Una vista entre bastidores

No es una sala habitual de un juzgado o de un Palacio de Justicia. Es el escenario del sal¨®n de actos de una entidad de ahorro. Durante una semana, el cuadro esc¨¦nico y el decorado no se han alterado. En el escenario, 11 sillas para los acusados, una junto a otra.A los pies de los acusados, botellines de agua. No han declarado de pie ni un s¨®lo minuto. Est¨¢n de espaldas al p¨²blico y frente a la juez que preside la vista, una mujer que cada ma?ana se presenta con una impecable melena rubia y que no duda en suspender las sesiones de la tarde por estar cansada. El fiscal est¨¢ a su lado.

A la izquierda de la tarima, los 10 abogados acusadores que se han repartido las cuestiones a preguntar. Preguntan todo lo cuestionable, hasta la saciedad. Son j¨®venes. Frente a ellos, en la Fila de los ocho abogados defensores se ven m¨¢s calvas y canas. Sus interrogatorios son diferentes. Cada uno pregunta s¨®lo lo que le interesa para intentar exculpar a su cliente, aunque algunos no dudan en cargar las tintas sobre la actuaci¨®n de uno de los acusados, el t¨¦cnico de la General Electric.

Las caras del p¨²blico apenas se alteran por el contenido de los interrogatorios. En realidad, s¨®lo se inquietan cuando se hace imposible encontrar sentido a un di¨¢logo sobre electrones, galvan¨®metros y potenci¨®metros que ser¨¢n los protagonistas de las sesiones del juicio esta semana, con las pruebas periciales f¨ªsicas.