A toda pastilla

EN ESPA?A, los f¨¢rmacos financiados por la Seguridad Social suponen la quinta parte del gasto sanitario total. S¨®lo dos pa¨ªses europeos superan ese porcentaje. El aumento de la poblaci¨®n pensionista, cuyo consumo de f¨¢rmacos supone el 70% del gasto total, y la fuerte subida en el precio de los medicamentos son factores que han incidido en el crecimiento desmesurado de ese cap¨ªtulo del presupuesto sanitario en los ¨²ltimos a?os. El real decreto aprobado el viernes trata de contener ese incremento. Se puede discutir la oportunidad de la exclusi¨®n de tal o cual preparado en concreto -siempre revisable a la luz de la experiencia-, pero parece l¨®gico el criterio, seguido en los principales pa¨ªses europeos, de suprimir los destinados a combatir s¨ªntomas menores, as¨ª como ciertos productos no propiamente curativos: vitaminas, adelgazantes, callicidas, etc¨¦tera. Lo sustancial de la reforma consiste, sin embargo, en la introducci¨®n de un factor de competencia que abarate los f¨¢rmacos. A tal fin, cada a?o se revisar¨¢ la lista de productos sufragados con el criterio de incluir aquellos que, con igual eficacia terap¨¦utica, sean m¨¢s baratos.Que los grandes laboratorios farmac¨¦uticos se movilicen contra tales medidas tiene l¨®gica. Que lo hagan los sindicatos y partidos de oposici¨®n, de izquierda o de derecha, jaleados por los te¨®ricos de la quiebra del Estado, resulta menos entendible: ni siquiera en a?o electoral es posible estar a la vez contra el crecimiento incontrolado del gasto p¨²blico y contra lo que viene a intentar remediarlo.