La fuerza carnal de lo turbio
David Salle
Galer¨ªa Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 21 de noviembre.
Desde los disiecta membra de Gericault hasta una entrevista Lola de Valencia, de Manet, entre otras referencias al arte m¨¢s reciente -Duchamp, Ernst-, pasando por toda suerte de im¨¢genes fotogr¨¢ficas y cinematogr¨¢ficas estereotipadas del ballet convencional, nuevamente los cuadros del norteamericano David Salle (Norman, Oklahoma, 1952) son ese revuelto ic¨®nico que esp¨ªa desesperadamente al cuerpo en su turbia carnalidad.Su pintura es ya casi familiar para el espectador madrile?o, que tuvo la oportunidad de contemplar su obra con ocasi¨®n, primero, de su inclusi¨®n en la exposici¨®n colectiva titulada Tendencias en Nueva York (palacio de Vel¨¢zquez, 1983), y la monogr¨¢fica individual que le dedic¨® La Caixa cinco a?os despu¨¦s, en 1988.
Claro que, si la primera vez acudi¨® aureolado por esa pol¨¦mica que acompa?a a las figuras de moda, tanto la segunda, como, sobre todo, esta tercera, David Salle es ya razonablemente poco m¨¢s que lo que pinta, y as¨ª debe ser juzgado, lo que agradecer¨¢ siempre el buen aficionado. Por lo dem¨¢s, e incluso al margen de lo que pueda gustar a cada cual, David Salle no es, a pesar de las citas ic¨®nicas y estil¨ªsticas, un simple ecl¨¦ctico, sino un pintor de mirada libertina, que se fija en im¨¢genes y episodios fuertes, como lo son, sin duda, el Picabia recusado por las ¨¢nimas c¨¢ndidas de la buena conciencia vanguardista, o, en general, toda suerte de creadores de escenas densas, ya sean los antes citados para la ocasi¨®n, Gericault o Manet, o ya sea hasta el mism¨ªsimo Solana, como ocurriera en la muestra citada, que present¨® hace cuatro a?os La Caixa.
Espeso y complejo
Un pintor espeso y complejo que, adem¨¢s, no le importa ponerse al borde de lo imposible como le ocurre a Salle, merece nuestro respeto. Luego est¨¢ esa fascinaci¨®n por los cuerpos troceados y descoyuntados, que revela esa mirada vidriosa y fragmentada que nos ense?¨® Degas -mirada forzada por la angulaci¨®n visual que se impone cuando se pretende ver lo invisible, pero no s¨®lo formalmente, sino tambi¨¦n sexualmente-, as¨ª como ese virtuosismo pop, consistente en enfriar el melodrama hasta convertirlo en una nevera de celuloide o de metal.
En la exposici¨®n actual, toda ella fechada en 1992, hay un buena raci¨®n est¨¦tica de casi todas estas cosas, pero girando en torno a las figuras de bailarines y payasos m¨¢s o menos reconocibles.
Y ese regodeo en la pantomima posee la suficiente beligerancia como para que no quede ahogada en el esteticismo al que se han visto abocados otros colegas de su misma generaci¨®n, aunque Salle practique unos refinamientos pictoricistas en ocasiones parecidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.