Yeltsin apuesta por el riesgo
El presidente ruso pasa a la ofensiva como cuando se rebel¨® contra los golpistas de agosto
El temperamento impulsivo y aventurero de Bor¨ªs Yeltsin aflor¨® ayer a la superficie, como un volc¨¢n en erupci¨®n, cuando el presidente ruso plante¨® ante los boquiabiertos diputados una cuesti¨®n que se resum¨ªa en un sencillo dilema: "Yo o el Congreso". Despu¨¦s de haber pasado varios d¨ªas escuchando en silencio e impert¨¦rrito en la tribuna del Congreso quejas y diatribas, Yeltsin sali¨® ayer de la aparente postraci¨®n y se reencontr¨® a s¨ª mismo en el terreno que m¨¢s le caracteriza: la apuesta, el riesgo y el azar, como en sus mejores tiempos, cuando era el rebelde que desafiaba a Mija¨ªl Gorbachov y al Politbur¨® del PCUS, o como en la infancia, cuando perdi¨® tres dedos jugando con un petardo.
El dilema que ayer plante¨® Yeltsin no es nuevo. Ha sido estudiado, analizado en todas sus posibles variantes de resoluci¨®n (constitucionales y no constitucionales) por Guennadi B¨²rbulis, su hombre de confianza, y por su equipo de pensadores. B¨²rbulis hab¨ªa pulsado el estado de ¨¢nimo en los cuarteles, en el mando militar, en la poblaci¨®n y en la comunidad internacional para ver c¨®mo reaccionar¨ªan todos estos sectores en el caso de que el Presidente se decidiera por algo parecido a un fujimorazo.En octubre, en una reuni¨®n con periodistas extranjeros, entre ellos esta corresponsal, B¨²rbulis denunci¨® una supuesta conspiraci¨®n en la que participaba el Parlamento, su jefe Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov, los centristas de la Uni¨®n C¨ªvica, con Arkadi Volski y Nikol¨¢i Travkin, a la cabeza, y, por supuesto, los sectores procomunistas y nacionalistas que hoy forman el Frente de Salvaci¨®n Nacional.
Ni B¨²rbulis ni los otros altos funcionarios que se sumaron a tal denuncia (el ministro de Exteriores, Andr¨¦i K¨®zirev, el de Medios de Comunicaci¨®n, Mija¨ªl Poltaranin, y el jefe del Comit¨¦ de Privatizaci¨®n, VIadimir Shumeiko) dieron detalles concretos sobre aquella supuesta conjura.
Lucha por el poder
En realidad, lo que hab¨ªa tras sus palabras era algo tan simple como la lucha por el poder, que durante m¨¢s de un a?o ha sido la lucha por la conquista de la mente y la voluntad de Boris Yeltsin. Los altos funcionarios que denunciaban conspiraciones y conjuras estaban en realidad celosos, porque Yeltsin hab¨ªa dirigido su atenci¨®n hacia los sectores de la Uni¨®n C¨ªvica, con los cuales B¨²rbulis y los suyos no quer¨ªan -ni quieren- ning¨²n compromiso.
El presidente de Rusia est¨¢ rodeado de sectores irreconciliables entre s¨ª, no tanto sobre una base ideol¨®gica como sobre una base personal. Y todos estos sectores han competido por asegurarse el amor exclusivo del presidente, que ha coqueteado con todos ellos, pero no se ha dejado domesticar.
El vicepresidente, Alexandr Rutsk¨®i, dej¨® traslucir estos celos ayer ante el Congreso cuando afirm¨® que tras las palabras de Yeltsin se notaba la influencia de "la pandilla pol¨ªtica" que ha conducido al presidente y al Congreso al enfrentamiento. Rutsk¨®i no dio nombres, pero todos entendieron que se trataba de Guennadi B¨²rbulis y, por extensi¨®n, del Gobierno, cuyo titular en funciones debe su puesto a B¨²rbulis y m¨¢s exactamente a Alexei Golovkov, un personaje poco conocido internacionalmente que fue secretario de B¨²rbulis.
La lucha por la conquista de la voluntad de Yeltsin, que comenz¨® inmediatamente despu¨¦s del abortado golpe de Estado de agosto de 1991, ha pasado por distintas fases. Sin embargo, los grupos que pueden distinguirse en esta guerra de intrigas son cuatro: B¨²rbulis apoyado por el Gobierno, Jasbul¨¢tov apoyado por el Parlamento, Rutsk¨®i apoyado por los centristas de la Uni¨®n C¨ªvica y, por ¨²ltimo, los fieles aparatchiki oriundos de SverdIovsk que trabajan junto al presidente, tales como luri Petrov, el jefe de la Administraci¨®n Presidencial y Victor lliushin, el jefe del Secretariado.
Esta divisi¨®n a grandes rasgos se ha difuminado a veces con distintas alianzas temporales. En las ¨²ltimas semanas, observadores pol¨ªticos creen detectar s¨ªntomas de escisi¨®n o distanciamiento en el t¨¢ndem formado por B¨²rbulis y el Gobierno.
Estilo personal
Al margen de las fluctuaciones que se producen en el grado de influencia de los distintos grupos, el crisol de las decisiones pol¨ªticas hoy en Rusia sigue siendo Bor¨ªs Yeltsin, que tiene una forma absolutamente personal e imprevisible de reaccionar ante lo que sus allegados intentan transmitirle. El presidente de Rusia parece confuso y desorientado en las situaciones complejas que exigen soluciones matizadas, pero se encuentra en su elemento en las situaciones l¨ªmite, como demostr¨® en agosto de 1991. Ayer, Yeltsin cre¨® un escenario a su medida, pero la situaci¨®n no es la misma que exist¨ªa cuando ¨¦l estaba en la oposici¨®n.
Tras la destrucci¨®n de la URSS, la legitimidad de las instituciones pol¨ªticas es enormemente fr¨¢gil y todos los que tienen acceso a alg¨²n puesto de decisi¨®n, sea en el centro, en las provincias o en las rep¨²blicas nacionales aspiran a hacerse fuertes contra todos los dem¨¢s. Por eso, el gesto impulsivo y osado de Yeltsin es sumamente arriesgado.
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