La m¨²sica acu¨¢tica de The Cure
Tras varios a?os de silencio, The Cure ha vuelto a la actualidad discogr¨¢fica con un doble elep¨¦ en el que queda reflejado toda una personalidad y una visi¨®n que ha hecho ya hoy de ellos una de las bandas m¨¢s influyentes e imitadas de los ¨²ltimos a?os.Con Robert Smith siempre como cabeza visible de la formaci¨®n han recorrido m¨¢s de 10 a?os, marcando muchas de las pautas musicales que luego se conformaron en estilo. La oscuridad fusionada magistralmente con la ingenuidad es el punto de referencia que The Cure ha dejado en el mundo de la m¨²sica-pop.
El conjunto reaparece en nuestra capital con la incertidumbre que inevitablemente causa un reencuentro con algo conocido del pasado.
The Cure
Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. Viernes, 6 de noviembre. A las 21.30. Lleno. Entradas: 3.000 pesetas.
Hervidero de voces
Aun as¨ª, en el Palacio de Deportes se respiraba un ambiente festivo; la noticia de la ausencia de Simon Gallup -sustituido por Roberto Soave, miembro de The Associates- por motivos de salud no influy¨® ante la expectaci¨®n creada en el p¨²blico por el macroescenario preparado para una ocasi¨®n tan se?alada.Cuando Robert Smith y sus compa?eros subieron a las tablas, el palacio se convirti¨® en un hervidero de voces. Open, uno de los temas m¨¢s emblem¨¢ticos de su ¨²ltimo trabajo, abri¨® un concierto que dur¨® m¨¢s de dos horas y en el que se hizo un peque?o hueco a temas de anteriores discos como Boys don't cry, Lets go to bed, que el p¨²blico siempre necesita volver a escuchar.
El t¨ªmido Robert Smith condujo el concierto por el lado m¨¢s melanc¨®lico y oscuro de su imaginaci¨®n; la repetici¨®n es una de sus se?as de identidad m¨¢s inmediata, y la noche se nutri¨® de acordes que daban vueltas por toda la sala.
Aunque la ac¨²stica del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid no es adecuada en realidad ni para un partido de baloncesto, el equipo t¨¦cnico de The Cure logr¨® ajustar el sonido, consiguiendo algo realmente imposible, a pesar de tener los golpes de la bater¨ªa por encima de los dem¨¢s instrumentos.
El magn¨ªfico juego de luces, el dise?o del escenario, perfectamente ajustado a la personalidad de la banda, parec¨ªa inteligentemente preparado de antemano para convertir este concierto en un acontecimiento especial.
El juego, la insinuaci¨®n y la tristeza recorrieron cada tema, d¨¢ndoles forma de peque?o relato en el que el tiempo de ejecuci¨®n sobrepasaba los tres minutos de duraci¨®n, y as¨ª con todo.
Una versi¨®n genial
No hubo concesiones que no fueran un regalo, y la entrega de Robert Smith junto a la concentraci¨®n de sus compa?eros dieron su fruto.Los rumores cada vez m¨¢s extendidos de la desaparici¨®n definitiva de la banda no hicieron sino potenciar ¨¦l deseo de muchos de no perderse el posible ¨²ltimo concierto del grupo en nuestro pa¨ªs. Una genial versi¨®n de cinco minutos del tema A forest cerr¨® su tercer bis y acab¨® con el p¨²blico en pie y pidiendo m¨¢s.
Al final qued¨® claro que The Cure sabe presentarse en un lugar de estas magnitudes y crear un ambiente intimista, aunque el deseo de muchos de los espectadores hubiera sido poder disfrutar de ellos en una peque?a sala.
The Cure, con su mundo sumergido, su m¨²sica acu¨¢tica, ya no juega con el tiempo a su favor, pero a ellos no les hace falta porque tienen su propio tiempo.
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