Timor y la esperanza
El proceso de descolonizaci¨®n iniciado por Portugal tras el triunfo de la Revoluci¨®n de los Claveles qued¨® incompleto el 7 de diciembre de 1975. Timor Este, territorio de 18.900 kil¨®metros cuadrados en la isla m¨¢s oriental del conjunto insulindio, fue invadido por el Ej¨¦rcito indonesio cuando el proceso de independencia estaba consolid¨¢ndose de com¨²n acuerdo con la naci¨®n administradora, Portugal.La resistencia del pueblo timorense a la pol¨ªtica de hechos consumados impuesta por el Gobierno indonesio y la pasividad internacional se tradujo en una violenta represi¨®n, calificada de genocidio por organismos como Amnist¨ªa Internacional, que ha conducido a un elevado n¨²mero de muertos y desaparecidos, cifrado en un tercio de su poblaci¨®n, que en 1974 era de unos 800.000 habitantes.
La pol¨ªtica de asimilaci¨®n llevada por las autoridades indonesias, anuladora de la identidad cultural, ling¨¹¨ªstica y religiosa del pueblo de Timor Este, ha sido denunciada por instituciones como el Parlamento Europeo y la Comisi¨®n de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su subcomisi¨®n de lucha contra las medidas discriminatorias y de protecci¨®n de las minor¨ªas, en su sesi¨®n de 27 de agosto de 1990.
El cerco de silencio sobre Timor se levant¨® tr¨¢gicamente tras la matanza del cementerio de Santa Cruz, en Dili, el 12 de noviembre de 1991. Doscientos setenta y un muertos, 250 desaparecidos, 382 heridos, fueron el resultado de la violenta represi¨®n de las Fuerzas Armadas indonesias contra los congregados con motivo de las exequias de un joven asesinado 15 d¨ªas antes, de nombre Sebasti?o Gomes, por unidades militares indonesias. La presencia de periodistas extranjeros, expulsados por v¨ªa de urgencia, oblig¨® al Gobierno indonesio a reconocer los hechos, y, ante la conmoci¨®n internacional, abrir una encuesta interna de responsabilidades sobre los mandos militares que se concret¨® en una mascarada de juicio y unas penas simb¨®licas para los generales Warouw y Panjaitan, responsables del Comando Militar de Dili.
Pero el silencio volvi¨® de nuevo sobre Timor. Hace unos d¨ªas, las Fuerzas Armadas indonesias hicieron p¨²blica la detenci¨®n de Xanana Gusmao, l¨ªder de la resistencia. Con ello pretend¨ªan comunicar a la opini¨®n internacional que la oposici¨®n armada hab¨ªa sido descabezada.
Como ciudadanos espa?oles, nuestras convicciones democr¨¢ticas nos llevan a ser solidarios con el pueblo de Timor. El tama?o de los pueblos o su lejan¨ªa geogr¨¢fica no pueden implicar que se sea m¨¢s o menos solidario con ellos. Porque la violaci¨®n de los derechos humanos en cualquier parte del mundo nos hace a todos, directa o indirectamente, un poco menos libres.
El pueblo de Timor debe tener derecho a decidir libremente su destino, a ejercer el derecho a la autodeterminaci¨®n contemplado en la Carta de las Naciones Unidas. Y ello pasa, en primer lugar, porque se ponga en libertad, de manera inmediata e incondicional, a todos los timorenses detenidos por su lucha en pro de la independencia de su pa¨ªs.
Hay que poner en pr¨¢ctica las resoluciones de los organismos parlamentarios internacionales y europeos, y conseguir el libre acceso de las organizaciones humanitarias a la isla: s¨®lo as¨ª la comunidad internacional podr¨¢ detener sobre el terreno el genocidio del que est¨¢ siendo v¨ªctima el pueblo de Timor.
Las Naciones Unidas, desde nuestro punto de vista, deben jugar un papel activo en la resoluci¨®n del contencioso indonesio-portugu¨¦s-timorense. Ser¨ªa, en ese sentido, conveniente que se adoptara un mandato expreso encargando a su secretario general, Butros Gali, facilitar el comienzo de negociaciones urgentes entre las partes.
Espa?a debe contribuir, en la medida de su capacidad, a dar una soluci¨®n justa a este conflicto. Y por eso consideramos que nuestro pa¨ªs, que a partir del 1 de enero formar¨¢ parte del Consejo de Seguridad de la ONU, ha de trabajar a favor de la implementaci¨®n de las resoluciones del Parlamento Europeo, que ha demandado la retirada de las fuerzas indonesias de ocupaci¨®n, la suspensi¨®n de la venta de material militar a Yakarta y la condena de las violaciones de los derechos humanos en Timor Este.
La cultura y la raz¨®n democr¨¢tica, insistimos, se demuestran defendiendo la libertad y el derecho all¨¢ donde, de cualquier forma, los derechos humanos est¨¢n siendo violados. En el caso del pueblo de Timor, el Gobierno indonesio no ha respetado ninguno de esos derechos; los ha violado todos desde su ra¨ªz. ?D¨®nde y c¨®mo hemos de demostrar nuestra raz¨®n democr¨¢tica?
Suscriben este art¨ªculo Cristina Almeida, Marcos Ana, Julio Anguita, Juan Antonio Bardem, Manuel Bonmat¨ª, Francisco Calder¨®n, Marcelino Camacho, Carlos Carnero, Javier Dom¨ªnguez, Francisco Frutos, Juan Carmelo Garc¨ªa, Jos¨¦ Antonio Gimbernat, Antonio Guti¨¦rrez, Francisco Marcell¨¢n, Juan Moreno, Maite N¨²?ez, Alonso Puerta, Manuel Revuelta, Xos¨¦ Luis Romero, Nicol¨¢s Sartorius, Francisca Sauquillo, Mar¨ªa del Carmen Victory.
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