Paradojas sangrantes
El descenso de accidentes de tr¨¢fico en los ¨²ltimos meses hace caer las donaciones de ¨®rganos
Varias causas: la obligatoriedad del casco y del cintur¨®n de seguridad, el incremento de las multas y la agresividad de la campa?a publicitaria contra los excesos de velocidad. Todas ellas han provocado una ca¨ªda notable en el n¨²mero de ¨®rganos donados a los 14 hospitales p¨²blicos de Madrid durante los dos ¨²ltimos meses.Hay que morir en el hospital para ser donante de h¨ªgado, ri?ones o coraz¨®n; si no, s¨®lo se salvan los huesos y los ojos. Cada a?o mueren en Madrid 36.000 personas. De ellas, s¨®lo 200 ingresan en las condiciones necesarias para que su familia ceda sus ¨®rganos. Y de estos posibles donantes, unos 100 aparecen con traumas cerebrales ocasionados por accidentes de tr¨¢fico. En el periodo tr¨¢gico en que los enfermos se hallan totalmente inconscientes, a punto de morir, los m¨¦dicos han de ir persuadiendo a los familiares.
S¨®lo una de cada cuatro personas en Madrid se niega a donar los ¨®rganos de sus familiares, pero eso supone el desperdicio anual de unos 100 ri?ones, 40 h¨ªgados y 30 corazones. Para sensibilizar a esos familiares comenzar¨¢ esta semana una campa?a patrocinada por Cajamadrid y la Cruz Roja.
La Comunidad de Madrid ha emprendido un estudio para analizar las causas que provocan el rechazo a las donaciones, y ha descubierto dos: "Si el mundo me arrebata lo que m¨¢s quiero, yo no le devuelvo al mundo los ¨®rganos de mi hijo". ?sa es la postura de la mayor¨ªa de los familiares. Otros obedecen a oscuras creencias at¨¢vicas: desean que el muerto penetre ¨ªntegro en la caja. Lo mismo un ingeniero de caminos que un alba?il o un profesor de Literatura; la gente que se niega no pertenece a una clase social o cultural determinada. Ante razones tan arraigadas, los m¨¦dicos se muestran impotentes para convencer.
"No hay persona que se considere como tal a quien no se le salten las l¨¢grimas cuando ve llorar a dos padres por un hijo de 17 a?os", indica Jos¨¦ Luis Escalante, coordinador de trasplantes en el hospital Gregorio Mara?¨®n. "Hace un rato le he dicho a un hombre que su mujer ha muerto, y ahora tengo que ir a pedirle los ¨®rganos. Es vivir en la tragedia, pero hay que hacerlo, porque varios enfermos esperan, pegados a un buscapersonas, que yo los llame para comunicarles que hay un coraz¨®n disponible".
La b¨²squeda de donantes es la labor m¨¢s ardua de los especialistas. La operaci¨®n en s¨ª no plantea excesivos problemas. Aunque siempre se dan tr¨¢gicas excepciones. Como la de Mar¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa, la ni?a de siete a?os que muri¨® el pasado mi¨¦rcoles mientras se somet¨ªa a un segundo trasplante de h¨ªgado.
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