La peque?a Gran Serbia
DESDE HACE d¨ªas, los habitantes de Kosovo son sometidos a una dura represi¨®n por la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito serbios, que pretenden mantener r¨ªgidamente sometida a esta regi¨®n de mayor¨ªa ¨¦tnica albanesa. El mismo Ej¨¦rcito, ayudado por milicias locales, hace a Sarajevo y a otras poblaciones menores de Bosnia-Herzegovina objeto de un continuado y salvaje cerco. En las ¨²ltimas semanas han sido terribles las operaciones militares en Bosnia- para mantener abierto un pasillo con la rep¨²blica serbia de Krajina, en territorio croata. Y es que desde el inicio de la crisis, hace m¨¢s de un a?o, los serbios no han escondido su intenci¨®n de crear, a costa de lo que fuere, una Gran Serbia en la porci¨®n m¨¢s extensa posible de la antigua Yugoslavia.Ha servido de poco cuanto se ha hecho para impedirlo: expulsi¨®n de Yugoslavia de las Naciones Unidas, establecimiento en Bosnia-Herzegovina de una zona de exclusi¨®n de vuelos militares, presi¨®n de la Conferencia de Paz, aplicaci¨®n de un embargo cada vez m¨¢s oneroso, promesa de que los cr¨ªmenes de guerra ser¨¢n castigados. Se dir¨ªa que todo es in¨²til ante la capacidad de enga?o de las diferentes autoridades serbias. El ¨²ltimo ejemplo de su mendacidad es t¨ªpico: hace unos d¨ªas, el Consejo de Seguridad de la ONU decret¨® la prohibici¨®n de vuelos militares sobre Bosnia-Herzegovina (Washington quer¨ªa mandar a sus propios aviones para garantizar el cumplimiento de la medida, pero la iniciativa fue rechazada). El jefe militar serbio de la regi¨®n, Radovan Karadzic, se apresur¨® a asegurar a los copresidentes de la Conferencia de Paz que trasladar¨ªa sus aviones a Serbia y Montenegro para someterlos al control de la ONU. Inmediatamente a continuaci¨®n, sin embargo, el jefe serbio de la milicia a¨¦rea asegur¨® que no sab¨ªa nada del compromiso y que seguir¨ªa utilizando a la aviaci¨®n contra objetivos bosnios.
Pero los esfuerzos de los antiguos l¨ªderes comunistas de Belgrado, con el presidente Milosevic a la cabeza, topan con dos circunstancias que tienden a ponerlos en precario. En primer lugar, Serbia, la m¨¢s grande y fuerte de las rep¨²blicas ex yugoslavas, intenta extender su territorio y proteger los enclaves ¨¦tnicos serbios en las dem¨¢s regiones. Sin embargo, su esfuerzo b¨¦lico parece estar volvi¨¦ndose contra ella: los serbios de Croacia y Bosnia empiezan a no querer disfrutar de las ventajas de haberse convertido en amos de regiones desoladas por la guerra. Es parad¨®jico que familias serbias que llevaban generaciones viviendo en Krajina o en Bosnia, acosadas por la falta de alimentos y trabajo, empiecen ahora a abandonar esas regiones despu¨¦s de que sus propias milicias las limpiaran y aseguraran para ellas.
En segundo lugar, la probable repercusi¨®n del embargo internacional sobre Serbia a lo largo del invierno har¨¢ patente el descontento de muchos serbios con las ambiciones nacionalistas de Milosevic. En Belgrado se libra una ¨¢cida batalla entre ¨¦ste y el primer ministro, Milan Panic. Considerado hasta hace poco como un pelele del primero, Panic ha ido cobrando personalidad propia a medida que, con sus propuestas de paz, sintonizaba con un pueblo que aparenta estar mayoritariamente cansado de guerra. Hace un mes hizo frente con ¨¦xito en el Parlamento a una moci¨®n de censura propiciada por Milosevic. Ahora, tanto ¨¦l como el presidente yugoslavo, Dobrica Cosic (otra criatura rebelde del hombre fuerte de Belgrado), han animado a los serbios a votar en un refer¨¦ndum celebrado anteayer para que se anticipen las elecciones generales. Unos comicios anticipados destronar¨ªan a Milosevic. Aunque ¨¦ste ha ganado la consulta por la m¨ªnima y puede, en principio, agotar su mandato (tres a?os m¨¢s), su poder ha quedado muy debilitado. La presi¨®n exterior y la proximidad de un invierno que se anuncia duro se convierten as¨ª en elementos principales en la lenta erosi¨®n de su autoridad. Milosevic podr¨ªa no resistir los meses venideros, lo que, en el mejor de los casos, provocar¨ªa su dimisi¨®n. La paz habr¨ªa empezado.
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