Moneda y presupuesto
CINCO SEMANAS despu¨¦s del estallido de la crisis m¨¢s importante que ha experimentado el Sistema Monetario Europeo (SME), la incertidumbre sobre la definitiva soluci¨®n a la misma sigue presidiendo la actividad de los mercados en Europa. De la reuni¨®n del Comit¨¦ Monetario de la Comunidad Europea (CE) celebrada el pasado viernes en Berl¨ªn no se deducen resultados concretos que permitan poner fin a esa interinidad, especialmente adversa para econom¨ªas como la espa?ola, cuya moneda sigue acusando expectativas de devaluaci¨®n. El mantenimiento por el Banco de Espa?a de la regulaci¨®n que penaliza la actividad de los no residentes subraya esa situaci¨®n de excepci¨®n, de consecuencias adversas para la credibilidad de nuestra econom¨ªa y la normalizaci¨®n de su actividad.El restablecimiento de la disciplina cambiar¨ªa en la CE constituye una condici¨®n necesaria para garantizar el buen funcionamiento del mercado ¨²nico, cuyo inicio formal tendr¨¢ lugar el pr¨®ximo 1 de enero. Cualquier propuesta de reforma del SME de las que supuestamente son objeto de an¨¢lisis en ese comit¨¦ de representantes del Tesoro y de los bancos centrales de la CE no s¨®lo ha de tener presente la vigencia de esa necesidad de la estabilidad cambiarla en la zona, propiciadora del comercio y de la inversi¨®n intracomunitaria, sino su asentamiento sobre bases m¨¢s firmes de cooperacion que las exhibidas en la crisis actual. Ello no excluye la necesidad de que las paridades oficiales en torno a las que se articule esa disciplina reflejen los fundamentos de las distintas econom¨ªas en mayor medida que las vigentes hasta el inicio de la crisis.
Con todo, la normalizaci¨®n o el reforzamiento del SME servir¨ªa de poco si no va acompa?ada de la extensi¨®n de la disciplina a otros ¨¢mbitos de la actividad y de la pol¨ªtica econ¨®mica. En nuestro caso, la experiencia de estos m¨¢s de tres a?os de permanencia en el SME, lejos de propiciar decisiones abandonistas (muy populares en situaciones dif¨ªciles, tan propensas al ensimismamiento nacionalista como inclinadas a la demagogia), subraya la necesidad de afrontar la correcci¨®n de los desequilibrios de nuestra econom¨ªa por v¨ªas compatibles con la participaci¨®n en todas las instancias comunitarias, incluido el SME. Tan absurdo como atribuir a la presencia de la peseta en el mecanismo de cambios las deficiencias del sector real en nuestra econom¨ªa es seguir empe?ados en hacer del rigor monetario el ¨²nico mecanismo de incidencia sobre nuestros desequilibrios. La combinaci¨®n de una estricta pol¨ªtica monetaria con una pol¨ªtica presupuestaria escasamente rigurosa y la ausencia de actuaciones sobre las condiciones de oferta de la econom¨ªa hab¨ªan puesto de manifiesto sus nefastas consecuencias bastante antes de que la peseta formara parte del mecanismo de cambios del SME.
No es descartable, por el contrario, que esa mezcla de rigor monetario y dejadez presupuestaria hubiera generado peores consecuencias en ausencia de un techo a la apreciaci¨®n de la peseta y, en definitiva, de una disciplina que no ha hecho sino subrayar las contradicciones e insuficiencias de la pol¨ªtica econ¨®mica seguida en estos a?os. En una econom¨ªa con el grado de apertura de la espa?ola, atribuir a la permanencia de la peseta en el SME la adversa evoluci¨®n de los resultados de las empresas m¨¢s expuestas a la competencia internacional no es menos ficticio que la exhibici¨®n de esa famosa fortaleza de la moneda espa?ola como un atributo m¨¢s de esta d¨¦cada prodigiosa que ahora se celebra.
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