Irresoluble
HE AQU? el dilema: para que contin¨²e el proceso de paz, en Oriente Pr¨®ximo es imperativo obligar a Israel a dar marcha atr¨¢s en la deportaci¨®n de los 396 palestinos. Formulado as¨ª, el asunto no tiene soluci¨®n, porque Israel considera que su "decisi¨®n es irreversible". O, mejor dicho, la tiene, pero la ¨²nica llave est¨¢ en posesi¨®n del presidente Clinton. Y entonces el dilema ser¨¢ ver si se decide a abrir la puerta o pretende empujar a los negociadores por la cerradura.El incidente que mantiene a los 396 palestinos confinados es un ejemplo t¨ªpico de la estrategia de chalaneo de zoco que utilizan en muchas ocasiones los israel¨ªes. Despu¨¦s de que el Tribunal Supremo israel¨ª confirmara la legalidad de la deportaci¨®n y Tel Aviv se ratificara en ella, pese a que la resoluci¨®n 799 del Consejo de Seguridad hubiera exigido el retorno incondicional a Gaza de los confinados, las voces de protesta subieron de tono. ?C¨®mo era posible que se siguiera tolerando a Israel el desprecio de las m¨¢s elementales reglas del derecho? ?No ser¨ªa capaz la comunidad internacional de doblegar la testarudez vengativa de los israel¨ªes? El proceso de paz, tan auspiciosamente iniciado con la Conferencia de Madrid, estaba en serio peligro de embarrancar. ?Qui¨¦n manda en el mundo?
Se ha avanzado mucho en la potenciaci¨®n del papel de la ONU como garante y propiciador de la paz (especialmente desde la asunci¨®n de la secretar¨ªa general por Butros Gali), pero a la hora de la verdad, en el disciplinar a Israel, manda EE UU. Dispone para ello de un arma poderosa: el veto en el Consejo de Seguridad. Hace dos a?os y medio que no la utiliza, pero una propuesta seria de sanciones contra Israel provocar¨ªa sin duda el no de Washington.
La Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), tras asegurar que no volver¨¢ a la mesa de negociaciones hasta tanto no hayan vuelto los deportados a las de sus casas, ha propuesto unas sanciones moderadas, pero que escuecen: excluir al Estado israel¨ª de la participaci¨®n en cualquier foro en el que se discuta sobre derechos humanos y boicotear a las compa?¨ªas israel¨ªes que operan desde los territorios ocupados. Una propuesta inc¨®moda para un Clinton que no desea entrar en el mundo de la pol¨ªtica internacional polemizando con todos.
Y aqu¨ª interviene el particular sentido de la transacci¨®n que tiene Israel. Hace unos d¨ªas, el primer ministro Rabin ofreci¨® una f¨®rmula de compromiso: permitir el regreso de un centenar de los deportados y, en cuanto a los restantes, reducir la deportaci¨®n de dos a?os a uno. Mientras tanto, el Tribunal Supremo revisar¨¢ de oficio cada caso. Warren Christopher, el nuevo secretario de Estado, mostr¨® inmediatamente su alivio. Asegur¨® que la f¨®rmula es excelente y que, con ella, Israel llega a medio camino de las exigencias ajenas. Olvida que un plan que no incluya el regreso inmediato de todos los deportados es contrario a la resoluci¨®n 799, a la que Estados Unidos sum¨® su voto favorable. Desde?a tambi¨¦n la posici¨®n de la OLP -recientemente incorporada a la respetabilidad internacional al admitirla Tel Aviv como interlocutora- y de los restantes pa¨ªses ¨¢rabes, que, aunque con no excesivo entusiasmo, supeditan la continuaci¨®n de las negociaciones de paz al regreso de los deportados. Y olvida a los propios deportados, que han afirmado inequ¨ªvocamente que "o todos o ninguno".
Empieza de este modo un complejo proceso negociador en el Consejo de Seguridad: el de encontrar una soluci¨®n que satisfaga a todos, no haga perder la cara a nadie y no fuerce a Washington a imponer su veto. Una primera prueba de fuego para la diplomacia espa?ola que se sienta en el Consejo de Seguridad, y que har¨¢ bien en no llamarse a enga?o sobre su fuerza e influencia.
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