Grietas y espejismos
La pintura de Antonio Rojas se ha caracterizado por una mirada que se apoya en ciertos arquetipos hist¨®ricos de la vanguardia, coordenadas de referencia sobre las que este joven artista tarife?o establec¨ªa un juego elegante y comedido, marcado por la ambig¨¹edad entre construcci¨®n y representaci¨®n.Desde su inicio, me atrajo, ante todo, en Rojas el lado mental de esa apuesta, por m¨¢s que quedara lastrado, en sus primeras exposiciones, por una limitaci¨®n de medios propia de quien est¨¢ tanteando a¨²n la destreza de sus armas. Y de hecho, ¨¦se es tambi¨¦n, finalmente, el que adquiere un mayor peso espec¨ªfico en el devenir de su trabajo. As¨ª, aunque esta nueva muestra acorta ya muy sensiblemente la distancia entre discurso y expresi¨®n -afirmando en Rojas a un pintor mucho m¨¢s hecho-, mayor, y m¨¢s elocuente, es la escisi¨®n que plantea entre el eje de su reflexi¨®n y los l¨ªmites convencionales del cuadro.
Antonio Rojas
Galer¨ªa Antonio Mach¨®n. Conde de Xiquena, 9. Madrid. Octubre.
Me ha parecido particularmente atractiva la confrontaci¨®n elocuente entre grandes formatos y otros muy reducidos. En los primeros, las coordenadas que fragmentan un plano casi monocromo pueden abrir, ocasionalmente, una grieta hacia un fragmento ilusorio, un paisaje on¨ªrico que trastoca el sentido general de la lectura, o pueden extenderse en la cadencia serial de un pol¨ªptico que se desliza finalmente hacia lo arquitect¨®nico. Paralelamente, las piezas peque?as son en s¨ª mismas, por as¨ª decir, grietas que perturban el espacio en el que se insertan, espejismos que nos hablan, al modo de modernas vanidades, sobre las paradojas de la mirada.
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