?Puede ganar las elecciones el PP?
En contra de lo que se ha afirmado durante algunos a?os, sostenemos que el centro-derecha s¨®lo ha ganado elecciones en este pa¨ªs y puede volver a ganarlas gracias a una gran habilidad t¨¢ctica de sus l¨ªderes y no por una definici¨®n b¨¢sica del electorado hacia sus posiciones ideol¨®gicas. Por el contrario, una eventual derrota del PSOE s¨®lo podr¨ªa producirse por el desgaste de su gesti¨®n de gobierno y una acumulaci¨®n de temas coyunturales adversos, pero, aun as¨ª, probablemente mantendr¨ªa una notable capacidad de recuperaci¨®n.Nos basamos en esta ocasi¨®n en una in¨¦dita aplicaci¨®n al caso espa?ol de un modelo de an¨¢lisis, emparentado con la teor¨ªa de la elecci¨®n racional, que ha sido aplicado con notable ¨¦xito a 23 democracias contempor¨¢neas (1. Budge y D. Farlie, Voting and party competition, 1977, y Pron¨®sticos electorales, traducci¨®n espa?ola en el Centro de Estudios Constitucionales, 1989).
En ¨¦l se distingue, en primer lugar, el voto b¨¢sico de cada partido, es decir, aquel que cabe esperar que obtenga en elecciones sucesivas al margen de la coyuntura. Este concepto es parecido al de "voto normal", utilizado en la sociolog¨ªa electoral a partir de supuestos de identificaci¨®n afectiva, pero es estimado por un procedimiento completamente distinto, que favorece la comparaci¨®n entre pa¨ªses, y tambi¨¦n puede ser interpretado como el voto que corresponde al ¨¢rea de atracci¨®n m¨¢s pr¨®xima a cada partido en un espacio ideol¨®gico simplificado.
Inesperadamente, hemos encontrado una gran estabilidad del voto b¨¢sico al centro-derecha espa?ol, desde la UCI) de 1977 al PP de 1989, situado en torno al 24%, mientras que, en cambio, el PSOE recibi¨® en 1982 un significativo realineamiento de votantes que le ha situado desde entonces en u?as expectativas b¨¢sicas del 43%.
En segundo lugar, el modelo mide los impactos de los tenias m¨¢s presentes en las campanas electorales sobre el voto a los dos principales partidos. La selecci¨®n de estos temas depende en parte de la iniciativa t¨¢ctica de los l¨ªderes, peto tambi¨¦n de sucesos incontrolados y del papel que desempe?an los medios de comunicaci¨®n. A efectos de su identificaci¨®n, hemos analizado los 748 titulares sobre tema electoral aparecidos durante los periodos de campa?a en las cinco elecciones generales en tres diarios de mayor difusi¨®n (EL PA?S, La Vanguardia y Abc) y los hemos contrastado con los an¨¢lisis publicados en las fuentes internacionales utilizadas en los estudios acad¨¦micos mencionados (Keesing's Contemporary Archives y The Economist).
De las 14 ¨¢reas tem¨¢ticas distinguidas por Budge y Farlie, s¨®lo seis parecen haber tenido impactos significativos en las elecciones legislativas espa?olas. De ellos, el r¨¦gimen constitucional y el auton¨®mico s¨®lo fueron objeto de destacado inter¨¦s y debate en las primeras elecciones de 1977, previas. al periodo constituyente, y en las elecciones cr¨ªticas de 1982, en las que la estabilidad de la democracia estaba en entredicho. Entre los temas que han destacado en todas las campa?as, han jugado a favor del centroderecha, en primer lugar, los de orden p¨²blico, que durante varios a?os estuvieron centrados en el terrorismo, pero que en las dos ¨²ltimas campa?as se han orientado cada vez m¨¢s a la inseguridad ciudadana, y en particular a la provocada por la ?legalidad del comercio y el consumo de drogas, y, en segundo lugar, los temas morales-religiosos, como el divorcio (en las tres primeras elecciones), la defensa de la escuela confesional y la regulaci¨®n del aborto. Han jugado, por el contrario, a favor del PSOE los temas de redistribuci¨®n socioecon¨®mica, entre los cuales la pol¨ªtica de empleo ha sido el de presencia m¨¢s regular.
Sin. embargo, las ¨¢reas tem¨¢ticas de mayor y creciente impacto en todas las campanas son las que se refieren al balance retrospectivo de la. gesti¨®n del Gobierno saliente y a las caracter¨ªsticas de los candidatos. En las ¨²ltimas elecciones de 1989, estas dos ¨¢reas de temas abarcaron m¨¢s del 6,0% del total de las referencias period¨ªsticas. Esta definici¨®n es l¨®gica, ya que los electores conocen ahora mejor que en el inicio de la transici¨®n las posiciones ideol¨®gicas de los partidos y, a trav¨¦s de ellas, la orientaci¨®n gen¨¦rica de sus programas, de modo que pueden dar prioridad a los factores de fiabilidad de su cumplimiento. Son, sobre todo, los partidos nuevos o refundidos los que m¨¢s pueden ganar con la introducci¨®n de temas nuevos, como fue el caso del CDS en 1986 con la reducci¨®n de la mili y la supresi¨®n de las bases americanas (aunque su impacto sobre el resultado electoral global fue relativamente peque?o).
Pero hay que decir que en el
tema de mayor impacto, la gesti¨®n gubernamental del partido saliente, la evaluaci¨®n ha ido empeorando de una elecci¨®n a otra. Mientras que en 1986 todav¨ªa el PSOE pod¨ªa basar su campana en sus ¨¦xitos de estabilizaci¨®n democr¨¢tica y recuperaci¨®n econ¨®mica (reflejados en el eslogan "Por el buen camino"), en 1989 se produjo, por primera vez en cinco elecciones, un impacto negativo de una campa?a sobre el voto a uno de los dos mayores partidos, de modo que el PSOE obtuvo tres puntos porcentuales menos que los que le habr¨ªan correspondido por su voto b¨¢sico. Nuestros an¨¢lisis de prensa se?alan a la arrogancia de los gobernantes, la corrupci¨®n, los pactos entre partidos al mar gen de los electores y las tensiones internas entre socialistas como componentes de este des gaste. ?ste s¨®lo estuvo compensado por la escasa credibilidad que los electores conced¨ªan a la alternativa del PP.
Todo ello nos confirma que hay que desechar definitivamente la hip¨®tesis de que el PSOE obtuvo en 1982 varios millones de votos prestados, ya que se ha demostrado posteriormente que la mayor parte fueron m¨¢s bien heredados. Era, por tanto, m¨¢s dif¨ªcil que los perdiera de lo que aquella hip¨®tesis permit¨ªa pensar (ah¨ª residi¨® el error de c¨¢lculo del Partido Reformista). Si ahora decae, como las encuestas auguran, es por razones coyunturales, en buena medida derivadas de las decepciones de su gesti¨®n gubernamental (especialmente agravadas por la nueva recesi¨®n econ¨®mica) y de la carencia de nuevos proyectos de futuro (tras haberse debilitado el atractivo de la uni¨®n europea). Aunque si a corto plazo persistiera esta situaci¨®n, el PSOE podr¨ªa encontrarse sin mejor carta electoral que su candidato, de modo que, ante las pr¨®ximas elecciones, podr¨ªa producirse una apoteosis de felipismo (tal vez comparable al de la campa?a del refer¨¦ndum sobre la OTAN).
Por el otro lado, tambi¨¦n queda descartada la visi¨®n del electorado espa?ol como propenso a apoyar a una supuesta mayor¨ªa natural de centro-derecha. Vistos con esta distancia, resultan hoy a¨²n m¨¢s admirables la habilidad de debate y el sentido de la oportunidad de Adolfo Su¨¢rez para conseguir aglutinar votos coyunturales con bien variadas motivaciones en tomo a la UCI) de 19,77 y 1979. S¨®lo una capacidad t¨¢ctica semejante podr¨ªa conducir ahora al PP a una victoria electoral. Sin embargo, algunos de los temas candentes de la transici¨®n cuyo protagonismo favoreci¨® al centro-derecha, como el r¨¦gimen constitucional, las autonom¨ªas y el terrorismo, han casi desaparecido del escenario, y otros temas nuevos, como los impuestos, a¨²n no han logrado un impacto comparable. Adem¨¢s, un exceso de coyunturalismo puede provocar cierta volatilidad de voto, pero poca herencia de voto b¨¢sico si no se invierte a un ritmo m¨¢s lento en credibilidad. Los votos nuevos que as¨ª pudiera ganar el PP podr¨ªan mostrar en el futuro una gran sensibilidad a la fuga, como los de la antigua, UCI).
es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en el CSIC y Albert Padr¨®-Solanet es miembro del Departamento de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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