El h¨¦roe lejano
Omar Abdel Rahm¨¢n, la fuerza e inspiraci¨®n detr¨¢s de la ola de atentados contra polic¨ªas, la comunidad cristiana copta, intelectuales antiintegristas y, recientemente, contra la vital industria tur¨ªstica, es un h¨¦roe lejano. En la mezquita de Al Rahm¨¢n se dicen oraciones por el pronto retorno de su exilio en Estados Unidos del religioso que supuestamente firm¨® el decreto (fatua) que ordenaba el asesinato del presidente Anuar el Sadat, en 1981. Su nombre siempre se pronuncia en voz baja, pero sus sermones, que llegan a Egipto en casetes clandestinos, vibran entre las masas empobrecidas.En altas esferas oficiales se respira con alivio ante el hecho de que el jeque Abdel Rahm¨¢n est¨¢ lejos, y se admite que las demandas de extradici¨®n no son m¨¢s que un formalismo. "Si regresa tendr¨ªamos que meterle en la c¨¢rcel, y si lo hacemos arder¨ªa el pa¨ªs", comenta un funcionario gubernamental. "Ya tenemos suficientes problemas".
"Abdel Rahm¨¢n nos librar¨¢ de ¨¦stos", dice un joven desdentado llamado Mohamed Abul apuntando hacia una pared de la que cuelga el peri¨®dico mural de la Gama¨¢ al Islamiya. Sobre una cartulina verde, las fotos de Clinton, Mubarak y Abdel Halim Musa, el ministro del Interior de Egipto, en una secuencia de ep¨ªlogo macabro. Mohamed est¨¢ muy orgulloso del retoque de una: a la cara de Musa se le ha a?adido un cuerpo cuya mano derecha empu?a el cuchillo ensangrentado de un carnicero y la otra sostiene una caja repleta de v¨ªsceras y huesos humanos. "?ste es el gran torturador de los musulmanes", dice. "Hace unos 10 d¨ªas, la polic¨ªa se llev¨® a 80 de nuestros hermanos de Asu¨¢n. Ahora est¨¢n en las manos de este despiadado enemigo del Cor¨¢n, que alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ que rendir cuentas", a?ade.
Los integristas isl¨¢micos, como los j¨®venes de la mezquita de Al Rahm¨¢n, se han apuntado una victoria. Han sembrado el miedo. El Gobierno dice que est¨¢ dispuesto a demostrar que no es sino un efecto d¨¦bil y ef¨ªmero. Pero en las oraciones de los viernes en el Alto Egipto se renueva el juramento de lealtad a la gran guerra santa. Los integristas afirman que es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo. Mohammed, el gu¨ªa de la mezquita de Al Rahm¨¢n, dice que no tiene dudas ni apuro: "El islam vencer¨¢ alg¨²n d¨ªa".
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