M¨¢s de 300.000 personas toman las calles de Berl¨ªn en una gran manifestaci¨®n contra el racismo
Alemania pareci¨® reacionar ayer contra la ola de violencia neonazi de los ¨²ltimos meses y en defensa de la democracia. M¨¢s de 300.000 personas se manifestaron en Berl¨ªn contra el racismo y la xenofobia, en una impresionante muestra de solidaridad. Sin embargo, la izquierda radical, tal y como se tem¨ªa, acab¨® tomando el protagonismo de la jornada. Grupos de alborotadores, que ya se hab¨ªan hecho notar durante la marcha, lanzaron huevos y piedras contra el presidente federal, Richard von Weizs?cker, cuando ¨¦ste iniciaba la lectura de su discurso en el Lustgarten, al tiempo que gritaban "hip¨®critas". La contundente reacci¨®n de la polic¨ªa supuso el inicio de algaradas que continuaban entrada la noche.
Desde las primeras horas de un espl¨¦ndido domingo de oto?o, fresco pero soleado, las calles de Berl¨ªn se fueron llenando de gentes de todo tipo -representan es de la pr¨¢ctica totalidad del espectro social y generacional- dispuestas a mostrar, como dijo despu¨¦s el l¨ªder socialdem¨®crata Wolfgang Thierse, que pese a todo, son la mayor¨ªa.
La manifestaci¨®n, que se celebraba bajo el lema "La dignidad del hombre es intocable", tal y como reza la primera frase de la Constituci¨®n alemana, estaba llena de s¨ªmbolos, empezando por la fecha que, aunque adelantada en un d¨ªa para que fuera festivo, conmemora al mismo tiempo el ataque contra los jud¨ªos de 1938 (la noche de los cristales rotos) y la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, en 1989.
La marcha part¨ªa de dos puntos, situados uno en cada parte de la antigua ciudad dividida. Desde la iglesia de Getseman¨ª, en Prenzlauerberg, en la antigua parte oriental, que fuera uno de los puntos claves de la revoluci¨®n que acab¨® con el r¨¦gimen comunista, salieron, adem¨¢s de Weizs¨¢cker, que iba a ser el ¨²nico orador, el socialdem¨®crata Oskar Laf¨®ntaine, el presidente de los liberales conde Otto Lambsdorff y el director de orquesta Daniel Barenboim. Desde la Wittenbergplatz, donde nace la Ku'damm, la famosa avenida comercial de la parte occidental de la ciudad, sali¨® la otra rama de la manifestaci¨®n. Entre los que la encabezaban se encontraba el ministro de Trabajo, Norbert Blum.
El canciller Helmut Kohl no estaba en ninguno de los puntos de partida, al igual que otros pol¨ªticos que optaron por unirse a la nutrida comitiva sobre la marcha. Las dos ramas de la manifestaci¨®n deb¨ªan confluir en el Lustgarten, en el centro hist¨®rico de la ciudad, frente al Altes Museum y el antiguo parlamento de la Alemania comunista, donde se hallaba el estrado desde el que iba a hablar Weizs?cker. Las precauciones de los pol¨ªticos, especialmente en lo que se refiere al canciller Kohl, no estaban de m¨¢s, como luego pudo comprobarse.
Desde el comienzo de la marcha, que se inci¨® a las 13 horas, los pol¨ªticos presentes en la misma fueron sistem¨¢ticamente objeto del calificativo "?hip¨®critas!", repetido burlonamente. Con ello los manifestantes quer¨ªan dejar bien claro que con su presencia en el acto no apoyaban la pol¨ªtica del Gobierno con respecto a los refugiados extranjeros, ni sus t¨¢cticas electoralistas para intentar modificar el art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n que regula el derecho de asilo, dejando bien claro que no iban a prestarse a una maniobra oficialista, a pesar de su presencia en el acto.
Huevos y piedras
El canciller lleg¨® en helic¨®ptero y aterriz¨® frente al Reichstag. Cerca de all¨ª se uni¨® a la marcha para poder cruzar con ella la Puerta de Brandemburgo. Una veintena de guardaespaldas, visiblemente nerviosos, le abrieron un pasillo entre la multitud. Los gritos de "hip¨®crita, hip¨®crita", fueron instant¨¢neos, al tiempo que le llov¨ªan huevos y piedras. Kohl, no obstante, cruz¨® el viejo monumento prusiano, pero poco despu¨¦s se vio obligado a abandonar la comitiva y , tomando un camino lateral, lleg¨® al Lustgarten por detr¨¢s.
Pocos pol¨ªticos se salvaron de los insultos. El ex ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher, el alcalde de Berl¨ªn, el, democristiano Eberhardt Diepgen, y su antecesor en el cargo, el socialdem¨®crata Walter Momper, llegaron juntos y totalmente descompuestos y malhumorados a la zona reservada para autoridades, que estaba custodiada por inflexibles unidades de ¨¦lite de la polic¨ªa antidisturbios.
En su discurso, el presidente federal pidi¨® a los alemanes que se pusieran en pie para defender la democracia. Weizs?cker se refiri¨® a los tiempos de la Rep¨²blica de Weimar que precedieron al r¨¦gimen nazi. "No debemos olvidar nunca las razones por las que fracas¨® la primera rep¨²blica alemana", dijo, "no fue porque hubiera demasiados nazis en sus comienzos, sino porque hubo demasiados pocos dem¨®cratas durante demasiado tiempo".
Pero al poco tiempo de que Weizs?cker empezara. a hablar, fue interrumpido por una lluvia de huevos y piedras, aunque no le alcanz¨® ning¨²n proyectil.
La polic¨ªa tuvo que subir al estrado para protegerle, para lo que form¨® una especie de parapeto con sus escudos de pl¨¢stico, creando as¨ª una extra?a estampa. Los gritos de "hip¨®critas" arreciaron mientras empezaban las carreras entre polic¨ªas y los grupos de extrema izquierda, creando el p¨¢nico entre los manifestantes, entre los que se hallaban ni?os y ancianos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.