Primera baja en el equipo Clinton tras la renuncia de la candidata presidencial a la cartera de Justicia
Zoe Baird, la primera mujer propuesta en Estados Unidos para ocupar el puesto de fiscal general (ministro de Justicia), present¨® su renuncia despu¨¦s de no haber podido remontar el esc¨¢ndalo por la contrataci¨®n de dos inmigrantes ilegales para su servicio dom¨¦stico. La comisi¨®n de Justicia del Senado la someti¨® a un escrutinio tal que a ella no le qued¨® m¨¢s remedio que arrojar la toalla. Bill Clinton, que hab¨ªa apoyado en los ¨²ltimos d¨ªas a la ahogada de 40 a?os, acept¨® ayer con "tristeza" su renuncia.
Con esta retirada, el nuevo presidente quiere dar la primera lecci¨®n de que su Administraci¨®n se ce?ir¨¢ estrictamente a los principios ¨¦ticos predicados en su campa?a.Clinton acept¨® a media noche del jueves (6.00 horas de ayer, en Espa?a) la renuncia de Baird despu¨¦s de que las negativas reacciones de los senadores y de importantes miembros del Partido Dem¨®crata demostraran que no se pod¨ªa mantener al frente del Ministerio de Justicia a una persona que hab¨ªa violado la ley. En una declaraci¨®n p¨²blica emitida tras la renuncia, Clinton describi¨® a Baird como "una brillante abogada y una mujer buena e ¨ªntegra". El presidente a?adi¨® que esperaba seguir contando en el futuro con la colaboraci¨®n de la abogada.
Zoe Baird se hab¨ªa defendido de las acusaciones al explicar que, al contratar a una pareja peruana de emigrante ilegales, ella solamente hab¨ªa cometido "una violaci¨®n t¨¦cnica de la ley", ya que su objetivo era mantener atendido a su hijo mientras ella y su marido, un abogado de derecho de la universidad de Yale, trabajaban. Baird y su marido no dieron de alta a la pareja en la seguridad social ni pagaron impuestos.
La opini¨®n p¨²blica interpret¨® el hecho como un abuso t¨ªpico de la clase privilegiada y no como la reacci¨®n de una madre trabajadora. Las encuestas realizadas estos d¨ªas criticaban mayoritariamente el gesto de Baird y consideraban a la abogada y a su esposo como una pareja de yuppies que trataban de ahorrarse unos d¨®lares a base de contratar a bajo coste a dos ilegales para su servicio dom¨¦stico.
Los peri¨®dicos empezaron a resaltar que, cuando Zoe Baird contrat¨® en 1990 a un matrimonio de peruanos, ella estaba percibiendo medio mill¨®n de d¨®lares anuales (m¨¢s de 50 millones de pesetas) como consejera de la compa?¨ªa de seguros Aetna, cantidad con la que bien podr¨ªa haber pagado a un servicio dom¨¦stico legal. Las organizaciones feministas han guardado un discreto silencio en este episodio.
"Millones de norteamericanos se enfrentan al problema de tener que cuidar a sus hijos mientras ellos trabajan, la mayor¨ªa no cobra ni la 15? parte de su sueldo, algunos son incluso padres y madres solteros y, sin embargo, no violan la ley", coment¨® el senador dem¨®crata, Joseph Biden, que preside el comit¨¦ de Justicia del Senado que interrog¨® hasta el jueves a Baird.
M¨¦ritos profesionales
En su descargo, la nominada dijo que reconoc¨ªa el delito y que ya hab¨ªa pagado la multa de 2.900 d¨®lares (m¨¢s de 300.000 pesetas) estipulada por la ley m¨¢s otros 12.000 en impuestos atrasados e intereses. A?adi¨® que consideraba que sus "m¨¦ritos profesionales deb¨ªan ser suficientes como para contrapesar este incidente". La noche del jueves, agotada tras un d¨ªa de interrogatorio, Baird se puso en contacto con su principal valedor, el secretario de Estado Warren Christopher, para preparar su renuncia.
A diferencia de George Bush, que se empe?o en mantener a su candidato para el Tribunal Supremo, Clarence Thomas, en contra de las acusaciones de abusos sexuales llevadas a cabo por Anita Hill, Clinton ha cerrado en su 'segundo d¨ªa de mandato la crisis que la designaci¨®n de Baird hab¨ªa creado. La conclusi¨®n r¨¢pida de la controversia evita que la Administraci¨®n dem¨®crata se tenga que enfrentar al desgaste que hubiera supuesto presenciar la humillaci¨®n p¨²blica de uno de los miembros de su Gabinete por parte de un Congreso controlado por su mismo partido pol¨ªtico.
Zoe Baird ha reconocido que su decisi¨®n de contratar a una pareja peruana, para que la mujer cuidara a su hijo y el hombre trabajara de ch¨®fer, fue un error. Baird y su esposo Paul Gerwirtz pagaban 250 d¨®lares (casi 30.000 pesetas) semanales a cada miembro del matrimonio, que vivi¨® en su residencia de Connecticut desde 1990 hasta poco despu¨¦s de las elecciones.
Hasta este traspi¨¦s, la carrera de Baird hab¨ªa ascendido a la velocidad de un meteoro sin encontrar ning¨²n obst¨¢culo. Zoe Baird hab¨ªa empezado su andadura profesional como abogada del Departamento de Justicia y ayudante de la Casa Blanca durante el mandato del presidente Carter. Posteriormente, fue admitida como socia en una de las m¨¢s prestigiosas firmas de abogados de Washington y pas¨® a ser elegida como la primera mujer miembro del Consejo de Administraci¨®n de la compa?¨ªa de seguros Aetna.
La abogada impresion¨® de manera instant¨¢nea al matrimonio Clinton cuando Warren Christopher la present¨® como posible candidata al puesto de fiscal general hace unos meses. La renuncia de Baird fuerza al presidente Clinton a encontrar un nuevo nombre para un puesto que ya ten¨ªa cerrado. No se ha filtrado la identidad de ning¨²n posible candidato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.