El islam socava al r¨¦gimen egipcio
Mubarak intenta frenar al int¨¦grismo que amenaza el laicismo y la econom¨ªa del pa¨ªs
Llegan a pie, en bicicletas y en carros, mirando hacia atr¨¢s por si les sigue alg¨²n polic¨ªa. Cinco veces al d¨ªa, j¨®venes barbudos y de expresi¨®n grave acuden ceremoniosamente a la peque?a mezquita de Al Rahm¨¢n, un modesto edificio de cemento sin m¨¢s adorno que un emblema reci¨¦n pintado a la entrada: una espada roja que emerge de un Cor¨¢n abierto, verde y radiante. Por debajo, la inscripci¨®n Al Gama¨¢ al Islamiya (Agrupaci¨®n Isl¨¢mica), el nombre de la temible organizaci¨®n extremista musulmana en guerra abierta contra el Gobierno laico del presidente Mohamed Hosni Mubarak.
A diferencia de la majestuosa pero vac¨ªa mezquita oficial de Asu¨¢n, la de Al Rahm¨¢n (La Misericordia) no figura en ning¨²n mapa urbano y mucho menos en las gu¨ªas tur¨ªsticas de esta joya del Alto Egipto. Sin embargo, su influencia e importancia son cada d¨ªa m¨¢s grandes, como atestigua el hecho de que el Gobierno no se atreva a clausurarla y el n¨²mero de gente que va a escuchar el fogoso mensaje de una de las revoluciones m¨¢s vivas y peculiares de Oriente Pr¨®ximo.Desde los m¨¢s rec¨®nditos juncales del Nilo hasta el coraz¨®n mismo de El Cairo, ¨¦sta es una lucha contra la corrupci¨®n, la ineptitud y la represi¨®n del r¨¦gimen egipcio; una campana organizada y dirigida desde el peque?o despacho de un predicador ciego de 54 a?os llamado Omar Abdel Rahm¨¢n, desde hace a?os exiliado nada menos que en el barrio neoyorquino de Brooklyn.
El principal problema que amenaza a Egipto es el desaf¨ªo del integrismo, acentuado por el magnetismo de la campa?a isl¨¢mica en un pa¨ªs musulm¨¢n de 58 millones de habitantes donde la pobreza crece al mismo ritmo vertiginoso que su poblaci¨®n y la impaciencia de una generaci¨®n sin futuro. En Egipto, las organizaciones isl¨¢micas est¨¢n reemplazando instituciones estatales incapaces de atender las m¨¢s elementales necesidades en el campo de la educaci¨®n y la seguridad social. Es infinitamente m¨¢s f¨¢cil conseguir tratamiento o medicinas en las cl¨ªnicas isl¨¢micas que en los hospitales del Gobierno. Gran parte de los damnificados por el terremoto de octubre pasado seguramente seguir¨ªan viviendo en la calle si no fuera por la asistencia de organizaciones isl¨¢micas o la presi¨®n popular organizada por sus l¨ªderes.
El lema El Islam es la soluci¨®n resuena en casi todos los aspectos de la vida egipcia como una denuncia del sistema burocr¨¢tico y corrupto. Tambi¨¦n es una proclama que resume la frustraci¨®n de millones de j¨®venes sin empleo -ni posibilidades de formar una familia por falta de vivienda barata.
En una Embajada europea en El Cairo, el portero, salido de la facultad de Filosof¨ªa, se siente afortunado: su sueldo mensual equivale a unas 4.000 pesetas. Ahmad Latif, un ingeniero de 37 a?os, trabaja como taxista y dice que ahorra hasta la ¨²ltima piastra para pagar el alquiler del piso que comparte con su mujer y dos ni?os peque?os. "Los ricos son cada d¨ªa m¨¢s ricos", dice.
Sea o no la soluci¨®n, un n¨²mero cada vez mayor de egipcios dice que valdr¨ªa la pena probar el sistema isl¨¢mico tras el fracaso del socialismo de Gamal Abdel Naser y el liberalismo de Sadat que Mubarak secunda. Pero es un experimento que el Gobierno prooccidental de El Cairo est¨¢ empe?ado en evitar a toda costa. Temeroso del avance de las corrientes radicales musulmanas, Mubarak promovi¨® el mes pasado la creaci¨®n de una "alianza pan¨¢rabe contra el terrorismo" y arremeti¨® contra los integristas en una guerra sin cuartel que percibe como una conspiraci¨®n de desestabilizaci¨®n promovida por Ir¨¢n y Sud¨¢n.
Atentados contra turistas
Pero si en algo est¨¢n de acuerdo analistas de izquierda y derecha es en que el avance del integrismo y de sus expresiones violentas tienen esencialmente ra¨ªces locales. En los ¨²ltimos tres meses, la polic¨ªa ha detenido a cerca de mil egipcios sospechosos de pertenecer a la Gama¨¢ al Islamiya. La campa?a ha sido particularmente tenaz en el miserable barrio cairota de Embaba, y se desat¨® poco despu¨¦s de que un dirigente musulm¨¢n lo proclamara como "la rep¨²blica isl¨¢mica de Embaba". Ello no ha frenado, sin embargo, los atentados contra los 10.000 polic¨ªas que, con fusiles de bayoneta calada, hoy controlan la zona. Una fuerza similar ha sido desplegada en los ¨²ltimos meses a lo largo del Nilo desde la capital hasta Asu¨¢n en un esfuerzo por aplastar c¨¦lulas que han cometido una serie de atentados contra turistas extrajeros, especialmente en la zona de Quena y Asiut.
En Egipto bastar¨ªa otro c¨®ctel m¨®lotov para asestar un golpe mortal a la convaleciente industria tur¨ªstica, que al generar 3.000 millones de d¨®lares al a?o casi el doble de los ingresos del canal de Suez, constituye el pilar de la econom¨ªa y la principal fuente de ingreso de divisas. El asesinato de una turista brit¨¢nica en el Alto Egipto, seguido de ataques separados contra autobuses de alemanes y japoneses, ha provocado una ca¨ªda de la demanda de hoteles de un 40%.
En su empe?o por provocar el descalabro econ¨®mico del Gobierno, en diciembre pasado la Gama¨¢ al Islamiya declar¨® la guerra al turismo y advirti¨® que su lucha se extender¨ªa a todos los extranjeros. Para la Gama¨¢, los turistas son vectores de cuanta calamidad existe en Occidente, desde el alcoholismo y el sida hasta la pornograf¨ªa y el ate¨ªsmo.
El peligro para los visitantes ha sido, evidentemente, exagerado. "La situaci¨®n est¨¢ totalmente bajo control", afirma Fuad Sult¨¢n, el ministro de Turismo. Los operadores tur¨ªsticos y los propios visitantes le dan la raz¨®n. "M¨¢s turistas mueren violentamente en Europa", apunta Abdel Hamid Charq, jefe de ventas de una agencia cairota.
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