Violaci¨®n de menores

Cada vez que los medios de informaci¨®n nos comunican un nuevo caso de violaci¨®n de un menor, no puedo evitar el sentir un profundo estremecimiento y una gran indignaci¨®n. Me imagino c¨®mo se habr¨¢ transformado la sonrisa de ese peque?o-a en un espantoso terror, c¨®mo la belleza de la inocencia es destruida por ese ser abominable.No puedo comprender c¨®mo las leyes, los jueces, se lavan las manos, c¨®mo sus abogados los defienden hasta su absoluci¨®n, c¨®mo se les dan permisos para salir en libertad otorg¨¢ndoseles una nueva oportunidad para reincidir en su delito.

La publicidad les incita con su constante bombardeo de erotismo. Son seres enfermos, que deben ser aislados de la sociedad, y, sin embargo, siguen ah¨ª, entre nosotros. Se hacen campa?as de defensa de animales, de la naturaleza, de la capa de ozono, etc¨¦tera, pero, de nuevo, los ni?os se quedan sin abogado que act¨²e en su favor.

?Es que ninguno, al o¨ªr estos tr¨¢gicos sucesos, no ha pensado lo que experimentar¨ªa si de ni?o les ocurriera algo parecido? La ausencia de respuestas ante la violaci¨®n de un menor, la pasividad con la que se reacciona, me lleva a pensar que vivimos en una sociedad carente de sentimientos, llena de ego¨ªsmo.

Desde estas l¨ªneas, me solidarizo con esos peque?os ultrajados, me uno al dolor de sus padres y hago un llamamiento a todos para que exijamos a nuestros gobernantes una defensa a conciencia de nuestros ni?os; a nuestros juristas, unas leyes que los protejan, porque ellos se merecen esto y mucho m¨¢s.-