La lucha por la ganga
Miles de personas estrenaron ayer las rebajas, a pesar de la crisis
"?Quitarse, que vienen! ?Dios m¨ªo, parecen los sanfermines!. El encierro que anuncian los empleados es en realidad una apertura, la de la puerta de Galer¨ªas Preciados de Goya, a las diez de la ma?ana. Cerca de un millar de personas algunas esperando desde antes de las 6.00, se desparrama por la tienda en busca de las ofertas limitadas. Seis abrigos de vis¨®n, saldados a 250.000 pesetas, encuentran compradoras en menos de 10 minutos. Ocurri¨® ayer, primer d¨ªa de las rebajas de enero. A juzgar por la afluencia, no se not¨® la crisis.
Esto no es Pamplona, pero ayer la lucha por la ganga ten¨ªa mucho del frenes¨ª de un encierro, con derrotes a las estanter¨ªas y embestidas. En otros grandes almacenes, El Corte Ingl¨¦s, el llenazo tambi¨¦n era impresionante. El peque?o comercio ya se hab¨ªa adelantado, a causa de la crisis, a empezar incluso en diciembre la temporada tradicional de rebajas.El espect¨¢culo, dadas las ofertas limitadas que se hacen tradicionalmente, estuvo ayer a las nueve de la ma?ana en el Galer¨ªas de Goya. A pesar del fr¨ªo reinante (cinco grados), varios centenares de personas aguardaban pacientemente en, la acera. Tom¨¢s y Paula, veintea?eros, eran los primeros de la fila. "Llevamos aqu¨ª desde las cinco y cuarto de la ma?ana. Venimos a por unos vaqueros de cuero por 4.995 pesetas -antes, 17.000- y a por una cazadora igual", explican.
"Yo vengo a por un sof¨¢ muy c¨®modo, de piel, por 90.000 pesetas", explica Fernando, de 50 a?os. Es el segundo de la fila: lleg¨® a las seis de la ma?ana. "Es una ganga, por eso estoy al pie del ca?¨®n", dice. Geerina Moreno, joven madre de familia que ocupa el sexto puesto, lucha contra la tos. "Vengo a por un abrigo de mut¨®n mon¨ªsimo que costaba 40.000 pesetas y se queda en 7.000. S¨®lo hay dos, pero creo que me tocar¨¢", conf¨ªa. A su lado, Mary Madrid la tranquiliza: "Yo tambi¨¦n quiero mut¨®n, pero la chaqueta". Esta mujer, de 59 a?os, vino con parte de su familia desde Ciudad Pegaso. Expertos en estas lides, se trajeron un termo.
Mary hace c¨¢balas mientras palpa las 20.000 pesetas que lleva escondidas. Al hijo que le acompa?a tiene que comprarle unos pantalones de piel y una chaqueta austr¨ªaca. Repasa la peleter¨ªa casera: "Vis¨®n, astrac¨¢n y un traje de cuero que compr¨¦ en Benidorm". Pero un capricho es un capricho.
Un chaval bromea sobre si comprar¨¢ o no calzoncillos con m¨²sica, y un matrimonio de mediana edad da detalles:
-Yo quiero pa?uelos de seda -dice ¨¦l, Agust¨ªn G¨®mez.
-Pues yo un conjunto rosa. Si no es rosa, no lo quiero, porque es el color de la buena suerte -a?ade ella, Mar¨ªa Moro.
-Y un picard¨ªas -sugiere ¨¦l.
-No hombre, un body de esos rojos, que est¨¢s anticuado.
Un poco m¨¢s atr¨¢s, Montse y Susana -madre e hija- aguardan en busca de una de las 60 bicicletas a mitad de precio. "S¨ª coges s¨®lo el gancho, las rebajas est¨¢n bien. Si no, acabas comprando muchas cosas que no sirven. Hay que tener cuidado y saber lo que se quiere", explica la madre.
A las 9.45 la impaciencia crece. Carmina calcula que se va a gastar 40.000 pesetas entre la ropa del chico y un reloj y una pulsera de oro para ella. A lo mejor tambi¨¦n cae u?a vajilla. "No lo veo nada claro", tercia Jos¨¦ Carlos P¨¦rez, el ¨²ltimo de una cola de unos 200 metros. Quiere un abrigo de vis¨®n.
La cuenta atr¨¢s ha comenzado. El gerente de la tienda, ?ngel Rubio, imparte las ¨²ltimas instrucciones. Todo el mundo a sus puestos. "S¨®lo abrimos una puerta para evitar aglomeraciones. A pesar de la crisis, esperamos vender un 17% m¨¢s que el a?o pasado", afirma.
A las diez en punto se abre la puerta. Es la operaci¨®n "p¨¢jaro madrugador", como dicen los empleados. El p¨²blico entra al sprint. Sube las escaleras mec¨¢nicas ganando en rapidez a los pelda?os.
En la planta de se?oras, los visones vuelan. "No me vale, pero no importa. Por 40.000 pesetas me lo arregla mi peletero", afirma una feliz compradora: "?Mi nombre?. D¨¦jalo en Mar¨ªa, que luego todo se sabe".
"Yo cre¨ªa que esto no era verdad", musita Nely, dependienta novel. Unos metros m¨¢s all¨¢, s¨®lo tres diamantes -tambi¨¦n rebajados- parecen no tener comprador.
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