Nueva devaluaci¨®n
COMO ERA previsible, la reuni¨®n del Comit¨¦ Monetario de la CE -convocada este fin de semana a instancias del Gobierno espa?ol-, se ha saldado con una nueva devaluaci¨®n de la peseta y del escudo portugu¨¦s, ambas en el 6%. Se espera que este nuevo tipo de cambio central de que dispone nuestra moneda contribuya a eliminar la situaci¨®n de interinidad que ha dominado en los mercados financieros espa?oles durante los dos ¨²ltimos meses, con consecuencias tan negativas para la econom¨ªa.Desde el inicio de la crisis, el pasado septiembre, la peseta era tributar¨ªa de la desigual resoluci¨®n de las tensiones cambiarias experimentadas en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME). Tras el abandono de la libra esterlina y la lira italiana, la voluntad del Gobierno espa?ol de mantener a la peseta en esa disciplina oblig¨®, tras la devaluaci¨®n en solitario de un 5% en su tipo de cambio central el pasado 17 de septiembre, al establecimiento de regulaciones excepcionales por el Banco de Espa?a, destinadas b¨¢sicamente a disuadir las operaciones en pesetas por no residentes. Una regulaci¨®n de efectos negativos sobre la estabilidad de los mercados financieros y la credibilidad de la econom¨ªa espa?ola, sin que por ello nuestra moneda quedara completamente preservada de las presiones especulativas en los mercados.
Paralelamente, el Bundesbank (banco central alem¨¢n) prestaba un apoyo inusual a las autoridades francesas para neutralizar las tensiones depreciadoras del franco. Las jornadas posteriores han puesto de manifiesto esa diferenciaci¨®n entre las distintas monedas del SME, m¨¢s all¨¢ de los desiguales fundamentos de las respectivas econom¨ªas.
La iniciativa adoptada ahora por las autoridades espa?olas es tanto m¨¢s razonable cuanto m¨¢s se aplazaba la resoluci¨®n definitiva de la crisis cambiar¨ªa en la CE. Esperar al retorno de la lira italiana o a la evaluaci¨®n por ese Comit¨¦ Monetario de las conclusiones de la encuesta cursada a las autoridades monetarias nacionales sobre la reforma del SME, no habr¨ªa conseguido sino alimentar la situaci¨®n de interinidad en que se encontraban los mercados, incrementar la intensa p¨¦rdida de reservas de las ¨²ltimas jornadas y, en definitiva, demorar la necesaria reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s que la desaceleraci¨®n de la econom¨ªa y el fuerte aumento del desempleo exigen.
Hasta ahora, esa relajaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria estaba efectivamente supeditada al respeto a la disciplina cambiaria. Cualquier movimiento a la baja de los tipos de inter¨¦s habr¨ªa presionado sobre la manifiesta debilidad de la peseta. El nuevo tipo de cambio central de nuestra moneda ha de permitir descensos graduales en el precio del dinero, tanto m¨¢s necesarios cuanto m¨¢s escasa se ha manifestado la eficacia de su nivel, relativamente elevado, en la reducci¨®n de las tensiones inflacionistas de nuestra econom¨ªa.
Como han demostrado las devaluaciones anteriores, los efectos favorables en t¨¦rminos de ganancias en la competitividad de las empresas exportadoras espa?olas originadas por el nuevo tipo de cambio de la peseta se ver¨¢n contrarrestados por los aumentos en el valor de las importaciones y los deslizamientos inflacionistas. Evitarlo exige que esa alteraci¨®n cambiaria vaya acompa?ada de medidas complementarias como ha recomendado el Comit¨¦ Monetario: el levantamiento de las restricciones impuestas por la circular del Banco de Espa?a que impone penalizaciones sobre la libre operativa en los mercados de los no residentes, la aplicaci¨®n del cat¨¢logo de reformas estructurales destinadas a eliminar esos quistes inflacionistas ante los que la pol¨ªtica monetaria se ha mostrado incapaz y la propiciaci¨®n de un esquema de concertaci¨®n sobre el que articular una pol¨ªtica de rentas que garantice una justa distribuci¨®n en. los esfuerzos necesarios para superar la crisis econ¨®mica.
Al Gobierno le corresponde evaluar en un a?o electoral su capacidad y disposici¨®n para hacer en estos pr¨®ximos meses gran parte de un trabajo que ten¨ªa que haber hecho en los ¨²ltimos cinco a?os. Autoridad no le falta, pero tampoco faltan razones para dudar de la disposici¨®n de energ¨ªa suficiente para un empe?o tal. De no hacerlo, esta nueva devaluaci¨®n ser¨¢ tan ineficaz como tantas otras en nuestra historia.
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