El Barcelona se recompone con la Supercopa
Fue, todo lo m¨¢s, un ejercicio reivindicativo: el del Barcelona, un equipo algo trist¨®n, muy zarandeado y necesitado de mimo tras su pasmo europeo. Lo del Atl¨¦tico fue una soberana raci¨®n de ardor, un mon¨®logo acorchado que no convenci¨® a nadie. Unos y otros estuvieron a la altura! del trofeo, lo que dice poco de los unos, de los otros y del. trofeo. Recobr¨® el Barcelona, eso s¨ª, el dulce sabor de los t¨ªtulos y olvid¨® por unos instantes un viejo vicio de la casa y de Cruyff. el desprecio por algunas copas y la facilidad para perdonar al rival. Del Atl¨¦tico qued¨® cierta sensaci¨®n de desasosiego: muchas carreras y poco f¨²tbol. Del Barcelona, la voluntad de unos jugadores por recomponer el may¨²sculo roto de la Copa de Europa.El encuentro padeci¨® un ritmo quebradizo, ordenado por el juego especulativo del Barcelona y por- la dureza empleada por algunos jugadores, que salpic¨® de faltas el cron¨®metro. Ninguno de los dos t¨¦cnicos hizo, de entrada, renuncia expl¨ªcita de
sus principios. Cruyff aline¨® un solo defensa nato, Ferrer, y carg¨® una delantera cristalina con tres hombres. de gran versatilidad: Stoichkov, Laudrup y Begiristain. Luis mantuvo su caudalosa opci¨®n por las bandas con Aguilera y Pedro y solt¨® a Tom¨¢s a la yugular de Stoichkov.Con el b¨²lgaro es f¨¢cil: basta con colocarle enfrente un tipo con pimienta en las botas y chinchetas en los codos para que ¨¦l solito comience a rastrear el camino de la ducha. Si a esto se a?ade cierto colaboracionismo arbitral, s¨®lo hay que esperar unos minutos para ver al delantero azulgrana como una moto. Al par de minutos de juego, Stoichkov ya ten¨ªa una tarjeta. No hay m¨¢s que decir.Ante la adrenalina rojiblanca, el Barcelona opuso un inhabitual car¨¢cter ahorrativo. Sin ser el due?o del bal¨®n, el equipo catal¨¢n rentabiliz¨® las ocasiones de que dispuso. La- primera, de Begiristain, fue gol y la segunda, de Bakero, una pifia inmensa que acab¨® en las manos de Abel. Bakero repiti¨® fallo en la segunda mitad, pero eso es otra historia. El Atl¨¦tico, con las bandas cerradas por Goikoetxea y Ferrer, pas¨® a depender ¨²nicamente de las carreras de Futre y los ca?onazos de Vizca¨ªno, no siempre bien dirigidos. De uno de estos garrotazos parti¨® el insuficiente gol de Manolo. Vizca¨ªno lanz¨® la diestra desde la frontal del ¨¢rea al tiempo que Amor met¨ªa la suya. El bal¨®n sali¨® hecho una batata y Manolo se la hizo comer a Zubizarreta.
No hubo enga?os en la primera mitad. El Barcelona mostr¨® su cara m¨¢s fea, la que siempre se le pone cuando le proh¨ªben el cuero, y el Atl¨¦tico solvent¨® con una buena raci¨®n de pilas el desconcierto creativo que ¨²ltimamente padece.
La traza del enfrentamiento no vari¨® en exceso a lo largo de la segunda mitad, salvo en un matiz: el Atl¨¦tico, hablando sin nadie que le oyera, y Stoichkov y Tom¨¢s, solos en la zona ancha. Fue un acto de soberbia que el equipo de Luis pag¨® caro. Como el Bar?a finalmente desempolv¨® toda su defensa -Nadal, Koeman, Alexanko, Ferrer y Juan Carlos llegaron a estar sobre el c¨¦sped durante un tiempo-, el Atl¨¦tico se lanz¨® a una carga desesperada y se olvid¨¦ de Stoichkov.
Tom¨¢s es un tipo honesto. No enga?a a nadie. S¨®lo sabe tratar a los rivales cuando ¨¦stos le escatiman el bal¨®n y apenas poseen unos metros o la l¨ªnea de banda para maniobrar. Entonces, s¨ª. Entonces, el defensa rojiblanco mete por aqu¨ª, ara?a por all¨¢ y se sale con la suya. Pero, cuando no hay bal¨®n y s¨ª metros, como ayer, Tom¨¢s no sabe qu¨¦ hacer. Stoichkov se hinch¨®.. Se limit¨® a esperar los balones que sal¨ªan rebotados de aquel sembrado de jugadores que rode¨® el ¨¢rea de Zubizarreta y se hizo due?o del partido. Tres veces, tres, lleg¨® solo al ¨¢rea de Abel. Marr¨® dos y meti¨® la tercera. Suficiente.
El pecado rojiblanco estuvo en no administrar la paciencia necesaria para manejar a un Barcelona que, sin bal¨®n y a la contra, sufre lo indecible. Eso y olvidarse de Stoichkov. ?ste s¨ª que no est¨¢ para historias.
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