El corredor de la muerte
Los serbios rechazan ceder el ¨²nico acceso don sus 'provincias' de Bosnia y Croacia
Dos meses duraron los combates por el corredor, una estrecha carretera que bordea el r¨ªo Sava, la frontera natural entre Bosnia y Croacia. El Ej¨¦rcito serbio de Bosnia, reforzado con las milicias serbias de Krajina, tard¨® dos meses en conquistar el corredor, la ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n entre Serbia y los territorios de Bosnia y Croacia bajo control serbio.
Los 100 kil¨®metros de la carretera agujereada por las granadas y los morteros, en algunos lugares a s¨®lo dos kil¨®metros de distancia de la artiller¨ªa bosnia o croata, constituye, con sus pueblos y ciudades, la unidad territorial sobre la que los serbios en Bosnia reh¨²san negociar. Los copresidentes de la conferencia sobre la paz en Bosnia-Herzegovina asignaron a los croatas la ribera derecha del r¨ªo Sava.Los croatas y los musulmanes ya no viven en las ciudades y los pueblos a lo largo de la carretera, sumamente transitada. Autobuses con matr¨ªculas bosnias, eslovenas y austriacas transportan a los pasajeros hacia Viena, Francfort, M¨²nich, o Liubliana. Decenas de l¨ªneas directas entre los pueblos desconocidos de Bosnia y las ciudades austriacas y alemanas conducen a los trabajadores emigrantes, ¨²nicos hombres con el permiso de salir de Bosnia y exentos de la movilizaci¨®n. A cambio, pagan la contribuci¨®n financiera a la guerra para poder conservar sus propiedades. Camiones cargados de alimentos, ganado y madera corren entre las casas destruidas y los pueblos incendiados. Las f¨¢bricas bosnias est¨¢n clausuradas o destruidas. Serbia provee la mayor parte de los productos. Los veh¨ªculos militares y los tanques sobrepasan a los camiones y los autobuses. La densidad del tr¨¢fico se?ala que el corredor es vital para la supervivencia de los serbios en Bosnia y en Krajina, en ausencia de otra v¨ªa de comunicaci¨®n con el exterior. Sin embargo, la conquista de esta v¨ªa vital para los serbios supuso la destrucci¨®n de la vida en los pueblos y las ciudades a lo largo de la carretera.
Brcko, la ciudad que marca el comienzo del corredor, simbolizaba el esp¨ªritu de la fraternidad y la unidad en la Yugoslavia de posguerra. Miles de voluntarios, provenientes de todas las partes del extinguido pa¨ªs, acudieron en 1947 para construir la v¨ªa del tren Brcko-Banovici. As¨ª comenz¨® la reconstrucci¨®n del pa¨ªs devastado por la II Guerra Mundial y la promoci¨®n de la fraternidad entre las etnias. Cinco, d¨¦cadas m¨¢s tarde, Brcke, es una ciudad ¨¦tnicamente pura. Los musulmanes fueron expulsados. Ni tina sola casa qued¨¦, intacta en la calle 16? Batall¨®n Musulm¨¢n en la Lucha por la Liberaci¨®n Nacional.
La palabra musulm¨¢n fue borrada; las casas musulmanas de ambos lados de la acera, destruidas. Se?ales en las calles indican la nueva realidad: a la izquierda, una flecha indica la direcci¨®n hacia Banja Luka; a la derecha, indica el paso prohibido: zona de guerra. Las tropas musulmanas controlan un suburbio de Brcko desde donde intentan cortar el corredor. La l¨ªnea del frente est¨¢ a dos kil¨®metros de la calle principal.
Expulsados
Nuevas carreteras de tierra fueron trazadas para salvar la artiller¨ªa croata, instalada al otro lado, del r¨ªo Sava. El camino bordea Modrica, ciudad industrial antes de la guerra. Los ni?os juegan en los escombros de la periferia, donde los nuevos ricos abrieron una gasolinera. La ¨²nica moneda aceptable son los marcos alemanes. El odio por los alemanes y el amor por el marco son igualmente intensos.
Ning¨²n pueblo ¨ªntegro qued¨® entre Modrica y Derventa. Las casas han sido dinamitadas e incendiadas. Una por una. Sistem¨¢ticamente. Esqueletos de las casas bordean la carretera a lo largo de decenas de kil¨®metros hasta alcanzar Derventa, una ciudad inexistente.
Ni una sola casa intacta. Literalmente. Las mujeres, vestidas de negro, pasan sigilosamente entre los escombros. Es dif¨ªcil saber de d¨®nde vienen ni hacia d¨®nde van. S¨®lo escombros, estructuras desnudas de las casas sin paredes.
El territorio en disputa entre los serbios y los croatas termina en la regi¨®n de Banja Luka, pero el paisaje de muerte, desolaci¨®n y destrucci¨®n contin¨²a.
Kozarac, a 50 kil¨®metros al oeste de Banja Luka, desapareci¨® del mapa. Sus hombres estrenaron el campo de detenci¨®n de Omarska, posteriormente clausurado. Ni una sola casa se libr¨® de la destrucci¨®n. El mensaje es claro: los mulsulmanes no deben volver.
Ni siquiera el ganado deambula por los escombros. La limpieza ¨¦tnica termin¨® hace seis meses. Orlovici, pueblo serbio adyacente a Kozarac, est¨¢ intacto. Como si un muro hubiera existido entre los dos pueblos, el musulm¨¢n y el serbio.
Los suburbios de Prijedor conservan las huellas de la limpieza ¨¦tnica. Banderas blancas, s¨ªmbolo de la rendici¨®n musulmana y su aceptaci¨®n de abandonar los hogares siguen ondeando. Incluso las casas musulmanas vac¨ªas fueron incenciadas. Para que no vuelvan.
Los pueblos musulmanes entre Prijedor y Sanski Most tampoco existen. Tras 200 kil¨®metros de la carretera por el norte de Bosnia, el paisaje de destrucci¨®n y de muerte es habitual.
Radovan Karadzic, el l¨ªder serbio en Bosnia, no acepta ceder el territorio del corredor, seg¨²n estipula el mapa elaborado en Ginebra. No puede abandonar la ¨²nica carretera que une las provincias serbias en Bosnia. Pero no puede explicar el porqu¨¦ de tanta destrucci¨®n y la expulsi¨®n masiva de la poblaci¨®n a Serbia. Sin embargo, la sistem¨¢tica limpieza ¨¦tnica vaci¨® los territorios bajo el control serbio de la poblaci¨®n. Es dif¨ªcil imaginar c¨®mo y cu¨¢ndo volver¨¢ la vida a lo largo del camino de la muerte. A los serbios de Bosnia les faltan efectivos para proteger su v¨ªa vital.
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