Democracia

En Estados Unidos han optado por un cambio, representado, a juicio de los ciudadadanos, por el modesto gobernador de uno de los Estados m¨¢s pobres. Los norteamericanos tienen un r¨¦gimen pol¨ªtico envidiable: su nombre es democracia. Pero veamos la nuestra: ?hay alguna alternativa a Felipe Gonz¨¢lez? Hasta hace poco se bromeaba diciendo que lo mejor del PSOE es la oposici¨®n. Dentro de esas estructuras cerradas y jerarquizadas que son los partidos pol¨ªticos -espa?oles, ?pueden surgir dirigentes que sean verdaderos representantes de la voluntad del pueblo? Este sistema peculiar de democracia que hoy gozamos parece que fue necesario para la gobernabilidad de Espa?a y la estabilidad de su vida pol¨ªtica en los a?os de la transici¨®n, pero, despu¨¦s de diez a?os, ni se han abierto nuevas perspectivas para la representaci¨®n popular en el legislativo ni se han ampliado los cauces de control mutuo entre los poderes p¨²blicos. Y encima, desde influyentes medios se sugiere una coalici¨®n para despu¨¦s de las elecciones entre el partido del Gobierno y el principal de la oposici¨®n. Con la democracia consolidada en el marco de consenso y concordia plasmado en la Constituci¨®n, ?acaso no es posible una reforma del sistema electoral por medio de la cual dejar¨ªan de restarse las cuotas de representaci¨®n de los partidos menos votados en beneficio de los grandes? A riesgo de que entraran en las Cortes unos pocos impresentables, se extender¨ªa en cambio la participaci¨®n en el di¨¢logo pol¨ªtico, y, sea como fuere, se tratar¨ªa de un debate de nivel c¨ªvico e intelectual m¨¢s elevado que la pol¨¦mica sobre los cuartos de ba?o de un presunto socialista. Muchos espa?oles querr¨ªamos conocer a nuestros diputados y senadores, que, aparte de mantener sus tendencias ideol¨®gicas seg¨²n el partido al que perteneciesen, tuvieran libertad de voz y de voto en la representaci¨®n de quienes los elegimos.-