Contra el racismo y la xenofobia

VIVIMOS TIEMPOS dif¨ªciles en los que la crisis econ¨®mica aporta su grado de incertidumbre y desasosiego ante el futuro inmediato. Pero tambi¨¦n en los tiempos dif¨ªciles es conveniente defender las convicciones, las creencias, todo aquello que conforma el esp¨ªritu de la mayor¨ªa de las gentes. La manifestaci¨®n que se convoca hoy, suscrita por los partidos pol¨ªticos de mayor implantaci¨®n (PSOE, Partido Popular, Izquierda Unida y CDS) y las centrales sindicales mayoritarias (UGT, CC OO y USO), adem¨¢s de asociaciones sociales y de inmigrantes, cristaliza en alguna medida la convicci¨®n del ser humano en su capacidad de convivencia y tolerancia.El asesinato de Lucrecia P¨¦rez -al margen de que la autor¨ªa remita a grupos fascistas o nazis o a mafias organizadas que trafican con los inmigrantes: las dos opciones consideran al otro enemigo o mercancia- se ha convertido en un revulsivo social y pol¨ªtico leg¨ªtimo, y, sobre todo, necesario. Pero tanto o m¨¢s que por los brotes racistas que han surgido durante estos a?os en la sociedad espa?ola -apaleamientos, quemas de viviendas, explotaci¨®n econ¨®mica y marginaci¨®n social, y es posible que hasta asesinatos- procede poner coto cuanto antes a estas actitudes por los riesgos que comportan para la convivencia futura. De ah¨ª la urgencia de ir creando una conciencia colectiva que contemple como una hip¨®tesis nada descabellada la de que muchos ciudadanos son realmente racistas y xen¨®fobos, y que se manifiestan como tales siempre que exista ocasi¨®n para ello. S¨®lo desde este reconocimiento sincero habr¨¢ alguna posibilidad de contener esta todav¨ªa incipiente ola de racismo y xenofobia y de arbitrar los medios -legales y sociales- que impidan su expansi¨®n.

Frente a las maniqueas simplificaciones que equiparan al colectivo de inmigrantes con delincuentes, cabe recordar la hipocres¨ªa social que permite subemplear diariamente a los mismos y abominar de ellos los fines de semana. No es f¨¢cil solucionar el conflicto que plantea, o puede plantear, la llegada masiva de inmigrantes econ¨®micos. Pa¨ªses hipersensibles al problema por su muy reciente pasado, como Alemania, est¨¢n a punto de modificar su Constituci¨®n para frenar en alguna medida la avalancha de refugiados econ¨®micos, o, cuando menos, agilizar la resoluci¨®n de sus peticiones concretas de asilo pol¨ªtico. Las dificultades econ¨®micas generales modifican en alguna medida las expectativas de generosidad de los pa¨ªses tradicionalmente recipiendiarios de inmigrantes.

Aprovechar esas dificultades para reivindicar conceptos como patria o raza no s¨®lo es manipular la historia y correr un tupido velo sobre las responsabilidades hist¨®ricas de los pa¨ªses desarrollados frente a los componentes del cada vez m¨¢s amplio tercer mundo; es, tambi¨¦n y sobre todo, manipular las conciencias, culpabilizar al otro, al extra?o, de las propias incapacidades y torpezas.