Una votaci¨®n y muchas elecciones
El Congreso, parte del Senado y el Gobierno de 12 Estados se renovar¨¢n el 3 de noviembre
El pr¨®ximo 3 de noviembre los ciudadanos de Estados Unidos elegir¨¢n a un nuevo presidente, pero ¨¦sa no ser¨¢ la ¨²nica elecci¨®n que hagan ese d¨ªa. Los norteamericanos tambi¨¦n acudir¨¢n a las urnas para renovar un tercio del Senado, la totalidad de la C¨¢mara de Representantes, el Gobierno de doce Estados, y participaran en varios referendos, entre los que destacan los que pueden poner l¨ªmites al n¨²mero de mandatos de los congresistas o autorizar la pena de muerte en Washington, la capital federal. Todo apunta a que los vientos de cambio que soplan en la sociedad norteamericana propiciar¨¢n no s¨®lo un relevo en la Casa Blanca, sino tambi¨¦n en la colina del Capitolio de Washington, donde tiene su sede el Congreso.
Los 100 esca?os que tiene el Senado, dos por cada Estado, est¨¢n ocupados actualmente por 57 dem¨®cratas y 43 republicanos. El pr¨®ximo d¨ªa 3 se ponen en juego 35 de esos esca?os -un tercio cada dos a?os, ya que el mandato es de seis- y las encuestas indican que los dem¨®cratas aumentar¨¢n su mayor¨ªa en dos o tres esca?os. El cambio principal puede venir por una mayor presencia de mujeres en la C¨¢mara. Actualmente s¨®lo hay tres senadoras y se espera que ese n¨²mero se duplique tras las elecciones de noviembre.En la C¨¢mara de Representantes ha habido mayor¨ªa dem¨®crata en los ¨²ltimos 38 a?os. Los 435 esca?os que componen la C¨¢mara baja est¨¢n distribuidos entre los 50 Estados en funci¨®n de su poblaci¨®n y los Estados pierden o ganan esca?os en la C¨¢mara baja en funci¨®n de su crecimiento o descenso vegetativo. La C¨¢mara saliente estaba formada por 266 dem¨®cratas, 166 republicanos, un independiente que se declara socialista y dos vacantes. La C¨¢mara se renueva cada dos a?os, que es el periodo de mandato de los representantes.
Los republicanos esperan ganar entre 20 y 25 puestos, ya que la mayor¨ªa de los esca?os que salen a votaci¨®n est¨¢n ocupados por dem¨®cratas y los aires de cambio favorecen al aspirante frente al titular. Pero las diferencias entre la C¨¢mara que salga elegida en noviembre y la anterior pueden basarse m¨¢s en el relevo generacional que en el partidario. Las encuestas indican que la pr¨®xima C¨¢mara tendr¨¢ m¨¢s nuevos miembros que ninguna otra de los ¨²ltimos 40 a?os. Y entre los nuevos congresistas se espera que haya m¨¢s mujeres, m¨¢s negros y m¨¢s hispanos, lo que se har¨¢ notar en la actividad legislativa.
El calendario y la mec¨¢nica electoral norteamericana, con periodos relativamente largos en el Senado y muy breves en la C¨¢mara, han hecho que se constituya una cierta clase pol¨ªtica con congresistas perfectamente enraizados en sus circunscripciones y con carreras casi vitalicias en el Congreso. Esto y la tradicional mayor¨ªa dem¨®crata han propiciado una campa?a animada por el Partido Republicano contra los "pol¨ªticos profesionales" y contra el llamado "poder de, Washington", al que se presenta como alejado del verdadero sentir de la gente com¨²n.
Como resultado de esta campa?a, en 14 Estados se someter¨¢ a refer¨¦ndum si se pone un l¨ªmite al n¨²mero de mandatos que pueden ejercer sus representantes en el Congreso Federal. Para los senadores se quiere poner un l¨ªmite de 12 a?os (dos mandatos), y para los congresistas, entre 6 y 12 a?os, de tres a seis mandatos. De aprobarse estas propuestas en los 14 Estados -ya lo hizo en 1990 el Estado de Colorado, que ha limitado a 12 a?os el mandato de senadores y congresistas-, el 30% de los esca?os del Congreso tendr¨¢ un plazo m¨¢ximo de ocupaci¨®n.
Todas las encuestas indican que la propuesta de limitaci¨®n de mandatos recibir¨¢ el apoyo abrumador del electorado, pese a la oposici¨®n del Partido Dem¨®crata, con Bill Clinton a la cabeza. Los dem¨®cratas consideran que no se debe limitar la capacidad de elecci¨®n de los ciudadanos y que la forma de sanear la vida pol¨ªtica es hacer m¨¢s transparente el sistema de financiaci¨®n de las campa?as electorales.
El precio medio de una campa?a para un miembro de la C¨¢mara de Representantes se calcula en unos 400.000 d¨®lares (unos 42 millones de pesetas) y la de un senador en cuatro millones (420 millones de pesetas), unas cifras que no salen del sueldo de los congresistas, que es de 125.100 d¨®lares al a?o (algo m¨¢s de 13 millones de pesetas).
El dinero con que pagan sus campa?as tampoco es facilitado por ning¨²n ¨®rgano pol¨ªtico central, sino que es recaudado por cada candidato con el apoyo de comit¨¦s y con el sost¨¦n log¨ªstico del partido. Esto explica, en parte, que no exista una disciplina de voto en el sentido europeo, ya que los senadores y congresistas deben atender, antes que nada, a los electores de su circunscripci¨®n y a los grupos que les apoyan financieramente, sean ¨¦stos representantes de intereses patronales, sindicales, religiosos, feministas, ecologistas o ¨¦tnicos.
Medios de opini¨®n tan influyentes como el diario The New York Times expresaban as¨ª su oposici¨®n a la limitaci¨®n de mandatos de los congresistas: "El principal defecto de la limitaci¨®n de mandatos es que castiga la experiencia. Si un senador no puede estar m¨¢s de 12 a?os, y si los congresistas tienen incluso l¨ªmites m¨¢s estrictos, la continuidad y el poder real pasar¨¢ de los representantes elegidos democr¨¢ticamente a consejeros contratados y grupos de presi¨®n que no han sido elegidos".
Treinta y cuatro de los 50 Estados de la Uni¨®n han incorporado la pena de muerte a sus leyes, pero s¨®lo 20 de ellos la han puesto en pr¨¢ctica desde 1976. Los ciudadanos del distrito de Columbia, sede de la capital federal, Washington, votar¨¢n el pr¨®ximo 3 de noviembre si la incorporan tambi¨¦n a sus leyes.
Tras la consulta laten la inquietud y el miedo de una poblaci¨®n que ha visto crecer de una forma espectacular durante los ¨²ltimos a?os los delitos violentos. La capital federal, pese a ser la sede de la presidencia, el Congreso y el cuerpo diplom¨¢tico, est¨¢ a la cabeza en las estad¨ªsticas de delincuencia y cr¨ªmenes de Estados Unidos. Ello se debe a que en la poblaci¨®n del distrito de Columbia, de mayor¨ªa negra, existen grandes bolsas de marginaci¨®n y pobreza. Las encuestas indican que la votaci¨®n ser¨¢ re?ida. El 43% de los encuestados se muestra en contra de la pena de muerte, el 41% a favor, y el 16% se confiesa indeciso.
Un elemento esencial, de cualquier votaci¨®n es la participaci¨®n ciudadana, y ¨¦sta no ha hecho m¨¢s que descender en las elecciones presidenciales de los ¨²ltimos 30 a?os. En las ¨²ltimas, que tuvieron lugar en 1988 entre George Bush y Michael Dukakis, vot¨® el 50,1% de la poblaci¨®n en edad de votar, es decir, con m¨¢s de 18 a?os.
La baja participaci¨®n se debe, en parte, a la obligaci¨®n que tienen los ciudadanos de registrarse en un censo especial antes de cada elecci¨®n. El Congreso saliente aprob¨® una ley para facilitar los tr¨¢mites de registro y hacerlo coincidir con la obtenci¨®n del carn¨¦ de conducir o la inscripci¨®n en la Seguridad Social, pero el presidente George Bush vet¨® la ley y el Congreso no alcanz¨® la mayor¨ªa de dos tercios necesaria para eliminar el veto presidencial.
Las condiciones y las facilidades para registrarse var¨ªan de Estado a Estado y existe alguno en que los ciudadanos pueden inscribirse el mismo d¨ªa de la votaci¨®n, pero en la mayor¨ªa el plazo concluye varias semanas antes. La abstenci¨®n electoral es mayor en los Estados del sur, entre las clases m¨¢s pobres y entre las minor¨ªas raciales.
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