La cumbre de Edimburgo permite que Maastricht sobreviva sin eliminar todos los focos de conflicto
El Tratado de Maastrich est¨¢ todav¨ªa vivo y coleando, al decir de todos los jefes de Estado y de Gobierno de los Doce en sus respectivas conferencias de prensa, celebradas a toda prisa en la madrugada del domingo, tras el torbellino de un Consejo Europeo dilatado en horarios, lleno de temas encabalgados y de dureza negociadora. El 1 de enero empezar¨¢n, adem¨¢s, las negociaciones oficiales con los tres primeros postulantes a la ampliaci¨®n de la CE: Austria, Suecia y Finlandia. Una vez ratificado Maastricht, entrar¨¢ en vigor el fondo de cohesi¨®n aprobado en Maastricht y dotado en Edimburgo, que significa un importante bocado para Espa?a. Pero los conflictos siguen bajo la aparente calma de la superficie.
En la fecha m¨¢s que se?alada del primer d¨ªa de 1993 en que entrar¨¢ en vigencia el Mercado ?nico, Dinamarca tomar¨¢ el relevo de la presidencia de la Comunidad Europea (CE) de manos brit¨¢nicas. Sus principales objetivos ser¨¢n, seg¨²n confirmaron tanto el primer ministro Poul Schl¨¹ter como su satisfecho ministro de Exteriores y negociador del estatuto dan¨¦s, Uffe Ellemann-Jensen, la obtenci¨®n en esta segunda ocasi¨®n de la aprobaci¨®n de Maastricht por sus conciudadanos y el impulso a las negociaciones de ampliaci¨®n, en las que los daneses tienen especial inter¨¦s, por cuanto les proporcionan una compa?¨ªa de pa¨ªses de su m¨¢s in mediata ¨¢rea geogr¨¢fica y cultural que les har¨¢ sentirse mucho m¨¢s c¨®modos en la CE. El Gobierno dan¨¦s y los otros socios comunitarios conf¨ªan asimismo que las conversaciones de ampliaci¨®n animen a los ciudadanos a decidirse en favor de la permanencia en la Comunidad.Todos saben que no habr¨¢ lugar para un tercer refer¨¦ndum por lo que se entiende que si los daneses reiteran su negativa, en julio tendremos divorcio o, como m¨ªnimo, separaci¨®n al estilo de la del Pr¨ªncipe Carlos y Diana, que ha conmocionado y, en buena parte, eclipsado las graves deliberaciones de Edimburgo. Con Dinamarca sucede lo mismo que con todos los otros temas calientes de la cumbre: el acuerdo entre los Doce significa que la Comunidad sigue, sin rupturas ni deserciones, pero no cierra sus conflictos. Cada uno de los colosales compromisos de Edimburgo producto de horas y horas de negociaci¨®n, tendr¨¢ su segunda vuelta en los pr¨®ximos meses, si no la tiene enseguida en las pr¨®ximas horas, como se augura ya con las perspectivas financieras.
El plan presupuestario para el fin de siglo de la CE (1993-1999) necesita un acuerdo interinstitucional entre el Consejo de Ministros y el Parlamento Europeo para que ¨¦ste elabore el presupuesto de 1993 y luego el de los siguientes a?os siguiendo la pauta marcada por la cumbre.
No est¨¢ del todo claro que los europarlamentarios accedan de buenas a primeras a aceptar un presupuesto altamente restrictivo para una parte de las nuevas pol¨ªticas incluidas en el Tratado de Maastricht (la PESC o pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n), para la cooperaci¨®n con el Tercer Mundo o para combatir el paro.
?speras segundas vueltas
Si se atiende a las declaraciones y resoluciones aprobadas hasta ahora por el Parlamento Europeo sobre la cuesti¨®n presupuestaria, est¨¢ claro que la segunda vuelta de Edimburgo se producir¨¢ en Estrasburgo y con visos de similar aspereza.
Segunda vuelta habr¨¢ tambi¨¦n en los Comunes y en el seno del Partido Conservador brit¨¢nico, cuyos parlamentarios m¨¢s antieurope¨ªstas hab¨ªan deseado y vaticinado un fracaso de la cumbre que ellos equiparaban a un triunfo del Reino Unido. John Major tiene ante s¨ª un doble calendario, posterior en cualquiera de los casos a la ratificaci¨®n por Dinamarca. O una r¨¢pida ratificaci¨®n al borde del verano o el ritmo lento marcado por los momentos m¨¢s bajos: Comunes en junio, Lores en septiembre, firma real ya bien entrado el oto?o, dentro de un a?o casi. La cumbre nada dijo de plazos obligatorios, por lo que no puede descartarse que a mitad de 1993 se vuelva de nuevo al ritmo del europesimismo.
M¨¢s segundas vueltas: la agricultura francesa y el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) y la libra y el SME, dos parejas que han sido conscientemente aparcadas en la cumbre, pueden proporcionar nuevos motivos para que el Tratado vuelva a entrar en crisis. Los pa¨ªses candidatos cuentan con opiniones p¨²blicas sensibilizadas a los argumentos que han movilizado a daneses y suizos.
La negociaci¨®n de su incorporaci¨®n, que algunos quisieran culminar en el plazo excepcional de un a?o (Espa?a estuvo ocho), no se produce desde una posici¨®n de fuerza de la CE respecto a los candidatos sino al rev¨¦s.
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