Entre el electoralismo y los problemas reales
Considera el articulista que el futuro inmediato de las pensiones no dependen tanto de lo que se diga en los Presupuestos del Estado como del n¨²mero de personas que trabajen en dicho futuro. Critica en tal sentido los Presupuestos de 1993 porque se fijan m¨¢s en la vida interna del sector p¨²blico. Son, a su juicio, eminentemente electoralistas, es decir, que prima el ¨¦xito inmediato a las previsiones.
Quiz¨¢ no corresponde a los pol¨ªticos el debate que apenas se ha insinuado sobre las pensiones con ocasi¨®n de la presentaci¨®n de los presupuestos para 1993..No les corresponde porque 6,8 millones de pensionistas son 6.8 millones de votos, y, dicen, la primera obligaci¨®n de un pol¨ªtico es ganar las elecciones. ?Hay alg¨²n partido, en esa situaci¨®n, dispuesto a emitir alguna opini¨®n sobre las pensiones, cuando los m¨¢rgenes entre la derecha y la izquierda se estrechan cada vez m¨¢s?
Que tengamos que discutir si las pensiones deber¨ªan congelarse, igual que el sueldo de los funcionarios, cuando todos sabemos lo bajas que son, es, de entrada, un ¨ªndice de la gravedad de los problemas presupuestarios.
Podemos utilizar, entre otros, dos baremos para medir si el pago de las pensiones se ha convertido o se convertir¨¢, en un plazo no muy lejano, en un problema. En primer lugar, su importancia cuantitativa en relaci¨®n con el, PIB, y, en segundo lugar, la relaci¨®n entre el n¨²mero de pensionistas y el de trabajadores ocupados en el pa¨ªs.Respecto a su cuant¨ªa, el total pagado por el Estado en 1991 ascendi¨® a alrededor de cinco billones de pesetas, tres veces m¨¢s que en 1982, lo que significa un crecimiento anual acumulativo del 13%. Esa cuant¨ªa significaba en 1982 el 8% del PIB y el 9% en 1991 (un punto del PIB es equivalente a 600.000 millones de pesetas). Con una econom¨ªa parada, como se espera para 1993, este porcentaje subir¨¢ con rapidez.Antes de entrar en el fondo del tema, hay una pregunta que responder: ?por qu¨¦ ha crecido tanto?
En primer lugar, porque la crisis del periodo 75-85 se resolvi¨®, en una parte considerable, adelantando la edad de jubilaci¨®n de colectivos grandes de trabajadores. Por su parte, el Gobierno baj¨® la edad de jubilaci¨®n de los funcionarios y se increment¨® la concesi¨®n de pensiones por motivos pol¨ªticos (guera civil). Finalmente, se aprob¨® la creaci¨®n de pensiones no contributivas para personas que no hab¨ªan cotizado a la Seguridad Social.Pensionistas y ocupadosCon ser econ¨®micamente duro este tema, lo es m¨¢s el segundo baremo: la relaci¨®n entre el n¨²mero de pensionistas y trabajadores ocupados.Examinemos los datos: en Espa?a hay, en n¨²meros redondos, alrededor de 6,8 millones de pensiones (sumando las de la Seguridad Social, clases pasivas del Estado y guerra civil) que se pueden identificar, a grandes rasgos (en la medida en que cada pensionista tenga una sola pensi¨®n, lo que puede ser inexacto), con otros tantos pensionistas; el n¨²mero de trabajadores ocupados es de 12,4 millones. La relaci¨®n es, por tanto, de 1,8 trabajadores por cada pensionista. Es una re laci¨®n muy baja (hace no demasiados a?os -en 1976-, la relaci¨®n era de tres trabajadores ocupados por cada pensionista) y si milar a la de los pa¨ªses m¨¢s viejos de Europa; ins¨®lita en un pa¨ªs relativamente joven. Va a empeorar por diversos motivos: el envejecimiento de la poblaci¨®n, el aumento previsto del desempleo y la resistencia de la sociedad espa?ola a crear empleo.Unas palabras sobre las diferentes pensiones que paga el Estado. Son bajas las que se han ganado con una vida de trabajo, siendo la m¨ªnima d¨¦ algo m¨¢s de 50.000 pesetas al mes. Son, en cambio, relativamente generosas las que se han otorgado por motivos pol¨ªticos, por mala conciencia. Lo que empez¨® siendo un gesto pol¨ªtico, despu¨¦s de 40 a?os, las pensiones de la guerra civil, sumaron ya 115.000 millones en 1991. Las pensiones llamadas no contributivas, es decir, las que se dan sin haber cotizado en la vida, son de 32.000 pesetas al mes, adem¨¢s de dos pagas extraordinarias. Con todo, el problema no son las pensiones. El problema es el empleo, pues el n¨²mero de trabajadores ocupados, del que dependen, en ¨²ltima instancia, los impuestos que ingresa el Estado, es muy bajo en Espa?a.
Desde 1982 a 1991 se han creado en Espa?a 1,5 millones de puestos de trabajo; de ellos, cerca de 500.000 en las distintas administraciones p¨²blicas. No voy a discutir ahora si una parte es superflua o si todos prestan servicios imprescindibles. El dato que quiero retener es que el Estado ha sido el creador de empleo m¨¢s grande de los ¨²ltimos diez anos. Creo que tampoco es la ocasi¨®n de examinar por qu¨¦ en esos diez a?os, de 1982 a 1992 -periodo en el que se incluyen seis a?os enormemente pr¨®speros de la econom¨ªa de nuestro pa¨ªs-, se ha creado un mill¨®n de empleos netos por toda la econom¨ªa privada espa?ola; muchos, teniendo en cuenta nuestra tradici¨®n; insuficientes en relaci¨®n con nuestras necesidades.Unos datos m¨ªnimos para situar en un horizonte temporal m¨¢s amplio el problema de la creaci¨®n de empleo en Espa?a. Si analizamos el periodo 1976-1992, es decir, un ciclo econ¨®mico completo, veremos que en 1976 la poblaci¨®n ocupada era de 12,2 millones de personas; en 1982, de 10,9 millones; en 1992, de 12,4 millones; es decir, en 16 a?os s¨®lo ha crecido el empleo en 200.000 personas. A pesar de la severidad de estos n¨²meros, !ay que tener en cuenta que el n¨²mero de los que trabajan en la agricultura ha pasado de 2,6 millones en 1976 a dos millones en 1982 y a 1,3 millones en 1992. Por otra parte, y aunque no sea el momento de analizarlo, es preciso recordar el mantenimiento oficial del paro en cifras millonarias, configurado como alternativa econ¨®micamente l¨®gica al empleo. ?Alguien se atreve a sumar pensionistas y parados y comparar la cifra con la de los trabajadores empleados?
Es impensable que el Estado siga creando empleo en el futuro. No ya por razones puramente de numerario, como en el presupuesto para 1993, sino por razones econ¨®micas m¨¢s serias. En todo el mundo, no s¨®lo en Europa, el Estado paraliza su crecimiento o disminuye su tama?o despu¨¦s de fracasar en servicios no esenciales como gestor y proveedor de demasiados bienes y servicios. Es una m¨¢quina demasiado costosa por inflexible. En la Europa de Maastricht, el empleo se crea por las empresas privadas; el papel del Estado se limita a tareas espec¨ªficas y a fijar las condiciones en que se desarrolla ese trabajo.Falta de fondosEl presupuesto para 1993 congela la creaci¨®n de empleo en la Administraci¨®n central. La pol¨ªtica de las otras administraciones no podr¨¢ ser muy diferente, porque el problema de la falta de fondos es com¨²n a todas.
Cabr¨ªa esperar que ese mismo presupuesto para 1993 contuviera algunas disposiciones para facilitar la creaci¨®n de empleo, es decir, para convencer a las empresas de que contraten m¨¢s. Es un tema ausente. Ni una palabra. Es m¨¢s, aunque parezca inconcebible, todas la medidas que ha tomado el Gobierno para hacer frente a la crisis presupuestaria desde julio de este a?o resultan negativas respecto a la creaci¨®n de empleo. Repas¨¦moslas. La subida de retenciones y del IRPF afectan a todos, pero m¨¢s directamente a los que dependen de una n¨®mina; se suben los tipos de cotizaci¨®n a la Seguridad Social; se sube el tipo m¨¢ximo de cotizaci¨®n; se igualan los topes m¨¢ximos de cotizaci¨®n de todas las categor¨ªas, desde los licenciados a los peones; se traspasa a las empresas el pago de los primeros 15 d¨ªas de enfermedad (la ILT).
El presupuesto de 1993, y aqu¨ª enlazo con el minidebate sobre las pensiones, ha optado por diferenciar el trato a los pensionistas -pues todas las pensiones se suben indiscriminadamente- del que da el empleo pasado y futuro; se congela la creaci¨®n de empleo y el sueldo de los funcionarios y aumenta la imposici¨®n a todos los trabajadores en activo con aumentos del IRPF, as¨ª como las cotizaciones sociales de las empresas.
En relaci¨®n con las pensiones, la postura impl¨ªcita del Gobierno es tajante: 6,8 millones de pensionistas son 6,8 millones de votantes, enormemente sensibles a lo que ocurra a sus pensiones por el trabajo o concedidas por sufrimientos o para atender necesidades de quien se supone que no tiene m¨¢s para vivir.
Sin embargo, alguien deber¨ªa decirles a los pensionistas que sus pensiones no dependen de lo que digan los Presupuestos del Estado; que eso puede ser verdad durante unos a?os, pero que sus pensiones dependen de que en Espa?a crezca el n¨²mero de personas que trabajan. Y, en ese sentido, el presupuesto para 1993 no intenta ahondar en los mecanismos de creaci¨®n de empleo por las empresas. Y no lo hace por dos motivos: porque es un presupuesto que s¨®lo se ocupa de la vida interna del sector p¨²blico, de los problemas inmediatos de nuestros gobernantes, de c¨®mo pagar sus obligaciones, y porque en la disyuntiva de hacer frente a los problemas del pa¨ªs o hacer un planteamiento electoralista se ha optado por lo ¨²ltimo.
es t¨¦cnico comercial del Estado.
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