Mejor entre ellas
Un estudio revela que el parto dura y duele menos cuando una mujer acompa?a a la madre
"Hoy en d¨ªa, muchas mujeres piensan que el padre debe asistir al parto. Tal vez deber¨ªa revisarse esto porque lo importante es que se est¨¦ preparado para ser un buen apoyo", dice John H. Kennell, profesor de Pediatr¨ªa de la Universidad de Cleveland (EE UU), uno de los pioneros de la pediatr¨ªa moderna por sus investigaciones junto a Marshall Klaus sobre la vinculaci¨®n entre la madre y el reci¨¦n nacido. Sus ¨²ltimos estudios se han centrado en las ventajas de proporcionar un fuerte apoyo emocional a la madre, por parte de otra mujer, durante el parto.
Los resultados de varios estudios realizados en Guatemala y Estados Unidos, en los ¨²ltimos 10 a?os, muestran una dr¨¢stica reducci¨®n del dolor y de la duraci¨®n del parto, cuando otra mujer acompa?a a la parturienta y al padre en el paritorio, les consuela y les explica el proceso."En Estados Unidos, el 90% de los padres asisten al parto", explica Kennell que asisti¨® la pasada semana en Madrid a unas jornadas sobre Neonatolog¨ªa de alto riesgo, convocadas por el hospital Cl¨ªnico y patrocinadas por el Real Patronato de Prevenci¨®n y Atenci¨®n a Personas con Minusval¨ªa.
"Esto es algo positivo y aceptado, pero tal vez habr¨ªa que poner en tela de juicio si el padre es la persona ideal para dar ese apoyo en todos los casos". John H. Kennell fue uno de los pioneros en aplicar a la pediatr¨ªa moderna los descubrimientos realizados por la etolog¨ªa sobre la impronta: un periodo sensible, presente en todas las especies animales, durante el cual se produce la vinculaci¨®n entre la hembra y el reci¨¦n nacido y m¨¢s all¨¢ del cual la relaci¨®n no parece posible.
Sus investigaciones contribuyeron en los a?os sesenta a cambiar la concepci¨®n de la relaci¨®n entre la madre y el reci¨¦n nacido, tradicionalmente aislado para evitar las infecciones, y pusieron de manifiesto la importancia del contacto inmediato para el desarrollo intelectual y sensorial del beb¨¦.
Menos angustia
Kennell expuso los resultados de sus ¨²ltimas investigaciones, centradas en el apoyo emocional a la madre durante el periodo de contracciones y el parto. Sus conclusiones son claras: aquellas mujeres que dan a luz acompa?adas y sostenidas por una mujer especialmente entrenada para dar su apoyo emocional tienen menos dolores, menos angustia, dilatan mejor y m¨¢s r¨¢pido y sus beb¨¦s sufren menos problemas de alimentaci¨®n.Los experimentos de Kennell fueron realizados en partos normales. "Su importancia ser¨ªa decisiva en los casos de partos prematuros y de reci¨¦n nacidos de riesgo", afirma.
"Empezamos nuestras investigaciones en Guatemala, en 1980, cuando nos dimos cuenta de que muchas mujeres de poblaciones ind¨ªgenas, obligadas a trasladarse al hospital para dar a luz, sufr¨ªan una gran ansiedad al pasar los dolores del parto solas, mientras en su entorno habitual recib¨ªan un gran apoyo", explica Kennell.
"Se nos ocurri¨® entonces la idea de contar con mujeres experimentadas que acompa?aran a la madre durante el periodo de contracciones y el nacimiento", a?ade.
La investigaci¨®n, realizada en tres fases, primero en Guatemala en 1980 y 1986 y, m¨¢s tarde, en el hospital Jefferson Davis de Houston (Tejas), mostr¨® un significativo descenso en el n¨²mero de ces¨¢reas, en el uso de f¨®rceps y de anestesias, as¨ª como en el de depresiones y angustias posparto y en los problemas de alimentaci¨®n natural del beb¨¦.
"Estas mujeres [a las que el equipo de Kennell dio el nombre de doolas] no son equiparables a las comadronas espa?olas exactamente", afirma Kennell.
"No son enfermeras, aunque est¨¢n especialmente preparadas para desarrollar esta funci¨®n. Su misi¨®n consiste en estar con la madre cuando empiezan los dolores y supervisar el parto. Le sostienen la mano, le explican qu¨¦ le est¨¢ ocurriendo y si todo va bien. A diferencia de la matrona tradicional, las enfermeras y el resto del equipo m¨¦dico, ellas se ocupan de la cabeza de la madre, mientras los dem¨¢s est¨¢n pendientes de su pelvis", explica de forma gr¨¢fica. "No es necesario que haya dado a luz antes. En Guatemala, dos de las tres doolas con las que trabajamos eran solteras. Y, aunque tengan su misma edad, act¨²an como una madre de la madre".
Los resultados mostraron que las madres asistidas por una de esas mujeres par¨ªan m¨¢s suavemente y con menos dolor: sus partos duraban unas 18 horas, mientras que los de las que no contaron con ese apoyo duraan nueve horas m¨¢s.
Menos ces¨¢reas
Las mujeres acompa?adas tampoco necesitaron f¨®rceps. El n¨²mero de ces¨¢reas tambi¨¦n se redujo significativamente: hubo que recurrir a la intervenci¨®n en el 18% de los casos en que no hubo este apoyo, mientras las mujeres acompa?adas la necesitaron solamente en un 8% de los casos.Lo mismo ocurri¨® con la anestesia epidural (una punci¨®n en la columna vertebral que insensibiliza el cuerpo de cintura para abajo), que s¨®lo fue necesaria en un 10% de los casos en los que estuvo presente esta mujer frente a un 60% en los que no se cont¨® con ella.
"Durante los estudios en el hospital de Houston, nos preocupaba que el padre se sintiera excluido por la presencia de esta mujer a la cabecera de su esposa", contin¨²a Kennell. "Pero ocurri¨® todo lo contrario. Se sent¨ªan mucho m¨¢s seguros y tranquilos".
En algunos casos, estas mujeres empezaban su labor dos o tres meses antes del parto. ?Deber¨ªa volver el parto a ser cosa de mujeres? "En absoluto", contesta Kennell. "Tradicionalmente el padre nunca ha asistido a los nacimientos. Pr¨¢cticamente ninguna cultura lo hace. Pero no creo que se deba aislar al padre en una especie de bola de cristal en este asunto. El problema es que no ha sido entrenado para ello y tiene una relaci¨®n muy especial con la parturienta, lo que a veces puede dar lugar a experiencias desagradables. Se trata de que est¨¦ preparado y sea un apoyo ¨²til".
Ante la posibilidad de que este papel de apoyo lo realicen mujeres de la propia familia, Kennell duda: "En EE UU esto ser¨ªa imposible. Las mujeres se independizan muy pronto de sus madres y suelen mantener una relaci¨®n muy conflictiva con ellas. Tal vez en Espa?a o en pa¨ªses con una fuerte tradici¨®n familiar esto ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil", concluye.
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