'Tiburones' en el r¨ªo Potomac
Los grupos de presi¨®n de Washington acogen con recelo las promesas de Bill Clinton de poner freno a los 'lobbies'
En las aguas del tranquilo r¨ªo Potomac crecen los m¨¢s voraces tiburones que cualquiera pueda imaginarse, los lobbies, una fauna aut¨®ctona de la ciudad de Washington que se afila los dientes para recibir con aprensi¨®n al pr¨®ximo presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien ha prometido poner freno al imperio de esos par¨¢sitos que mueven influencias y dictan subterr¨¢neamente las leyes del poder y el dinero.
Estos brillantes personajes de traje oscuro y tirantes, que copan los principales c¨®cteles de Washington y controlan el mundo desde el tel¨¦fono de su autom¨®vil, escuchan a Clinton prometer su revoluci¨®n ¨¦tica desde Little Rock y piensan para sus adentros que el nuevo presidente pronto se encontrar¨¢ con la cruda realidad de que este pa¨ªs es ingobernable sin los lobbies.El, diccionario Webster define al lobbista como "la persona que, actuando para un grupo de intereses especiales, trata de in fluir en la introducci¨®n o en la votaci¨®n de ciertas leyes o en las decisiones de los ¨®rganos de Gobierno", y al lobby, como a "un grupo de lobbistas que trabajan en favor de un grupo de intereses especiales".
Un informe oficial del Con greso norteamericano afirma que "hacer lobby es el proceso de conseguir ciertos objetivos pol¨ªticos, a menudo a favor de intereses privados, mediante la aplicaci¨®n selectiva de la presi¨®n pol¨ªtica. En el sistema pol¨ªtico norteamericano es, como siempre ha sido, un elemento persuasivo en. la labor pol¨ªtica p¨²blica".
La Primera Enmienda de la Constituci¨®n de Estados Unidos consagra el derecho del pueblo para "pedir al Gobierno reparaci¨®n por los agravios", lo que, de hecho, legaliza la tarea de los lobbies como un elemento central de la democracia norte americana. Desde 1946, la actividad de los lobbies est¨¢ regula da por una ley federal que ¨²nicamente exige a esos grupos registrar sus nombres, as¨ª como los de sus clientes los intereses que defienden y el dinero que invierten en su trabajo. El n¨²mero de lobbies ha ido creciendo en proporci¨®n geom¨¦trica en los ¨²ltimos a?os hasta llegar a los m¨¢s de 8.000 oficialmente registrados en la actualidad,, aunque un informe del Congreso calcula que una cantidad dos veces mayor de lobbistas est¨¢ trabajando sin registro en Washington.
Despachos de abogados
El lobby m¨¢s com¨²n es un despacho de abogados, Estados Unidos, que cuenta con unos 3.500 abogados por cada mill¨®n de habitantes, es el pa¨ªs con m¨¢s abogados del mundo per c¨¢pita. Pero tambi¨¦n act¨²an como lobby las asociaciones gremiales o los grupos aparentemente dedicados a labores no lucrativas.
Las grandes empresas y los sindicatos no est¨¢n autorizados a actuar directamente en ese campo, pero para ello crean lo que se denomina Comit¨¦s de Acci¨®n Pol¨ªtica, que representan los intereses de esos sectores. En las elecciones legislativas de 1986, por ejemplo, el Comit¨¦ de Acci¨®n Pol¨ªtica de los empresarios de bienes ra¨ªces bati¨® el r¨¦cord de donaciones en una campana pol¨ªtica, con cerca de tres millones de d¨®lares entregados a distintos candidatos.
Desde los poderosos lobbies que defienden los intereses de las compa?¨ªas petroleras, especialmente la Asociaci¨®n Independiente de Petr¨®leo de Am¨¦rica, y de la industria de armas, hasta la Asociaci¨®n Internacional del Helado, que celebra cada mes de junio una gala a la que asisten, destacadas figuras pol¨ªticas, pasando por las Madres contra el Consumo de Alcohol, los veteranos de guerra o las asociaciones de alquiler de coches, los m¨¢s insospechados y diversos intereses cuentan con protecci¨®n en los despachos de la capital norteamericana.
Los mayores lobbies son la Asociaci¨®n de Jubilados de Am¨¦rica, con 24 millones de miembros, y la Asociaci¨®n del Autom¨®vil Americano, con casi 28 millones de integrantes. Una de las que m¨¢s influencia ha tenido en los ¨²ltimos a?os es la Asociaci¨®n Nacional del. Rifle (NRA), que cuenta con el ex presidente Ronald Reagan entre sus tres millones de miembros, y que ejerce presi¨®n en contra de cualquier ley que pretenda restringir el acceso a armas de fuego. La NRA se ha destacado en la financiaci¨®n de campanas pol¨ªticas para evitar que lleguen al Congreso candidatos opuestos a sus intereses.
El presidente de la NRA, James Baker, ha declarado abiertamente que el n¨²mero de congresistas que est¨¢n catalogados como "de m¨¢xima fiabilidad" despu¨¦s de las elecciones del 3 de enero ha pasado de 147 a 199.
Intereses for¨¢neos
Las compa?¨ªas y los Gobiernos. extranjeros tambi¨¦n est¨¢n autorizados a hacer lobby en Estados Unidos mediante normas reguladas por una ley federal de 1938. Italia, Grecia, Israel e Irlanda, que cuentan con influ-
'Tiburones ' en el r¨ªo Potomac
yentes comunidades de descendientes en este pa¨ªs, son los pa¨ªses que m¨¢s han actuado en esa misi¨®n, especialmente Israel, representado por distintos grupos de intereses jud¨ªos. Pero casi todas las dem¨¢s naciones del mundo cuentan con agentes que protegen sus intereses en Washington. Abu Dhabi, por ejemplo, pag¨® cuatro millones de d¨®lares en 1992 a la firma de abogados Patton-Boggs por la defensa de sus negocios. Espa?a tiene legalmente registrados cinco lobbies a su favor en el Departamento de Justicia. El m¨¢s antiguo, desde 1972, est¨¢ todav¨ªa registrado a nombre del Ministerio de Informaci¨®n `y Turismo y el ¨²ltimo de ellos, inscrito el pasado mes de mayo, est¨¢ para defender los intereses del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Catalu?a.La firma de abogados que representa a la Generalitat, Hill and KnowIton, Inc., es una de las de mayor prestigio y m¨¢s caras de toda la ciudad. Una simple consulta con el presidente de esa firma, Robert Gray, cuesta 450 d¨®lares a la hora (algo m¨¢s de 51.000 pesetas).
La organizaci¨®n Spain 92, que se ha encargado hasta ahora de coordinar los actos para la celebraci¨®n del V Centenario del Descubrimiento de Am¨¦rica, pretende reciclarse como lobby a partir del pr¨®ximo a?o, si es capaz de encontrar el enorme presupuesto que supone una buena representaci¨®n.
Una reuni¨®n de dos horas con un grupo de abogados de fama en Washington cuesta un promedio de 18.000 d¨®lares (unos dos millones de pesetas). El jeque Kamal Adham, al que se supone vinculado al Banco de Cr¨¦dito y Comercio Internacional (BCCI), pag¨® el a?o pasado 600.000 d¨®lares a Edward Rogers, un lobbista que previamente hab¨ªa trabajado como asesor del ex jefe de gabinete del presidente George Bush, John Sununu.
Los ex altos funcionarios son los lobbistas m¨¢s solicitados por las empresas dedicadas a. ese negocio, puesto que se supone conservan los m¨¢s deseados instrumentos para cumplir con el trabajo de presi¨®n pol¨ªtica: informaci¨®n y contactos.
Bill Clinton pretende cortar con esa pr¨¢ctica poniendo en vigor una ley que proh¨ªba a los funcionarios p¨²blicos trabajar como, lobbistas en un plazo de cinco a?os despu¨¦s de haber abandonado su puesto en la Administraci¨®n.
Rodeado de 'Iobbistas'
En el entorno del presidente electo sobreviven, sin embargo, algunos notorios lobbistas con fuertes influencias en Washington. Tanto el presidente como el director de su comit¨¦ de transici¨®n, Vernon Jordan y Warren Christopher, trabajan en despachos de abogados que representan intereses de empresas nacionales y extranjeras. El presidente de la campana electoral de Clinton, Mickey Kantor, y el jefe del Partido Dem¨®crata, Ron Brown, tambi¨¦n act¨²an como lobbistas.
El trabajo de Vernon Jordan a favor de los intereses de la empresa Nabisco Holding Corporation, que fabrica, entre otras cosas, cigarrillos, ha provocado especialmente cr¨ªticas en Estados Unidos. Un contundente editorial del diario The New York Times le ped¨ªa al presidente del comit¨¦ de transici¨®n que renuncie inmediatamente a la representaci¨®n de "un producto que mata 430.000 personas al a?o".
Pese a las promesas de Clinton, pocos creen que el poder de los lobbies decrezca f¨¢cilmente. Al contrario, algunos esperan que el negocio aumente durante la Administraci¨®n dem¨®crata, que ha anunciado, entre otras cosas, mayores cargas fiscales para las empresas extranjeras que operan en Estados Unidos. "Con el pr¨®ximo Gobierno puede haber m¨¢s negocio porque puede aumentar la necesidad de que nos ocupemos de los intereses de nuestros clientes en Washington", afirma el superlobbista Timothy May, del superlobby Patton-Boggs.
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