Yeltsin rompe con el Parlamento y pide un refer¨¦ndum para decidir qui¨¦n manda
El presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, declar¨® ayer abiertamente la guerra al Congreso de los Diputados y a su jefe, Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov, al pedir un refer¨¦ndum de imprevisibles consecuencias para el Estado que, de celebrarse, conducir¨ªa a elecciones anticipadas el 27 de marzo de 1993. Estas elecciones ser¨ªan presidenciales si Yeltsin pierde la consulta, y legislativas si sale vencedor. Lo parad¨®jico es que el presidente podr¨ªa ganar el refer¨¦ndum y perder las elecciones, puesto que los sondeos dan una expectativa de voto a su partido, Rusia Democr¨¢tica, de s¨®lo el 20%.Yeltsin dio ayer el aventurado paso de llevar ante la opini¨®n los conflictos que hasta ahora se han desarrollado en los salones del Kremlin, ante la indiferencia o, en ocasiones, la irritaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica, que est¨¢ hastiada de escol¨¢sticas discusiones que en nada afectan a una vida cotidiana donde la sobrevivencia es cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil.
El riesgo asumido por el presidente es grande, puesto que hay dudas sobre la legalidad de la propuesta. El presidente del Tribunal Constitucional inst¨® ayer a Yeltsin y al presidente del Parlamento, Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov, a que se sentaran a negociar una salida de la crisis.
Paralelamente, el Ej¨¦rcito y los ministerios de Seguridad y de Interior hicieron saber ayer que no apoyar¨¢n ninguna acci¨®n anticonstitucional, y el titular de Defensa, P¨¢vel Grachov, fue m¨¢s lejos que sus colegas al repetir, con gran ¨¦nfasis, que "el Ej¨¦rcito est¨¢ fuera de la pol¨ªtica, y con esto est¨¢ dicho todo".
Yeltsin acusa al Congreso ruso de perpetrar un golpe de Estado y destruir la reforma
En esa reuni¨®n, el alto mando militar hizo saber al ministro de Defensa que no apoyar¨ªa ninguna acci¨®n anticonstitucional. La inesperada declaraci¨®n de Yeltsin sorprendi¨® incluso al jefe del Gobierno en funciones, Yegor Gaidar, que el mi¨¦rcoles hab¨ªa sido rechazado por el Congreso, pero que se dispon¨ªa a seguir ejerciendo tranquilamente sus actuales funciones, por lo menos, durante tres meses m¨¢s. Gaidar apoy¨® la convocatoria de Yeltsin, pero se?al¨® que el presidente hab¨ªa tomado la decisi¨®n "por su cuenta" y sin discutirla previamente con el Gobierno.Las fisuras que se evidenciaron ayer ante el Congreso de los Diputados fueron profundas, porque hasta el mismo vicepresidente de la Federaci¨®n Rusa, el generaI Alexandr Rutsk¨®i, tom¨® partido a favor del Congreso y en contra de Yeltsin, exhort¨® a no permitir el "cisma de la sociedad" y revel¨® que hab¨ªa intentado convencer al presidente de que se abstuviera de exhortar al refer¨¦ndum. "La sociedad puede no soportar una sobretensi¨®n", sentenci¨® Rusk¨®i.
Seg¨²n la Constituci¨®n, el presidente no tiene derecho a convocar un refer¨¦ndum. Para hacerlo se necesita, o bien un mill¨®n de firmas, o bien un tercio de los miembros del Congreso, es decir 347 diputados. Los diputados votaron ayer una declaraci¨®n en la que vienen a decir que podr¨ªan aceptar el refer¨¦ndum, pero no con el planteamiento del presidente, sino como consulta para celebrar elecciones anticipadas.
Bor¨ªs Yeltsin no pudo ayer ni siquiera movilizar tras de s¨ª este n¨²mero de parlamentarios cuando, al acabar su intervenci¨®n, pidi¨® a quienes estuvieran con ¨¦l que abandonaran la sala de sesiones del Congreso. Alrededor de 180 diputados siguieron al presidente a la sala de las Facetas del Kremlin, donde Yeltsin anunci¨® que tiene la intenci¨®n de liderar el nuevo partido pol¨ªtico que pretende constituir para asegurarse un apoyo social.
Para dejar constancia de su retorno a su estilo populista Yeltsin acudi¨® por la tarde a arengar a los obreros de una f¨¢brica de autom¨®viles de Mosc¨², una pr¨¢ctica que era habitual cuando era un perseguido pol¨ªtico y compet¨ªa por un esca?o en el Parlamento sovi¨¦tico, en 1989, y en el ruso, en 1990.
Con un estilo en¨¦rgico e impulsivo, Yeltsin acus¨® ayer al Congreso de perpetrar un golpe de Estado para eliminarle a ¨¦l, como presidente, conjuntamente con el Gobierno, y dar al traste con la reforma econ¨®mica en abril de 1993, cuando se celebr¨¦ la pr¨®xima sesi¨®n del superparlamento ruso de 1.041 diputados.
Abucheos e insultos
Un abucheo, que reflejaba asombro e indignaci¨®n a la vez, recorri¨® la vetusta sala del Gran Palacio del Kremlin cuando Yeltsin empez¨® a insultar a los diputados, llam¨¢ndoles "descarados, groseros y malignos", y, por primera vez, atac¨® personalmente a Rusl¨¢n Jasbul¨¢tov, acus¨¢ndole de colaborar con el Frente de Salvaci¨®n Nacional (FSN), que aglutina a sectores comunistas y nacionalistas rusos.
El Congreso "ha decidido repetir y realizar ahora el golpe de Estado paulatino que no se consigui¨® en agosto de 199l", manifest¨® Yeltsin, que culp¨® al superparlamento ruso de crear "condiciones insoportables" para el Gobierno.
"El reci¨¦n creado Frente de Salvaci¨®n Nacional da el pecho por el jefe del Parlamento. La Constituci¨®n, o lo que de ella queda, convierte al S¨®viet Supremo, a su direcci¨®n y a su presidente en los ¨²nicos gobernantes de Rusia. Ellos se ponen por encima de todos los ¨®rganos del poder ejecutivo y, como antes, no responden por nada", sentenci¨® Yeltsin, se?alando a Jasbul¨¢tov como el principal partidario de una "dictadura del poder legislativo".
Jasbul¨¢tov reaccion¨® de modo fulminante a las iras presidenciales, dimiti¨® de su cargo y abandon¨® la sala con un gesto teatral. "He sido ofendido por el m¨¢ximo dirigente de la Rep¨²blica, y, por tanto, no puedo seguir ocupando este cargo", dijo. Sin embargo, volvi¨® triunfante al recinto cuando los diputados solicitaron su regreso por 664 votos a favor y 12 en contra, y el futuro de su dimisi¨®n qued¨® en el aire como una inc¨®gnita.
El refer¨¦ndum que solicit¨® ayer Yeltsin parte de la idea de implantar en Rusia una l¨ªnea ¨²nica de poder fuerte que asegure la realizaci¨®n de las reformas en el pa¨ªs. En buena l¨®gica, cabr¨ªa esperar que, de triunfar el presidente, ¨¦ste aboliera temporalmente las instituciones parlamentarias para actuar libremente. Yeltsin, sin embargo, no se ha atrevido a afrontar las consecuencias de este paso, que ser¨ªa anticonstitucional y, como se vio ayer en el Congreso, no contar¨ªa con el respaldo del Ej¨¦rcito.
Puestas as¨ª las cosas, el planteamiento de Yeltsin resulta, cuanto menos, inconsecuente, al estar ligado a unas elecciones que, en las circunstancias actuales, y seg¨²n todos los pron¨®sticos, registrar¨ªan una baja participaci¨®n y reproducir¨ªan en un nuevo Parlamento una correlaci¨®n de fuerzas tanto o m¨¢s dispersa y fragmentada.
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