles. Cada cuatro a?o -coincidiendo con las convenciones republicanas y las campa?as electorales-, el presidente se confiesa conservador reaganista y luego act¨²a como un moderado cada vez que tiene que tomar una decisi¨®n.
De Bill Clinton se dice que suele compartir la opini¨®n de la ¨²ltima persona con la que habla. En Little Rock, donde est¨¢ su oficina de gobernador, nadie le ha escuchado jam¨¢s decirle no a alguien. Eso lo lleva a posiciones como la que sostuvo durante el debate parlamentario en el que se aprob¨® la intervenci¨®n en la guerra del Golfo: "Estoy de acuerdo con la mayor¨ªa, pero, en realidad, comparto los puntos de vista de la minor¨ªa". Ese pragmatismo ha permitido, al mismo tiempo, que el joven radical de los a?os setenta sea hoy un representante del sector m¨¢s moderado del Partido Dem¨®crata.
La gran diferencia
Las principales diferencias entre Clinton y Bush est¨¢n marcadas por sus distintos or¨ªgenes. Bush es un patricio educado como tal; Clinton es un plebeyo educado como patricio. Hijo de un reputado pol¨ªtico republicano y due?o de una firma financiera de Nueva York, Bush naci¨® en 1924 en Connecticut. A pesar de su paso por Tejas, siempre se ha comportado como el arist¨®crata del Este que es. Estudi¨® la primaria en un distinguido internado del Estado de Massachusetts y se licenci¨® en Econom¨ªa por la Universidad de Yale.Clinton no tuvo televisi¨®n en su casa hasta los nueve a?os. Naci¨® el 19 de agosto de 1946 en Hope (Arkansas) cuando su padre ya hab¨ªa muerto y creci¨® entre un padrastro borracho y una madre que tuvo que separarse de su hijo para estudiar enfermer¨ªa en New Orleans. Bill Clinton estudi¨® en un colegio p¨²blico de Hot Springs, en el mismo Estado, y destac¨® lo suficiente como para ganarse una beca en la Universidad de Georgetown.
Mientras Bush cumpli¨® los 22 anos ganando medallas al valor como piloto de guerra contra los japoneses, a esa misma edad Clinton comenzaba a asomarse al mundo gracias a conseguir una beca Rhodes para estudiar en la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Bush recuerda como la experiencia m¨¢s importante de su vida el momento en el que su avi¨®n fue derribado por el enemigo y ¨¦l tuvo que ser rescatado del Pac¨ªfico por el submarino Finback. Las experiencias de Clinton en Oxford, fueron muy diferentes: un muchacho educado en la disciplina autoritaria de los baptistas del Sur aprendi¨® en el Reino Unido a fumar marihuana, viaj¨® a Mosc¨² y organiz¨® manifestaciones contra la guerra de Vietnam.
El paso de Clinton por Oxford y su actitud frente a Vietnam es una etapa determinante del car¨¢cter de este hombre. La carta que escribi¨® en 1969, en la que explicaba su posici¨®n respecto a esa guerra, es uno de los documentos que mejor explican la personalidad del candidato dem¨®crata a la presidencia de los Estados Unidos: "A pesar de mis creencias, decid¨ª aceptar el alistamiento por una sola raz¨®n: para mantener mi viabilidad pol¨ªtica dentro del sistema".
Cuando Clinton regres¨® a Estados Unidos para terminar sus estudios de Derecho en la Universidad de Yale estaba ya invadido por el veneno de la pol¨ªtica. All¨ª conoci¨® a Hillary Rodham, otra aspirante a abogado que brillaba en aquel ambiente como una de las chicas m¨¢s inteligentes de la clase. Lo ¨²ltimo que pensaba Hillary cuando conoci¨® a Bill Clinton era en casarse con ¨¦l e irse a vivir a un lugar provinciano como Little Rock. De hecho le cost¨® varios a?os cambiar de opini¨®n a una mujer que se preparaba para desarrollar una gran carrera en Chicago.
Barbara Pierce, sin embargo, estaba destinada a convertirse en Barbara Bush desde que conoci¨® a su pareja en un baile navide?o en 1942. Desde la boda, en 1945, Barbara, hija de un millonario editor de revistas, ha dedicado su vida a cuidar el hogar de Bush. Hillary, por el contrario, encontr¨® despu¨¦s de casarse un hueco en una firma de abogados de Arkansas para convertirse en una de las mejores del pa¨ªs.
Aficiones gastron¨®micas
Todo Estados Unidos sabe que Hillary Clinton no ha tenido tiempo de prepararle galletas a su esposo, aunque le gustan mucho. Clinton no es un gran gourmet, come cualquier cosa que se le ofrezca, mientras que Bush se ha especializado en la cocina Tex-Mex y en los platos chinos. El presidente odia el br¨®coli [hecho que le llev¨® a enfrentarse a los agricultores que aseguraban que ese gusto les perjudicaba. "Mo madre me oblig¨® a comerlo y si he llegado a presidente es para poder decir que no pienso comer nunca m¨¢s brocoli", respondi¨® Bush] y adora la salsa barbacoa aderezada con buena m¨²sica country. Clinton se inspira con las canciones de Elvis Presley y mantiene el sue?o de resucitar alguna vez la banda de jazz en la que actu¨® en su juventud: Tres Ratones Ciegos.Ambos presumen de buena condici¨®n f¨ªsica y de su afici¨®n a los deportes, aunque Clinton es m¨¢s constante en sus sesiones matinales de jogging. Bush es seguidor de los Rangers de Tejas, mientras que a Clinton no se le conoce un equipo de b¨¦isbol preferido.
Ambos son dos teleadictos y comparten el gusto por los concursos y los debates pol¨ªticos. Hay, sin embargo, una afici¨®n en la que Bush destaca ampliamente: las relaciones internacionales.
A Bush no se le ha visto nunca m¨¢s contento que cuando puede estar junto a Fran?ois Mitterrand, el rey Hussein o Carlos Salinas. Clinton no conoce todav¨ªa ese aliciente. Como gobernador de un peque?o Estado del Sur, Clinton ha visto su experiencia pol¨ªtica reducida a las modestas aspiraciones de las peque?as comunidades.
Para la opini¨®n p¨²blica norteamericana, tanto Bush como Clinton son dos desconocidos. Clinton, porque, por razones obvias, su nombre ha empezado a sonar desde hace tan s¨®lo unos meses. Bush, porque nunca ha podido ofrecer a los norteamericanos una imagen n¨ªtida.
El pr¨®ximo 3 de noviembre los norteamericanos eligen, de hecho, entre aquel hombre honrado, pero sin personalidad, que sucedi¨® a Ronald Reagan y la esperanza de aire fresco en Washington.
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