"Pagamos el precio del crecimiento incontrolado"
"Es verdad que mi ciudad puede parecer paradigma de todas las tensiones urbanas, pero tambi¨¦n demuestra que se pueden encontrar soluciones a problemas aparentemente imposibles de manejar", afirma con un innegable optimismo. "Son problemas que vienen de lejos", explica. "La ciudad de M¨¦xico ha pasado de tener 1,5 millones de habitantes a 16 millones en s¨®lo 40 a?os, es decir, cuatro veces el crecimiento de Londres en la mitad de tiempo. En los a?os setenta, crec¨ªamos a un ritmo del 6% al a?o. Hoy hemos logrado reducir este porcentaje al 2,2%"."Hemos tenido que pagar el precio del crecimiento incontrolado de los a?os cuarenta, cuando el pa¨ªs se industrializ¨® a marchas forzadas siguiendo una estrategia de sustituci¨®n de importaciones, prosigue Manuel Camacho. "Todo el esquema de incentivos fiscales y ayudas del Estado estaba concebido para reforzar la tendencia natural de los industriales a instalarse en la capital. Adem¨¢s, no hab¨ªa otra ciudad lo suficientemente importante como para repartir mejor el flujo migratorio desde el campo. Nos dimos cuenta demasiado tarde de que el crecimiento no pod¨ªa ser infinito en una ciudad situada a m¨¢s de 2.000 metros de altura en un valle cerrado y aislado todo el a?o".
"Hoy hemos invertido este esquema", recalca el alcalde. "Los cr¨¦ditos preferenciales a largo plazo y los pr¨¦stamos para viviendas tienen ahora como finalidad estimular la instalaci¨®n fuera de la capital. Adem¨¢s, hemos prohibido construir f¨¢bricas contaminantes en la capital. Tambi¨¦n hemos intentado descentralizar la educaci¨®n. En los a?os setenta, el 85% de la educaci¨®n superior estaba concentrado en la capital y hoy este porcentaje ha bajado al 20%. El problema es lograr a la vez controlar un tipo de crecimiento an¨¢rquico sin afectar al mismo tiempo la creaci¨®n de empleo, ya que unos 90.000 j¨®venes se incorporan cada a?o al mercado de trabajo en nuestra ciudad. Lo que intentamos en estas condiciones es renovar el aparato productivo: acabar con la vieja estructura de la industria pesada nacida en un contexto proteccionista y por tanto poco competitiva, y fomentar en su lugar industrias limpias en los sectores de punta".
Uno de los frentes de lucha a la vez m¨¢s urgente y dif¨ªcil fue el del medio ambiente. "Hemos puesto en marcha un plan integral para reducir la contaminaci¨®n", explica Manuel Camacho. "Primero, mejorando la calidad del combustible con la generalizaci¨®n de la gasolina sin plomo, que ya es obligatoria para los veh¨ªculos nuevos. Segundo, fomentando el uso de fuentes de energ¨ªa limpia: la electricidad en la ciudad de M¨¦xico est¨¢ ahora producida con gas natural. Los veh¨ªculos particulares deben someterse a una revisi¨®n dos veces al a?o y cada d¨ªa de la semana est¨¢ prohibida la circulaci¨®n del 20% del parque automovil¨ªstico, de manera rotativa".
"Este plan nos ha costado 5.000 millones de d¨®lares, lo que representa una carga pesada para un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo, pero ha tenido efectos muy positivos sobre los niveles de ¨®xido de azufre y plomo. Los industriales se quejan de que las medidas medioambientales reducir¨¢n sus m¨¢rgenes, que son ya muy estrechos, pero este argumento no nos convence, toda vez que la tecnolog¨ªa moderna permite reducir la contaminaci¨®n industrial a bajo coste: hemos calculado que con una inversi¨®n de 100 millones de d¨®lares se podr¨ªan reducir en un 60% las emisiones de part¨ªculas".
"El drama de una ciudad del tama?o de la nuestra", concluye el alcalde de M¨¦xico, "es que sus problemas se convierten r¨¢pidamente en inmanejables si no se resuelven conforme van apareciendo. No podemos permitirnos perder tiempo".
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