Estonia
Acaba de llegar a mis manos un recorte de EL PA?S (28 de septiembre de 1992, p¨¢gina 12) con la opini¨®n de este influyente peri¨®dico sobre las elecciones en Estonia. Soy un escritor y profesor hispanista cuya ilusi¨®n de tantos a?os ya, a trav¨¦s de y pese al franquismo y al estalinismo, ha sido la comprensi¨®n y el acercamiento mutuos entre nuestros pueblos, tan distanciados por la geograf¨ªa y la historia.He traducido al estonio la obra. de Quevedo, Graci¨¢n, Aleixandre y Espriu y he colaborado en la reciente edici¨®n (de Anagrama) de la primera novela estonia publicada en Espa?a, El loco del zar, de nuestro m¨¢s c¨¦lebre escritor de hoy, Jaan Kross, quien, a prop¨®sito, junto a otros escritores estonios de indiscutible estirpe humanista, como Jaan Kaplinski, Paul-Eerik Rummo y Arvo Valton -ni hablar del nuevo presidente, tambi¨¦n destacado escritor y humanista, Lennart Meri-, acaba de ser elegido diputado del Parlamento, que, en la opini¨®n de EL PA?S, no ser¨ªa mucho m¨¢s que un manojo de derechistas dispuestos a "negarles el derecho a la vida" a los pobres rusohablantes exentos de la ciudadan¨ªa estonia y a dejarse arrastrar por el "enganche al mundo capitalista occidental" (que, seg¨²n se podr¨ªa suponer desde aqu¨ª, ya quedara superado en la Espa?a socialista).
En verdad, aconsejar¨ªa al lector de EL PA?S leer esta ¨²nica novela estonia publicada en Espa?a y destacada por el cr¨ªtico Carlos Garc¨ªa Gual en la tambi¨¦n reciente p¨¢gina de EL PA?S (Babelia, 3 de octubre de 1992), en lugar de docenas de tales opiniones pol¨ªticas, apoyadas por datos tan ingenuamente tendenciosos como sutilmente simplificados, cuyo ¨²nico fin parece ser sembrar desconfianza y ocultar la perspectiva hist¨®rica a la hora que por primera vez en medio siglo ha hecho renacer las esperanzas de un mundo m¨¢s ¨¦tico y comprensivo.
Desgraciadamente, con la nivelaci¨®n materialista de Occidente, el mundo se hace cada vez m¨¢s tur¨ªstico. Basta una vista superficial, una perogrullada, una imagen estereot¨ªpica para satisfacer a la gran masa receptora de la prensa. Ya no interesan hechos hist¨®ricos, ni verdades m¨¢s ocultas y complicadas.
Luego de la lectura de la novela de Jaan Kross, aconsejo al lector espa?ol de EL PA?S hacer un viaje a Estonia, para ver, de cerca, si somos tan malos, derechistas y xen¨®fobos los estonios, y si est¨¢n tan oprimidos y exentos de los derechos a la vida los rusos y otros no estonios.
Durante el verano pasado, alg¨²n que otro compatriota suyo ya la ha descubierto. Ha visto nuestras lacras, qu¨¦ duda cabe, pero creo que tambi¨¦n algo que queda m¨¢s all¨¢ de la visi¨®n simplista y tur¨ªstica de la opini¨®n: un pueblo que hasta hoy, sin sangre ni v¨ªctimas, en un momento hist¨®rico sin precedentes -donde los que humillan y son humillados son tanto los estonios como los no estomos-, sigue buscando un futuro m¨¢s digno para su existencia y su cultura.-
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