La tensa serenidada de los hijos

En la sala de m¨²sica del instituto de bachillerato Felipe II, los alumnos de Primero A contemplaban un v¨ªdeo sobre los instrumentos. de metal de la orquesta y atend¨ªan a las explicaciones de la profesora. Se oy¨® entonces la tremenda explosi¨®n. Las ventanas de la clase se estremecieron. La mayor¨ªa de los estudiantes corri¨® hacia los cristales empa?ados a¨²n por la humedad de la intensa niebla de la ma?ana."Ha sido en tu casa", le dijo alguien a Celia S. "No" , respondi¨®, "la humareda sale de detr¨¢s de mi torre". Entonces cay¨® en la cuenta y mir¨® a su amiga Gema P., que hab¨ªa permanecido inm¨®vil en su asiento. Gema, hija de un guardia civil, vive en la zona donde se produjo el atentado. Celia la vio conmocionada, nerviosa, tensa, pero serena. Con esa misma serenidad camin¨® a su lado, como cada d¨ªa, despu¨¦s de la jornada lectiva.

Un helic¨®ptero sobrevolaba el barrio y el griter¨ªo de los coches patrulla. Gema andaba cada vez m¨¢s de prisa. Al llegar a la altura de la casa de Celia, se despidi¨® y ech¨® a correr decididamente. M¨¢s tarde hablar¨ªan por tel¨¦fono. "No nos ha pasado nada", le dijo Gema. En alguna escuela lejana, el hijo de un valiente gudari escuchaba las explicaciones de su profesor, tal vez sobre los instrumentos de metal de la orquesta.