Am¨¦rica Latina y nosotros
Vamos hacia el Fin de 1992, a?o programado como estelar en las relaciones entre Espa?a y Am¨¦rica Latina, de ese V Centenario de lo que se empez¨® por llamar descubrimiento, luego encuentro -algunos han hablado de encontronazo-, para luego quedarse en un menos comprometido V Centenario, sin a?adir nada m¨¢s.Hoy, el espa?ol que ha querido conoce algo mejor parte de la historia y la realidad latinoamericana. Decimos parte, porque en m¨¢s de alg¨²n caso -especialmente en instancias oficiales. o paraoficiales- se ha dado gato por liebre insistiendo en la imagen folcl¨®rica, amable de un subcontinente olvidando las inmensas desgracias hist¨®ricas y actuales de una gran parte de sus habitantes.
En Am¨¦rica Latina, el aniversario ha resultado indiferente para la mayor¨ªa, cuando no ha provocado rechazo. La paradoja es que algunas burgues¨ªas latinoamericanas tradicionalmente colaboracionistas con Estados Unidos aprovechan la fecha para, con un discurso demag¨®gico y mentiroso, denunciar el genocidio (M¨¦xico es el caso m¨¢s notorio). La denuncia del imperialismo de hace cinco siglos les sirve para disimular sus negocios con el actual y para seguir marginando y aniquilando culturalmente -en algunos casos incluso f¨ªsicamente- a sus poblaciones indigenas.
En la d¨¦cada reci¨¦n terminada (la llamada, d¨¦cada perdida) ha habido un enorme retroceso socioecon¨®mico. La Comisi¨®n Econ¨®mica de Naciones Un?das para Am¨¦rica Latina (CEPAL) ha se?alado que el porcentaje de poblaci¨®n pobre ha superado el 45% del total, lo que supone m¨¢s de 180 millones de personas, con un aumento de 47 millones en este periodo. En algunos pa¨ªses, la renta per c¨¢pita ha retrocedido a la de mediados de la d¨¦cada de los setenta. La manifestaci¨®n m¨¢s difundida de esto es la deuda externa (precisamente porque puso en peligro el sistema financiero occidental), lo que no es sino el mal m¨¢s conocido, pero no el m¨¢s grande ni el ¨²nico de estos pa¨ªses. El problema del subdesarrollo presente en estas sociedades es mucho m¨¢s complejo, profundo y duradero que la todav¨ªa existente crisis financiera de la deuda externa. En lo pol¨ªtico, este retroceso ha coexistido con la ca¨ªda de dictaduras militares y la vuelta a la democracia, si bien contin¨²an en varios de estos pa¨ªses las violaciones de los derechos humanos m¨¢s elementales.
Para estas denominadas democracias pobres y d¨¦biles, la d¨¦cada que empieza aparece con una perspectiva mejor. La institucionalidad se mantiene -con la excepci¨®n de Per¨² y Hait¨ª y las amenazas en otros, como en Venezuela-, las econom¨ªas han crecido y mejorado la percepci¨®n que tienen el mundo occidental y los c¨ªrculos financieros internacionales sobre lo que est¨¢ ocurriendo o vaya a ocurrir en estos pa¨ªses (o al menos en alguno de ellos). El optimismo dentro y fuera parece haber ido sustituyendo al pesimismo, e incluso se ha dicho que se inicia una d¨¦cada de la esperanza. Esto es importante, pues ha permitido la vuelta de parte de los capitales internos que hab¨ªan huido en ¨¦pocas anteriores y tambi¨¦n una mayor disposici¨®n de la financiaci¨®n externa, sobre todo la privada, a invertir en estos pa¨ªses.
Hay un cambio en el manejo de las pol¨ªticas econ¨®micas en la l¨ªnea de una mayor atenci¨®n al mercado, buscando un peso menor de populismos, proteccionismos y del sector p¨²blico. Frente a aciertos, el balance presenta aspectos negativos, especialmente en los altos costes sociales repartidos injustamente en sociedades ya antes muy injustas.
Los acontecimientos de Per¨² y Hait¨ª, e incluso de Venezuela, llevan a pensar que la democracia no est¨¢ asentada en muchos de estos pa¨ªses de la regi¨®n, y que quiz¨¢ asistiremos en los a?os inmediatos a una mejora de la situaci¨®n econ¨®mica y a un empeoramiento de la situaci¨®n social y pol¨ªtica. El caso venezolano, como el brasile?o o el peruano, demuestran que pueden coexistir unas mejores cifras macroecon¨®micas y un descontento creciente de capas mayoritarias de la poblaci¨®n por razones econ¨®micas (las pol¨ªticas de ajuste socialmente injustas) y extraecon¨®micas (corrupci¨®n generalizada, narcotr¨¢fico, terrorismo). Una frase de una humilde venezolana en el momento de intento de golpe resume muy bien la situaci¨®n: "?De qu¨¦ me sirve la democracia si no tengo qu¨¦ comer?". La democracia debe incluir cada vez m¨¢s los derechos econ¨®micos y sociales, algo de escasa entidad en Am¨¦rica Latina, lo que sale a la luz en los dur¨ªsimos ajustes econ¨®micos -imprescindibles en algunas de sus medidas- practicados con escasa o nula protecci¨®n social. Por su parte, el caso Collor en Brasil es esperanzador, pues demuestra el vigor de un pueblo ante la corrupci¨®n generalizada y el respeto a las formas democr¨¢ticas, algo ejemplar para todo el mundo.
Otro aspecto del que no cabe prescindir es la influencia permanente de Estados Unidos en la regi¨®n. Han sido muchos a?os de intervenci¨®n, influencia, injerencias e invasiones cuando hac¨ªa, falta. Am¨¦rica Latina ha sido y es una zona privilegiada para llevar a la pr¨¢ctica la doctrina, de tintes racistas, del destino manifiesto. Cuba y la Nicaragua sandinistas son los ejemplos m¨¢s evidentes. En cambio, el papel desempe?ado y el que puede desempe?ar la Comunidad Europea es siempre limitado.
?Qu¨¦ puede decir y hacer Espa?a? ?Se ha aprovechado el 92 en beneficio de ambas partes? ?Es nuestro pa¨ªs, definitivamente, un pa¨ªs europeo que da la espalda a Am¨¦rica Latina, como lo hace el resto de la Comunidad Europea?
No hay duda de que en este a?o ha habido un esfuerzo especial por parte espa?ola, tanto en proyectos que se inician ahora (los acordados en la cumbre de julio, si se llevan a la pr¨¢ctica, parecen sensatos y apropiados), como los desarrollados con desigual suerte en a?os previos con vistas al 92. Se ha ido forjando un esp¨ªritu comunitario y de mayor cooperaci¨®n, siendo conscientes ambas partes de que, especialmente en el campo econ¨®mico, los resultados ser¨¢n siempre escasos, porque ambas partes tienen recursos limitados y compromisos estables en sus ¨¢reas geogr¨¢ficas respectivas: Espa?a en la Comunidad Europea, Am¨¦rica Latina con EE UU.
Queda entonces la rec¨ªproca presencia y cooperaci¨®n en todos los otros campos, basada en lo que no es un t¨®pico, sino una realidad que es un activo de indudable valor: una lengua com¨²n, una historia y una cultura en gran parte compartidas.
La escasa entidad de lo econ¨®mico presenta el gran peligro de caer, al buscar contenidos, en la ret¨®rica hueca y en la palabrer¨ªa, algo que debe evitarse, pues las posibilidades de acci¨®n rec¨ªproca, y especialmente las de nuestro pa¨ªs, no son desde?ables, sobre todo en los temas culturales y pol¨ªticos. En lo primero, no se trata s¨®lo del papel que corresponde a entidades como el Instituto Cervantes, de tard¨ªa creaci¨®n y comienzos va cilantes. Se trata, principalmente, de que muchos m¨¢s latino am¨¦ricanos conozcan y comprendan a nuestro pa¨ªs y de que muchos m¨¢s espa?oles conozcan y comprendan esos pa¨ªses. S¨®lo con los culebrones vamos por muy mal camino. Especialmente importante: que la opini¨®n p¨²blica espa?ola vaya abandonando el rechazo que los denominados despectivamente sudacas experimentan en capas de nuestra sociedad y lo vayan sustituyendo por una m¨¢s f¨¢cil y r¨¢pida integraci¨®n de los latinoamericanos en nuestro pa¨ªs. Aqu¨ª el papel de los formadores de opini¨®n es clave, como lo es el trato que re ciban de nuestras autoridades. Para muchos de ellos, el recuerdo imborrable del 92 se limitar¨¢ a una retenci¨®n y posterior ex pulsi¨®n en el aeropuerto de Barajas, puerta de su no entrada en la madre patria.
En el plano pol¨ªtico, nuestra Administraci¨®n se ha movido en los ¨²ltimos anos muchas veces con la fe del converso. Hay un apoyo a la democratizaci¨®n de la regi¨®n, pero no hay reflexi¨®n alguna sobre la viabilidad y los obst¨¢culos de esas democracias pobres y sujetas a m¨²ltiples amenazas. Tambi¨¦n se apoya sin reservas las pol¨ªticas neoliberales dictadas por el FMI, que crean condiciones sociales que dificultan enormemente la estabilidad democr¨¢tica en esos pa¨ªses.
En suma, un apoyo notable, pero con muchos puntos d¨¦biles y con casos que revelan claramente la creciente dependencia en estos a?os de la pol¨ªtica espa?ola respecto de los designios de Estados Unidos. Los m¨¢s destacables, no los ¨²nicos: alineamiento total con ese pa¨ªs, incluso por delante de otros pa¨ªses de la CE, a la hora de proponer sanciones en el bloqueo y el aislamiento a Cuba, olvidando el papel clave que pueden y deben desempe?ar nuestro pa¨ªs y la Comunidad Europea en la b¨²squeda de una necesaria transici¨®n; denuncias insuficientes o inexistentes en asuntos como la violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos en Guatemala, el golpe de Estado y la continuada represi¨®n en Hait¨ª, los cientos de muertos tras el caracazo de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, el esclarecimiento de los asesinatos de los jesuitas en El Salvador, la muerte de los ni?os de la calle en Brasil y Colombia por escuadrones de la muerte oficiales. En cuanto a la invasi¨®n norteamericana de Panam¨¢ y los miles de v¨ªctimas, entre ellas el espa?ol Juantxu Rodr¨ªguez, la posici¨®n espa?ola, a pesar de su voto en Naciones Unidas, fue casi vergonzante e incapaz de sacudirse la presi¨®n norteamericana, en un tema absolutamente central para ese pa¨ªs y en el que, por tanto, no admite bromas en el campo de sus pa¨ªses subordinados.
Ante esta presencia e injerencia norteamericanas y la casi total ausencia de la Comunidad, ?es posible pensar en una pol¨ªtica espa?ola aut¨®noma, creativa y progresista? La respuesta es afirmativa, a pesar de las dificultades. Iniciativas como el apoyo al sandinismo o al castrismo en los primeros a?os del Gobierno socialista, el papel desarrollado en la pacificaci¨®n en Centroam¨¦rica, especialmente en El Salvador, el respaldo a la oposici¨®n democr¨¢tica chilena y el rechazo a Pinochet, etc¨¦tera, as¨ª lo demuestran. Pero con el paso de los a?os, la derechizaci¨®n del PSOE ha abierto m¨¢s campo a las eternas presiones norteamericanas sobre nuestro pa¨ªs en estos temas, y esas presiones son cada vez m¨¢s fruct¨ªferas.
El a?o 1992 acaba con luces y sombras en el entendimiento y cooperaci¨®n entre Am¨¦rica Latina y nuestro pa¨ªs. Falta una revisi¨®n hist¨®rica en profundidad en ambos lados, sobra todav¨ªa ret¨®rica (la cumbre de julio fue una buena muestra), pero hay un esp¨ªritu y unas realidades mejores. Saber aprovecharlas en beneficio com¨²n, y sobre todo en beneficio de las grandes masas despose¨ªdas de Am¨¦rica Latina, es responsabilidad mutua.
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