Sangre derramada
Mi¨¦rcoles 20 de enero del a?o 1993 despu¨¦s de Cristo. Dormito con el telediario de la tarde. En un momento indeterminado, el locutor me anuncia que las pr¨®ximas im¨¢genes ser¨¢n fuertes, terribles; ya estoy avisado.Aparece un brev¨ªsimo documento en el que una periodista trata de entrevistar a una mujer en la visita a la tumba de su hija, recientemente fallecida por suicidio. De pronto, su marido se acerca por detr¨¢s y le dispara varios tiros en la cabeza. La periodista grita: "?Ay!, ?ay!, ?ay! ?V¨¢monos, v¨¢monos!". '
Agitaci¨®n de la c¨¢mara, precipitacion, carrera, p¨¢nico, mientras el perturbado contin¨²a vaciando el cargador sobre su querida v¨ªctima yacente. Todo aut¨¦ntico, nada de farsas f¨ªlmicas. Como debe ser, que de Ficciones ya estoy harto. ?Han de importarme otras consideraciones? No. Por fortuna, dispon¨ªan de las im¨¢genes y me las regalaron para mi solaz. S¨®lo lamento no haber podido grabarlo, pues no esperaba tan suculento postre.
Desde estas l¨ªneas, me atrever¨ªa a solicitar de la benevolencia de Televisi¨®n Espa?ola la reemisi¨®n de dicho documento, as¨ª como la emisi¨®n peri¨®dica de agresiones brutales, atentados etarras, ejecuciones legales, etc¨¦tera, a ser posible en directo, con las instructivas finalidades de nutrir mi aletargada sensibilidad con impresiones que la colmen, y de comprender la demencia humana en toda su magnitud.
?M¨¢s im¨¢genes escalofriantes, m¨¢s! Y que eliminen tanto sexo estomagante como prolifera ahora en ¨¦sta y otras cadenas de televisi¨®n: m¨¢s bella es la sangre derramada y pisoteada que la carne exuberante y el amor.-
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