Alalpardo est¨¢ cerca de Santo Domingo

Valdeolmos-Alalpardo, un municipio madrile?o de 1.300 habitantes, ha estrechado lazos con la localidad dominicana de Vicente Noble desde el pasado fin de semana. El viernes, este pueblo, situado a 32 kil¨®metros de Madrid, recibi¨® a 59 inmigrantes caribe?os, que fueron alojados en la residencia El Retorno. Todos ellos malviv¨ªan en la antigua discoteca Four Roses, donde fue asesinada Lucrecia P¨¦rez el pasado 13 de noviembre, y en otros edificios abandonados de Aravaca. Todos, o casi todos, proceden de la ciudad agr¨ªcola de Vicente Noble, en el sureste de la Rep¨²blica Dominicana.El primer sentimiento de los inmigrantes, nada m¨¢s poner el pie en Alalpardo, fue de desaz¨®n. Un viaje dilatado por los atascos y las esperas, la lluvia y la noche les dej¨® la desagradable sensaci¨®n de estar perdidos en medio de la meseta castellana. Cinco d¨ªas despu¨¦s ven las cosas de otro color, aunque siguen quej¨¢ndose de lo mismo: los kil¨®metros que les separan de la ciudad.

Los dominicanos no ahorran elogios para hablar de las comodidades del recinto y del trato del personal de la residencia y del pueblo. Despu¨¦s de meses pasando miedo y penurias aprecian este calor. Pero estar tan lejos de Madrid lo viven como un obst¨¢culo para alcanzar su objetivo: encontrar trabajo. Los d¨ªas laborables salen cinco autobuses en direcci¨®n a la ciudad, que quedan reducidos a tres en los festivos.

"Cada uno se arregla como puede, pero nadie nos avis¨® de que nos iban a traer tan lejos", aseguran. Algunos disconformes, nadie sabe si son dos u ocho, se han marchado. La mayor¨ªa intenta aprovechar la oportunidad y, adem¨¢s, esperan que las autoridades cumplan su compromiso de tenerles all¨ª un m¨¢ximo de 15 d¨ªas. ?ste es el tiempo que el Ayuntamiento de Madrid necesita para habilitar un colegio p¨²blico de la ciudad como refugio de estos inmigrantes durante seis meses.

Los tr¨¢mites para conseguir que los dominicanos pudieran abandonar los destartalados edificios que ocupaban desde hace tiempo han sido largos e intrincados. El Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid y la Administraci¨®n central eran conscientes de que los inmigrantes no pod¨ªan seguir viviendo entre basura y a merced de otros pistoleros como los que asesinaron a Lucrecia.

Pero la pelota botaba de un tejado a otro sin que llegara la soluci¨®n. Finalmente, casi un mes despu¨¦s del crimen, la Direcci¨®n General de Migraciones, dependiente del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, ha propiciado su realojamiento.

En cinco d¨ªas, los h¨¢bitos de la residencia, destinada a acoger emigrantes espa?oles retornados, se han revolucionado. Los pocos espa?oles alojados y los dominicanos trabajan al alim¨®n para mantener el lugar limpio y agradable. Hasta la comida ha cogido un cierto sabor caribe?o. Tambi¨¦n el pueblo tiene aires nuevos. La ¨²nica taberna de Alalpardo, el bar Rivas, situado en la plaza, cuenta durante estos d¨ªas con estos nuevos clientes y contertulios venidos de otras latitudes m¨¢s c¨¢lidas.