La elecci¨®n de Bill Clinton
Durante mi ¨²ltima visita a EE UU, vi claramente que el pa¨ªs estaba inquieto, sumido en una incertidumbre colectiva, lleno de preocupaci¨®n por el futuro. "Norteam¨¦rica", le dije a George Bush, que entonces ocupaba la Casa Blanca, "se dirige hacia un cambio radical". El resultado de las elecciones confirma mi impresi¨®n. Aunque, fuera quien fuera elegido presidente, no habr¨ªa podido evitar el tener que adaptarse a una situaci¨®n esencialmente nueva. Ahora depende de Clinton el dar respuesta a esa preocupaci¨®n popular que ata?e por encima de todo a la pol¨ªtica nacional y al papel del Estado a la hora de dirigir los procesos econ¨®micos y sociales y los cambios que esos procesos requieren.Hasta cierto punto, la pol¨ªtica exterior se dise?a para abarcar amplias fases y ciclos. Espero, y estoy convencido de ello, que una empresa como Estados Unidos, tan importante para el mundo entero, y un pol¨ªtico serio como Bill Clinton sean conscientes de esta necesidad. En otras palabras, no creo probable que el nuevo presidente desee modificar radicalmente lo que se ha construido en los ¨²ltimos a?os. Adem¨¢s, le resultar¨ªa dif¨ªcil conseguirlo. La situaci¨®n y la importancia de Estados Unidos en el orden mundial hacen preciso que se contin¨²e el esfuerzo emprendido para la construcci¨®n de un nuevo mundo. Estados Unidos, el pueblo norteamericano, sabe que cambiar la trayectoria tomada en los ¨²ltimos a?os no le favorecer¨¢.
Esto no significa que no vaya a haber algunos cambios. Por ejemplo, podemos esperar un planteamiento diferente en la ejecuci¨®n de estrategias consolidadas. Pero he notado con satisfacci¨®n que, desde su primera declaraci¨®n tras la victoria, Clinton ha subrayado los m¨¦ritos de su predecesor, sobre todo en lo que respecta al paso del enfrentamiento a la cooperaci¨®n internacionales. En cualquier caso, creo que todos debemos esperar que Estados Unidos y Europa mantengan un estrecho contacto. Por mi parte, siempre he expresado mi creencia en la absoluta necesidad de que Estados Unidos participe en los procesos europeos y estoy convencido de que Clinton entiende perfectamente esta necesidad.
Reagan y su sucesor, George Bush, lograron much¨ªsimos avances positivos. Sin duda, la pol¨ªtica mundial se ha visto beneficiada. Obviamente, me estoy refiriendo a la relaci¨®n entre EE UU y la URSS y, m¨¢s tarde, entre EE UU y Rusia. No me cabe duda de que ambos pa¨ªses est¨¢n interesados en el desarrollo positivo de su relaci¨®n. Incluso hoy, estos dos grandes pa¨ªses, estos dos grandes pueblos, tienen a su disposici¨®n armas muy poderosas, y ambos han iniciado programas de desarme de gran alcance. Est¨¢n tratando de definir nuevas relaciones econ¨®micas.
Rusia, que en la actualidad se encuentra en medio de una dificil transici¨®n del totalitarismo a la democracia, cuenta con la ayuda de Europa y de EE UU. No es s¨®lo una cuesti¨®n de medidas humanitarias, sino, sobre todo, de una amplia cooperacion que incluye la participaci¨®n activa del capital privado. El mi¨¦rcoles o¨ª a Clinton decir que un pueblo que se ha alejado del comunismo y emprende un nuevo rumbo hacia la democracia merece ser ayudado. Creo que esto confirma que el nuevo presidente de EE UU entiende la importancia de lo que est¨¢ sucediendo en Rusia y el papel que Norteam¨¦rica puede desempe?ar para lograr que todo se resuelva de la mejor manera posible.
Todo esto me parece esperanzador. Entiendo que significa que no hay cambios de direcci¨®n bruscos e inesperados en el horizonte de la pol¨ªtica exterior de EE UU. Y, en lo que se refiere a la pol¨ªtica nacional, las declaraciones del nuevo l¨ªder norteamericano apuntan hacia cambios que ciertamente no pueden da?ar el clima internacional, sino que podr¨ªan, por el contrario, tener un efecto positivo en ¨¦l. Bill Clinton, cuando todav¨ªa era un candidato en la carrera presidencial norteamericana, declar¨® que si sal¨ªa elegido su intenci¨®n era lograr un consenso nacional a gran escala para su programa pol¨ªtico. En mi opini¨®n, el resultado de la votaci¨®n demuestra que el nuevo presidente tendr¨¢ ocasi¨®n de alcanzar su objetivo. Esto constituye, sin duda, un buen presagio.
Mija¨ªl Gorbachov fue el ¨²ltimo presidente de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Copyright La Stampa, 1992.
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