Galer¨ªa de siniestros
Quienes averiguan con tinta negra c¨®mo funcionan esos mecanismos de la imaginaci¨®n rom¨¢ntica que convierten a lo siniestro en una, forma exquisita de lo bello, tienen en el cine una cantera inagotable donde investigar, una galer¨ªa de rostros temibles en los que detener la mirada, aunque sea dificil sostener la suya.Son, entre muchas sombras, los rostros -capaces de bordar lo abominable con lo bello y lo fascinante- de Lon Chaney en sus Fantasmas y Hombres Lobos; de Charles Laughton en su Quasimodo de N?tre Dame de Par¨ªs; de Boris Karloff en sus Frankenste¨ªn; de Vincent Price en cualquiera de sus hip¨¦rboles; de Max Schrenk, Bela Lugosi, Peter Cushing, Chr¨ªstopher Lee, Frank Langella (y Orson Welles en una versi¨®n radiof¨®nica de 1938) en sus respectivos Dr¨¢culas; de Nicolai Cherkasov, Conrad Veidt y Jean Marais en sus acorraladas Bestias; de Peter Lorre en su M; de Fredric March, Spencer Tracy y Jean-Louis Barrault en sus despliegues de inteligencia tras el agazapado ciudadano Mister Hyde.
Ahora hay que a?adir a esta tremenda galer¨ªa, nuevos herederos de la tradici¨®n generada en el siglo XV por la Bestia de Transilvania: el sanguinario y loco de amor pr¨ªncipe Vlad Tepes, llamado Dracul por sus s¨²bditos campesinos y Empalador por sus enemigos eslavos y turcos. Son los rostros de Anthony Hopkins en su bestia cambal de El silencio de los corderos; de Joe Pesci en la brutal simpat¨ªa que emana de su asesino gregario de Uno de los nuestros y de su todav¨ªa m¨¢s inimitable alima?a nocturna y solitaria de El ojo p¨²blico; la Bestia viuda y abandonada que Clint Eastwood compone en Sin perd¨®n; la furia con que el pintor Michel Piccoli rapta y devora el alma de su bella modelo en La bella mentirosa; y finalmente el espectacular mutante que Gary Old¨ªnan compone en -el Dr¨¢cula de Francis Coppola.
Es tal vez la m¨¢s valiosa aportaci¨®n del cine a este tiempo y a sus gentes: la captura de la expresi¨®n humana en sus l¨ªmites extremos. La existencia y el incesante incremento de esta formidable galer¨ªa de rostros es lo m¨¢s hondo que el cine aporta al conocimiento. De ah¨ª la persistente -no hay teor¨ªa autoral que la destruya- primac¨ªa del int¨¦rprete en las jerarqu¨ªas de la creaci¨®n cinernatogr¨¢fica. El star system es una obscena trampa del comercio de pel¨ªculas, pero el cine de actor es una magn¨ªfica verdad y esta galer¨ªa de siniestros una de sus pruebas irrefutables.
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