M¨¢s de 90 cuadros muestran en Roma al De Chirico metaf¨ªsico, surrealista y neorrom¨¢ntico
La exposici¨®n se completa con, dibujos, bocetos y dos v¨ªdeos sobre el pintor ya anciano
La obra de Giorgio de Chirico (1888-1978) vuelve a Roma 12 a?os.despu¨¦s de su ¨²ltima antol¨®gica en la capital italiana. Amante de los mitos antiguos, influido por Nietzsebe eimpulsor en 1911 de la pintura me.tafisica -"Para que obra sea inmortal debe superar los l¨ªmites de lo humano", dec¨ªa, de Chirico fue calificado por Apollinaire "el pintor m¨¢s sorprendente de su generaci¨®n". Pol¨¦mico y obsesionado por los signos cabal¨ªsticos, est¨¢ considerado como uno de los l¨ªmites extremos y fascinantes del arte moderno, y su obra se recupera ahora en el Palazzo delle Esposizioni de Roma.
Pictor optimus es el subt¨ªtulo de la exposici¨®n dedicada a Giorgio de Chirico en el Palazzo delle Esposizioni de Roma. Y se explica, porque la vista de esta amplia selecci¨®n de cuadros induce espont¨¢neamente a la conclusi¨®n de que, m¨¢s all¨¢ de los calificativos de metafisico, surrealista, neorrom¨¢ntico, neobarroco y aun otros con los que se ha querido enmarcar la obra del maestro fallecido en 1978 -que resultar¨ªa as¨ª el m¨¢s prol¨ªfico de todos los tiempos en cuanto a la variedad de estilos cultivados-, De Chirico fue a la postre un pintor en el sentido m¨¢s cl¨¢sico, entregado como pocos a las posibilidades y a la pasi¨®n apremiante del ¨®leo sobre el lienzo blanco.La muestra, que actualiza otra antol¨®gica del mismo artista presentada tambi¨¦n en el Palazzo delle Esposizioni hace 12 a?os -lo que no implica una frecuencia excesiva, siendo De Chirico quiz¨¢ la firma m¨¢s consagrada del arte italiano del siglo XX-, consta b¨¢sicamen te de 93 cuadros,, fechados entre 1906 y 1974, distribuidos en seis salas que rodean una torre emblem¨¢tica del pintor, reconstruida, como afilada chimenea arcillosa, bajo la c¨²pula central del Palazzo.
Secci¨®n marginal
Junto a la torre, una docena de dibujos. Hay, adem¨¢s, otra secci¨®n marginal, que se abre con un gran tel¨®n de proscenio dise?ado por De Chirico para una producci¨®n del Otello rossiniano que la ¨®pera de Roma estren¨® en 1964 y que incluye bocetos de otras incursiones suyas en la l¨ªrica, como un Puritani del Communale de Florencia, fechado en 1933, o un Orfeo de Monteverdi que realiz¨® para La Scala en 1949.Dos televisores ofrecen sendos v¨ªdeos de un De Chirico, ya anciano, que habla de sus relaciones con Apollinaire o del sol de Grecia, donde naci¨® en1888, porque su padre trabajaba all¨ª como ingeniero de los ferrocarriles. Se oye a Chopin como m¨²sica de fondo.
La distribuci¨®n de la obra entre las salas responde inicialmente a un orden cronol¨®gico, aproximadamente por d¨¦cadas, que en alg¨²n caso conlleva una referencia estil¨ªstica precisa. Pero concluye con un criterio conceptual tan amplio como en De Chirico, neometafisico y neobarroco. 1940-1970. En general, la falta de un orden claro tiende a reflejar la dificultad de establecer periodos bien definidos en la evoluci¨®n art¨ªstica deun pintor recurrente como es De Chirico.
- S¨ª tienen un valor central las Dos mujeres romanas, un cuadro tra¨ªdo a Roma desde el Museo Pushkin, de Mosc¨², que ha sido considerado por la cr¨ªtica como la alternativa a Las mujeres sentadas, de Picasso Llenas de fluorescencias, las muj,eres de De Chirico est¨¢n datadas en 1926, el mismo a?o en que Breton denunci¨® al pintor como el primer desviacio nista del surrealismo, y Waldemar George le defini¨® como- el exponente de una cultura eu ropea decr¨¦pita replegada en s¨ªmisma, frente a un Picasso que representaba la disgregaci¨®n del orden grecolatino.
A partir de esas fechas, De Chirico inici¨® una huida eminentemente pict¨®rica hacia adelante -pionera de la emprendida 50 a?os m¨¢s tarde por muchos n¨¢ufragos del barco te¨®rico que rigi¨® la evoluci¨®n del abstracto-, y que, en ese avance, lo prob¨® todo: desde la blandura sedosa y sensual del trazo impresionista de algunos desnudos hasta la dureza de ciertas telas, tan gruesas y tensas como las que utiliz¨® Caravaggio para lograr hist¨®ricos destellos luminosos. Tampoco se le puede negar a De Chirico en esa evoluci¨®n una carga de iron¨ªa que hace que resulte dificil contener la sonrisa ante sus autorretratos neobarrocos.
Perfeccionismo t¨¦cnico
La exposici¨®n romana no incluye ejemplos paradigm¨¢ticos del perfeccionismo t¨¦cnico de De Chirico, como los retratos del conde Ciano y su esposa, Edda Mussolini, pero s¨ª suficientes muestras del clasicismo recurrente de este pintor, desde un espes¨ªsimo bedeg¨®n fechado en 1915 hasta su continuo trabajo de copista a lo largo del tiempo, como un raffaello de 1919, un tiziano de 1945 o un watteau datado en 1955.Tambi¨¦n permite comprobar que incluso en su dilatada pintura metaf¨ªsica, descrita siempre como ret¨®rica y como producto de un juego ling¨¹¨ªstico, De Chirico trabaj¨® toda su vida duro para llegar a pintar colores nunca vistos, ni siquiera en una pintura tan colorista como ha sido la italiana a lo largo de los siglos. Los cuadros que integran esta antol¨®gica proceden de colecciones privadas, de la Fundaci¨®n De Chirico de Roma, de la Galer¨ªa Nacional de Arte Moderno de Roma, y de otras pinacotecas p¨²blicas de Italia, Rusia, Francia, Brasil y Estados Unidos.
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